Candidato Camps
Don Francisco Camps, candidato a la presidencia de la Generalitat Valenciana por el Partido Popular, tiene un plan: hacernos felices. Cierto que hay obst¨¢culos insalvables y de los que el se?or Camps est¨¢ consciente; pero ni ¨¦l pretende que le coja el toro ni uno desea que le ocurra. As¨ª pues apacig¨¹emos el ¨¢nimo y limit¨¦monos a decir que bajo la ¨¦gida del se?or Camps (si gana), veremos fructificar gloriosamente la filosof¨ªa pol¨ªtica del utilitarismo: la felicidad del mayor n¨²mero. Sin que al poder le irriten las desdichas metaf¨ªsicas de algunos metaf¨ªsicos irredentos, ni las de los infelices a quienes no alcanza la cera, pues cera no hay m¨¢s que la que arde, como bien se sab¨ªa el se?or Bentham.
No guardo un mal recuerdo del se?or Camps, a quien conoc¨ª hace los suficientes a?os como para no querer recordar el n¨²mero exacto. Pol¨ªtico en agraz, se dec¨ªa partidario decidido de los servicios sociales y del di¨¢logo. Era laborioso, accesible y cordial; inspiraba afecto e incluso fe en sus buenas intenciones. Hoy s¨®lo le veo a trav¨¦s de sus declaraciones y discursos y hallo que ¨¦ste no es mi Paco Camps, que me lo han cambiado o que yo pequ¨¦ de ingenuo. Ambas hip¨®tesis son veros¨ªmiles y m¨¢s, acaso, la que me concierne, pues la mucha precauci¨®n puede embotar el ingenio y uno miente y se miente hasta cuando dice y se dice la verdad. Como fuere, hallo a un Camps adusto, tajante y amigo m¨¢s de muletas que de muletillas, as¨ª incidan en el discurso como por los cerros de ?beda. Eso que salimos perdiendo, aunque tal vez no todav¨ªa en las urnas; que ellas m¨¢s parecen bac¨ªas que yelmos de Mambrino. El valenciano, en general, vota m¨¢s con el vientre que con el seso; o sea, como todos los dem¨¢s.
El candidato Camps no es precisamente parco en promesas. Uno sabe, por informes personales y medi¨¢ticos, que el poder adquisitivo por unidad de tiempo de trabajo exhibe una recalcitrante tendencia a la baja. Un joven licenciado que se estrena en el mundo laboral, no gana hoy, en t¨¦rminos absolutos, m¨¢s que su antecesor de entre los a?os 85-90 del siglo que nos gobierna, o sea, el XX. Rep¨¢sese mi todav¨ªa estimado Camps (sin iron¨ªa) la prensa econ¨®mica y los diarios generalistas afines y se dar¨¢ de bruces con el dato. Se consume m¨¢s porque hay m¨¢s empleos, la abrumadora mayor¨ªa de ellos, (ay) de los justamente llamados basura. Esto es v¨¢lido para Valencia como para el resto de Espa?a. Diablos y tan v¨¢lido y tan f¨¢cilmente constatable. Y de esa piedra hay que partir para edificar esta Iglesia. Sin ella, podr¨¢ haber simult¨¢neamente m¨¢s PIB y m¨¢s pobreza si introducimos un factor sibilino llamado dignidad. Es mi caballo de batalla.
Cierto y verdadero es que una autonom¨ªa no puede obrar por s¨ª sola milagros econ¨®micos. Incluso el Gobierno central tiene una mano atada por lo que todav¨ªa queda de la UE; y tal como est¨¢n las cosas ya no sabemos qu¨¦ es peor, si que siga quedando o que engendre dos cabritos la cabra m¨¢s coja. Pero en el programa del candidato Camps figuran cosas tales que encogen lo que en la Celestina se llama la punta de la barriga. Claro que yo, siempre proclive a la autoflagelaci¨®n, siempre lleno de desconfianza hacia m¨ª mismo, quiz¨¢s veo gigantes donde s¨®lo hay molinos; aceptar¨¦ entonces que me sacudan el lomo quienes sepan hacerlo; por ejemplo, el se?or Camps, bien guarnecido y asesorado, si falta le hace, por los economistas de su parcela. Veamos.
