Seleccionar las lenguas
La Uni¨®n Europea suele mostrar mucho tacto en la cuesti¨®n idiom¨¢tica. Se presenta como una instituci¨®n multiling¨¹e donde todas las lenguas estatales de sus miembros tienen plena oficialidad. No sucede tal cosa en los organismos internacionales, que tienden a seleccionar lenguas. Pero la UE no s¨®lo atiende a las lenguas estatales, tambi¨¦n considera a las que no lo son -aproximadamente, un 12% de europeos puede expresarse en ellas- y se interesa por sus circunstancias.
La UE ha abandonado criterios vigentes en los nacionalismos ultraconservadores al estilo de "una lengua es una naci¨®n" o una "identidad". Abandono prudente. Si le diera por defender tal cosa, ?qu¨¦ lengua ser¨ªa la "nacional" e "identificadora" de la UE? Parece que sus intenciones van encaminadas a arrinconar los viejos prejuicios nacionalistas y ma?ana alguien se sentir¨¢ -ya se siente hoy- ciudadano de la UE sin definici¨®n ling¨¹¨ªstica precisa. Esto quiz¨¢ no lo entiendan aquellos nacionalistas que consideran anormal que en Catalu?a, Pa¨ªs Vasco o Breta?a los hablantes de espa?ol o franc¨¦s sean una realidad m¨¢s numerosa en muchas ocasiones que los de catal¨¢n, vasco o bret¨®n.
Es razonable prever que la UE -si quiere ser Uni¨®n- favorezca los v¨ªnculos comunitarios antes que el particularismo. No s¨¦ c¨®mo, pero lo m¨¢s probable es que los europeos seleccionen lenguas: si alguien vive en Alemania, advertir¨¢ que el alem¨¢n le resulta imprescindible a menos que decida aislarse. Si alguien vive en Galicia o en Irlanda advertir¨¢ que ni el gallego ni el irland¨¦s resultan en s¨ª imprescindibles: una pol¨ªtica tendente a popularizar el alem¨¢n (dentro y fuera de sus fronteras) ser¨¢, por tanto, razonable mientras que otra tendente a que el gallego o el irland¨¦s resulten imprescindibles en sus comunidades ser¨¢ lenta, cara y conflictiva. Adem¨¢s, crear¨¢ barreras. Aduanas ling¨¹¨ªsticas. En cierto sentido, la selecci¨®n ya est¨¢ marcada en la UE por el ingl¨¦s, el franc¨¦s y el alem¨¢n, lenguas que intervienen en ocho de cada diez asuntos comunitarios.
Bastar¨¢ con familiarizarse con dichos idiomas y, respecto al espa?ol, cabe decir que en realidad es un gran dominio ling¨¹¨ªstico americano con cierta implantaci¨®n en Europa (donde vive s¨®lo el 10% de sus hablantes). Dentro de cincuenta a?os el espa?ol pesar¨¢ en el mundo m¨¢s que cualquier otra lengua de la UE, descontada la inglesa. Pero Espa?a ya ha hecho su elecci¨®n: se presenta en Europa como un mosaico de lenguas donde el espa?ol es una m¨¢s de las varias que se hablan. Los proyectos "normalizadores" podr¨ªan suponer un descenso del n¨²cleo hispanohablante-nato del 84% al 60%. ?sta no parece ser una estrategia muy inteligente si se quiere tener peso cultural y ling¨¹¨ªstico en la UE o facilitar los negocios con la ¨²nica lengua exportable que tiene Espa?a.
Aparte de lo que le ocurra al espa?ol, la selecci¨®n ling¨¹¨ªstica en la UE aparece en el horizonte porque, en tanto los ¨®rganos de poder se centralicen y adopten cada vez mayores cotas de hegemon¨ªa y decisi¨®n, m¨¢s dif¨ªcil ser¨¢ mantenerlos en el pluriling¨¹ismo. Tambi¨¦n, cuantas m¨¢s lenguas convivan dentro de la UE m¨¢s necesaria se har¨¢ la selecci¨®n de unas pocas para asuntos p¨²blicos. Adem¨¢s, el futuro nos acostumbrar¨¢ a que el ¨¢rabe o el chino tengan m¨¢s hablantes en la UE que el vasco o el fris¨®n. Ser¨¢ complicado servir p¨²blicamente a cada cual en su lengua cuando la Uni¨®n sume cientos de ellas. Cuanto m¨¢s se haga realidad el deseo de la UE de romper barreras econ¨®micas y humanas, m¨¢s facilidades estar¨¢ dando a los ciudadanos para romper las ling¨¹¨ªsticas. Posiblemente, m¨¢s pujar¨¢n entonces los movimientos nacionalistas dentro de la UE para multiplicarlas, con su conocido discurso de lenguas, pueblos, identidades... banderas menos nobles de lo que parecen.
La UE tiene por delante asuntos pr¨¢cticos que debatir para los que no sirven los argumentos al uso (la identidad, la riqueza de la variedad, lo nefasto que es parecerse unos a otros, lo catastr¨®fica que resulta la muerte de lenguas...). Hasta que las m¨¢quinas nos resuelvan el problema de entendernos, se me ocurren estos temas:
A) ?C¨®mo se salva la contradicci¨®n entre la deseada convergencia y movilidad de los europeos y la intenci¨®n de defender la pluralidad ling¨¹¨ªstica integral? Se parece al problema de la cuadratura del c¨ªrculo.
B) Esta defensa del pluriling¨¹ismo, ?multiplicar¨¢ la necesidad de lenguas para instalarse en un mismo pa¨ªs o territorio, de modo que donde hab¨ªa suficiente con una lengua se necesiten cuatro o cinco? ?Ser¨¢ esta novedad multiplicadora -que yo denomino seudodiferenciaci¨®n idiom¨¢tica, o sea, exagerar las diferencias dentro de ¨¢reas de comunidad ling¨¹¨ªstica real o potencial- una gran ventaja?
C) ?Tendr¨¢n limitaciones los derechos culturales y ling¨¹¨ªsticos particulares si entran en contradicci¨®n con los intereses comunes que se generar¨¢n en la UE?
D) El posible retroceso de las lenguas comunes frente a las particulares por seudodiferenciaci¨®n -el caso espa?ol-, ?no ser¨¢ un caldo de cultivo para la promoci¨®n de pol¨ªticas localistas que den al traste con la filosof¨ªa de la propia UE? Una Uni¨®n que ancla a sus ciudadanos en aquello que m¨¢s los diferencia, su diversidad ling¨¹¨ªstica, es un contrasentido. Y adem¨¢s entorpecer¨¢ los ideales democr¨¢ticos e igualitarios, as¨ª como la movilidad social, laboral y geogr¨¢fica de la gente.
Consid¨¦rese un simple hecho: antes de 1850 el territorio europeo que actualmente recorremos en franc¨¦s e italiano hab¨ªa de recorrerse en docenas de variedades idiom¨¢ticas. El hecho de que hoy se pueda andar por el mismo territorio con dos idiomas y una moneda, ?ha sido una cat¨¢strofe para Europa?
Juan R. Lodares es autor de Lengua y patria (El nacionalismo ling¨¹¨ªstico en Espa?a).
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