"El arte es una actividad in¨²til, pero como s¨ªmbolo es m¨¢s fuerte que la guerra"
Muy cerca de la ostentosa y petulante fachada de San Marcos se esconde el ruinoso palacio de Ca'Giustinian, un edificio que parece preparado para el rodaje de un filme de Ridley Scott donde se mezclan la aristocracia tabernaria con los extravagantes caprichos de piedra que luchan para no ahogarse bajo los laberintos de la laguna adri¨¢tica. En este palacio, uno de los m¨¢s influyentes de la oligarqu¨ªa veneciana dieciochesca, es imposible vislumbrar un estilo estable. Y si a?adimos que esta arquitectura inidentificable est¨¢ recubierta por una inmensa tela blanca que esconde los hierros obligados a servir de soporte a la restauraci¨®n de la piedra corro¨ªda por la humedad, convenimos que la visita al cuartel general de la Biennal de Venecia es de alto riesgo: en esta tierra cosida de puentes es imposible que te atropelle un autom¨®vil, pero en el coraz¨®n de il broglio uno puede acabar aplastado por la tiran¨ªa de las gr¨²as.
"Creo en el dicho zen de que el verdadero poder es no tener poder. He dado total autonom¨ªa a los comisarios"
"En teor¨ªa, es posible pensar el mundo sin arte, pero no sin guerra"
Subimos hasta la tercera planta, donde trabaja el equipo de la 50? edici¨®n de la Biennale a cuyo frente est¨¢ Francesco Bonami, para quien la exposici¨®n que se inaugurar¨¢ el pr¨®ximo 15 de junio se articular¨¢ a la manera de una representaci¨®n teatral de Bertolt Brecht: "No se trata de llevar la vida al terreno del arte, sino de que el espectador entre en una escenograf¨ªa cuasiteatral y que sienta esa especie de extra?amiento". Bonami es cr¨ªtico de arte, periodista y, desde 1998, conservador jefe del Museo de Arte Contempor¨¢neo de Chicago. Autor de t¨ªtulos como El arte contempor¨¢neo en la edad de las conclusiones sin fin (1997) y de las monograf¨ªas de Mauricio Catellan, Gabriele Basilico y Doug Aitken, este florentino de 47 a?os ya hab¨ªa participado como comisario en el Aperto de 1993. El nombramiento de Bonami por Franco Bernab¨¦, presidente del Consejo de Administraci¨®n de la Biennale, estuvo envuelto de una fuerte pol¨¦mica. El subsecretario de Bienes Culturales, Vittorio Sgarbi, calific¨® aquella elecci¨®n de "intolerable" y apoy¨® al cr¨ªtico australiano Robert Hughes: "No tiene m¨¢s relevancia. En Italia todo es motivo de pol¨¦mica. Sgarbi consider¨® mi nombramiento una ofensa, pero ¨¦l no me conoc¨ªa, no era un tema personal. Simplemente no est¨¢ familiarizado con el arte contempor¨¢neo y prefer¨ªa una visi¨®n m¨¢s tradicional como la que pod¨ªa prometer Hughes. En aquella fecha me encontraba en Chicago y me sorprendi¨® c¨®mo esa ri?a entre Bernab¨¦ y Sgarbi hab¨ªa tocado la pol¨ªtica del pa¨ªs. Afortunadamente, la Biennale es una instituci¨®n muy fuerte y este tipo de trifulcas forman parte de la identidad italiana". Bonami a?ade, sonriendo: "La Biennale es como San Remo, bueno, quiz¨¢ no tanto. Porque el festival de la canci¨®n es m¨¢s importante, por lo menos para el italiano medio".
PREGUNTA. Entre tantas bienales, ?qu¨¦ hace diferente hoy la de Venecia?
RESPUESTA. Existen dos factores, uno hist¨®rico y otro estructural. La estructura de los pabellones es ¨²nica. Contamos con 64, y eso quiere decir que las naciones han decidido tener su pabell¨®n, no existe el deseo de ser encerradas en una globalidad abstracta. Cuando la Biennale naci¨®, en 1895, fue pensada como un evento con una gran autonom¨ªa interna que deb¨ªa enfrentar la identidad de los diferentes pa¨ªses, en la idea de que una ciudad antigua e hist¨®rica deb¨ªa potenciar un evento contempor¨¢neo. Otras ciudades que se han planteado un acontecimiento similar no piensan en la especificidad de su realidad. ?Cu¨¢l es el motivo de que Valencia tenga su bienal? Esa necesidad es, la mayor¨ªa de las veces, la de ser copia de otra cosa.