A menos impuestos, m¨¢s empleos, afirma Camps. ?Lo dice as¨ª la experiencia de los a?os del actual Gobierno en el poder? Una impresi¨®n que se va generalizando es que, en Espa?a, la fiscalidad sigue una curva ascendente ya desde tiempos del PSOE. El descenso del IRPF adquiere la faz de una operaci¨®n de maquillaje, pues es -o as¨ª se cree- m¨¢s visible que la cascada de aumentos de los impuestos indirectos. Pero supongamos que esto es falso. ?C¨®mo es posible reducir impuestos y simult¨¢neamente mejorar y acrecentar las prestaciones sociales, seg¨²n promete Camps? ?Destapando bolsas de fraude fiscal? Cuidado con la econom¨ªa sumergida, no vaya a ser que la torta nos cueste un pan. Eso lo saben todos los gobiernos europeos y los de algunos pa¨ªses avanzados que no son europeos. Peligros¨ªsima arma de doble filo: el paro como alternativa al trabajo basura. En cuanto a la "recaudaci¨®n justa y solidaria", si de veras lo fuera, nos retrotraer¨ªa a la lucha de clases en su versi¨®n m¨¢s sanguinolenta y por ah¨ª no prosigo.
Hacer m¨¢s con lo mismo, es dif¨ªcil. Hacer m¨¢s con menos, pr¨¢cticamente imposible. En cuanto a la opci¨®n de hacer m¨¢s con m¨¢s, s¨®lo es posible si el ciclo expansivo no es tal ciclo sino el estado natural de la cosa. Un crecimiento constante y alto permitir¨¢ ingresos mayores con impuestos menores (dando por supuesta una gesti¨®n razonable), pero ?qui¨¦n garantiza ese fen¨®meno? El Gobierno ha gozado de unos a?os de coyuntura favorable y, en plena euforia transnacional, se dijo que el periodo de las vacas gordas estaba asegurado hasta el 2015, que es decir mucho y es decir poco seg¨²n se mire. En el caso que nos ocupa es decir poco y ya ven: ni 2015 ni 2003.
"En la pr¨®xima legislatura conseguiremos el pleno empleo", dice Francisco Camps. Quiz¨¢s porque soy un sentimental frustrado (pero seguro que no por la necesidad de fiarme de alguien, pues nunca he sentido tal cosa) me resisto a creer que Paco Camps suelta rutinariamente afirmaciones, esl¨®ganes, invectivas. Puestos en el peor de los casos desear¨ªamos que lo hiciera con mala conciencia, pues nos quedar¨ªa la esperanza de que, si llega a gobernar, etc¨¦tera. Pero de momento, y sin poder olvidar el discurso ¨¢spero con el que (supongo) anda vestido, es desolador o¨ªr cosas tales como que pagaremos menos impuestos y tendremos pleno empleo. As¨ª, sin siquiera matizaciones. Cuando la ca¨ªda del d¨®lar puede fastidiar a tirios y a troyanos, cuando las bolsas siembran ruina, cuando hay una amenaza de guerra de incalculables consecuencias, cuando los inversores del mundo han perdido la confianza en las empresas debido al goteo de fraudes, cuando el precio del petr¨®leo podr¨ªa seguir su escalada, cuando la UE se halla estancada y Alemania (el motor) al borde de la recesi¨®n.
Tranquilice al ciudadano, se?or Camps; pero no pretenda convencerle de que es rico sin saberlo y de que est¨¢ sano como una manzana as¨ª le sangre una ¨²lcera o algo peor. T¨®melo como una bienintencionada sugerencia, pues eso es lo que es.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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