Paseando con Orwell
"Curiosas, francamente, algunas coincidencias. Mientras que de Orwell se celebra el centenario del nacimiento..., de Stalin se celebra el cincuentenario de su muerte. Dicho en dicotom¨ªas: nacimiento y muerte, luz y oscuridad, verdad y mentira, Orwell y Stalin... Ten¨ªan que volver a enfrentarse y hacerlo (de forma simb¨®lica y un punto kafkiana) en los peri¨®dicos: territorio donde Orwell, el gran polemista, detectaba con m¨¢s descaro la mentira. Y en la pol¨ªtica, claro".
Hace ya algunos d¨ªas hice por Barcelona, junto con un pu?ado de orwellianos guiados por Jordi Cerd¨¤ (profesor de Filolog¨ªa Rom¨¢nica en la Universidad Aut¨®noma de Barcelona), algo parecido a un paseo con Orwell. Bajo el t¨ªtulo Itinerario por la Barcelona de Orwell, ese paseo fue el ¨²ltimo acto de un febrero que las Bibliotecas de Barcelona dedicaron a George Orwell, m¨¦s enll¨¤ de 1984, serie de conferencias con t¨ªtulos interesantes: La ciencia ficci¨®n a partir de 1984 y la trascendencia en el g¨¦nero (por Elizabeth Russell); Tierra y libertad: De Orwell a Ken Loach (Miquel Berga); Sin blanca en Par¨ªs y Londres, la primera novela de Orwell (Matthew Tree); Orwell y el desencanto con el comunismo: Rebeli¨®n en la granja (Pelai Pag¨¨s); La cuesti¨®n social: de George Orwell a Salman Rushdie (Jacqueline Hurtley), y Homage to Catalonia: Barcelona y la Guerra Civil en la obra de Orwell (Miquel Berga). Repas¨¢ndolos, s¨®lo echo de menos alguna charla dedicada a obras que no me atrever¨ªa a considerar menores.
Fue con V¨ªctor Alba donde comenz¨® el verdadero itinerario por la Barcelona de Orwell, que se alza sobre la memoria deleznable de Stalin
Novelas como Keep the aspidistra flying (1936, traducida con el infame t¨ªtulo de ?Venciste, Rosemary!) y, sobre todo, Coming up for air (1939, Subir a por aire), son muestra de su notabil¨ªsima capacidad de observaci¨®n, la primera en su an¨¢lisis del bombardeo publicitario, la segunda en la p¨¦rdida irreparable del pasado. Ambas como un excelente (y despiadado) an¨¢lisis de las clases medias y de sus contradicciones ideol¨®gicas. La ¨²ltima en su clarividencia de una guerra inminente, con la pesadilla apenas futurista de las bombas cayendo sobre Londres y la poblaci¨®n civil. Una imagen que, referida a la Inglaterra dormida en su limbo particular, es la imagen con la que Orwell cierra Hommage to Catalonia (1938), libro que marca la gran inflexi¨®n pol¨ªtica de Orwell en su encontronazo con el Partido Comunista y abre las puertas, por un lado, a sus dos novelas fundamentales -Animal farm (1945) y Nineteen Eighty-Four (1949)- y, por el otro, a una pol¨¦mica en el seno de la izquierda que, todav¨ªa hoy, reconocidos los cr¨ªmenes de Stalin y subastada la URSS al mejor postor, sigue perdurando.
Previo pago de 3,5 euros, me apunt¨¦ al itinerario Orwell. Nos citaron a las seis de la tarde en el Palau de la Virreina, territorio vagamente orwelliano que s¨®lo nos sirvi¨® como punto de encuentro. Subimos por La Rambla y nos plantamos en el vest¨ªbulo del teatro Poliorama, en cuyo tejado transcurre una escena de Hommage to Catalonia, la de los hechos de mayo de 1937. Fue desde all¨ª, mientras Stalin desataba su primera gran purga antitrotskista fuera de las fronteras de la URSS, desde donde Orwell defendi¨® la sede del POUM (Partido Obrero de Unificaci¨®n Marxista), al otro lado de La Rambla, junto al caf¨¦ Moka.
Siguiendo el itinerario, algo m¨¢s arriba hay algunos edificios a los que se refiere Orwell. Como el hotel Continental (hoy edificio Sfera), donde se aloj¨® con su esposa Eileen y donde transcurren algunas de las escenas m¨¢s cinematogr¨¢ficas, pero tambi¨¦n m¨¢s c¨®micas, del libro. O el hotel Col¨®n, en cuyo solar est¨¢ la sede de Banesto, desde donde el PSUC barr¨ªa con ametralladora la plaza de Catalunya. Tocando ya al Portal de l'?ngel, el ¨²ltimo lugar que visitamos fue Telef¨®nica, controlada entonces por anarquistas, con cuyo intento de desalojo por la Guardia de Asalto comenzaron los hechos de mayo. El ¨²ltimo piso es un modern¨ªsimo despacho. Ni rastro de fantasmas.
De no ser por el entusiasmo de Jordi Cerd¨¤, quien hizo una encendida descripci¨®n de lo que era entonces la plaza de Catalunya, con sus numerosos caf¨¦s y la estaci¨®n de tren en la que las tropas embarcaban para el frente de Arag¨®n, y a lo que le a?adi¨® brillantes contrapuntos literarios -Josep Pla y la descripci¨®n que de Andreu Nin hace en Homenots, y Pere Calders y el milagro de la transformaci¨®n de Telef¨®nica en un edificio multicolor en Gaeli i l'home d¨¦u-, el paseo hubiese sido decepcionante. Ninguno de estos edificios conserva apenas signos del pasado, como s¨ª, en cambio, muchas callejas del Raval y del barrio chino hacia las que, a buen seguro, Orwell miraba con curiosidad.
Ep¨ªlogo: Mientras escribo me entero de que V¨ªctor Alba ha muerto. Por mediaci¨®n de Joan de Sagarra, tuve ocasi¨®n de conocerle hace un par de a?os y fue ¨¦l mismo quien me cont¨® que, porque hablaba ingl¨¦s, le asignaron la fastidiosa misi¨®n de ense?arle Barcelona a aquel extranjero an¨®nimo y callado que era Orwell (en realidad Eric Blair). Alba era entonces un joven de 20 a?os y no sospechaba que ten¨ªa ante s¨ª a uno de los escritores m¨¢s relevantes del siglo XX y al escritor que har¨ªa que la memoria del POUM se mantuviera v¨ªvida en la conciencia del mundo. Y al fin pienso que fue con Alba donde tuvo comienzo el verdadero inicio de ese Itinerario por la Barcelona de Orwell que se alza sobre la memoria deleznable de Stalin, el Gran Hermano. Curiosas algunas coincidencias. Y muchas veces tristes.
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