P. ?C¨®mo piensa organizar el pabell¨®n italiano?
R. El arte italiano forma parte de un contexto mundial, y en ese sentido no distingo entre artistas internacionales e italianos, sino entre los artistas que trabajan en sinton¨ªa con el tiempo que les ha tocado vivir. En el pabell¨®n italiano trabajar¨¦ con Daniel Birnbaum en una exposici¨®n internacional, adem¨¢s hemos pensado reservar una zona, comisariada por Massimiliano Gioni y que estar¨¢ dise?ada por j¨®venes arquitectos italianos, que dar¨¢ visibilidad a las nuevas generaciones de creadores del pa¨ªs.
P. En la edici¨®n de 1999 y 2001, Harald Szeemann import¨® el arte de los pa¨ªses asi¨¢ticos y del norte de Europa. ?Cu¨¢l ser¨¢ su apuesta?
R. Me interesan los pa¨ªses que est¨¢n en una situaci¨®n de transformaci¨®n o tensi¨®n social, como Polonia. En Israel he encontrado una situaci¨®n muy rica y viva. Turqu¨ªa tambi¨¦n es un caso curioso. No quiero viajar demasiado, todav¨ªa he de hacer mi mapa del mundo.
P. Usted ha afirmado: "Lo importante ya no es aquello que de artista yace en un ser humano, sino al contrario, la exploraci¨®n del ser humano en el interior del artista".
R. Me interesa mostrar la especificidad del arte y que a trav¨¦s de ¨¦l el espectador pueda reencontrar el mundo. No me interesa el artista pol¨ªtico sino la pol¨ªtica del artista. El artista lleva el mundo dentro de ¨¦l y su misi¨®n es dar al espectador la posibilidad de captar la transformaci¨®n del mundo. Hay que volver al teatro, pero en el sentido antiguo, mirar el mundo como representaci¨®n.
R. S¨ª, yo he pensado que no era bueno hacer una muestra que fuera simplemente arte ligado al arte, o que s¨®lo funcionase el "conflicto", como pas¨® en la anterior Documenta, una muestra interesante, por otra parte, aunque m¨¢s ambigua que la de Catherine David, en la que creo, hubo un di¨¢logo y una contradicci¨®n m¨¢s fuerte entre una necesidad social y pol¨ªtica y una necesidad creativa y art¨ªstica. Creo que hay una tercera v¨ªa, acercar el arte al p¨²blico a trav¨¦s de una selecci¨®n de temas de la esfera social, con comisarios diversos que trabajen con unas l¨ªneas de pensamiento que puedan identificarse con el individuo como espectador. Se tratar¨ªa de componer un mapa que abarcar¨ªa diversas ¨¢reas, como las islas de un archipi¨¦lago, cada uno con su propia identidad e independencia. El espectador har¨¢ su propio itinerario personal con las varias tendencias y realidades espec¨ªficas del arte contempor¨¢neo. Sue?o y conflicto es el mundo global opuesto a su fragmentaci¨®n pol¨ªtica y geogr¨¢fica, las aspiraciones nacionales en contraste con los logros internacionales. Y en estos momentos, especialmente, si hablamos de paz debemos hablar tambi¨¦n de arte. El artista puede representar la guerra, incluso se puede crear en circunstancias muy dif¨ªciles, como ocurri¨® en Sarajevo o Palestina. El arte es necesario porque es una actividad totalmente in¨²til, no salva vidas, no da de comer y es lo opuesto a la guerra. En teor¨ªa, es posible pensar el mundo sin arte, pero no sin guerra. Pero el arte, al final, permanece como un s¨ªmbolo m¨¢s fuerte que la guerra, y eso se ver¨¢ reflejado de alguna manera en la Biennale.
R. Creo en el dicho zen de que el verdadero poder es no tener poder. He dado total autonom¨ªa a los comisarios. Hemos hablado y discutido mucho, pero a partir de ah¨ª no interfiero en sus trabajos. Pero soy el director y, por tanto, el responsable final. No he querido que hubiera una visi¨®n ni una l¨®gica ¨²nica, la fuerza de esta bienal es la aut¨¦ntica autonom¨ªa de los diferentes proyectos.
P. En Espa?a, la elecci¨®n de Santiago Sierra para el pabell¨®n espa?ol ha sido pol¨¦mica...
R. Es un artista que no me interesa en absoluto. En M¨¦xico le detestan, dicen que es un explotador.
P. ?Qu¨¦ piensa del intento de Berlusconi de privatizar la gesti¨®n de los museos?
R. Es peligroso. Yo vivo en Am¨¦rica, all¨ª los museos son privados y despu¨¦s se convierten en p¨²blicos, aunque de gesti¨®n privada. En Italia, por el contrario, hay un patrimonio art¨ªstico ¨²nico y la idea de privatizarlo es absurda. El problema est¨¢ en que el Estado no gestiona de forma eficiente y la estructura burocr¨¢tica es mastod¨®ntica. Eso es lo que habr¨ªa que cambiar.
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