Discursos alarmistas
La amenaza del terrorismo es bien real. Por eso sobran y se hacen sospechosos de manipulaci¨®n los discursos pol¨ªticos que hinchan esa amenaza hasta el paroxismo, provocando una interesada e injustificada alarma sobrea?adida en la poblaci¨®n. El caso de los 16 ciudadanos argelinos detenidos el pasado 24 de enero en Catalu?a bajo la sospecha de formar una c¨¦lula de la red terrorista Al Qaeda y de tener en su poder sustancias qu¨ªmicas para cometer atentados es un buen ejemplo de esta manipulaci¨®n alarmista. Sin esperar a los resultados de la investigaci¨®n judicial y sin respetar la presunci¨®n de inocencia, el presidente Aznar se dio prisa en presentar a los detenidos como unos peligrosos terroristas dispuestos a "la comisi¨®n de atentados con explosivos y con material qu¨ªmico". Incluso la Administraci¨®n de Bush, inducida sin duda por el Gobierno espa?ol, lleg¨® a utilizar este caso en su intento de obtener el apoyo del Consejo de Seguridad a la intervenci¨®n militar en Irak.
Ese discurso ha quedado desautorizado tras la correspondiente investigaci¨®n judicial. El juez de la Audiencia Nacional ha puesto en libertad a 14 de los 16 acusados, todos ellos residentes legales en Espa?a, tras comprobar mediante los correspondientes an¨¢lisis que los productos qu¨ªmicos que dieron pie a Aznar para anunciar a la poblaci¨®n "la comisi¨®n de atentados" son inocuos. No obstante, y a petici¨®n del fiscal, el juez no ha retirado la inicial acusaci¨®n de colaboraci¨®n con banda armada hasta aclarar los contactos que, seg¨²n la justicia francesa, han podido tener algunos de los acusados con presuntos terroristas isl¨¢micos detenidos en Francia. Dos de ellos siguen en prisi¨®n porque queda por comprobar la finalidad ¨²ltima de diversos ¨²tiles para la falsificaci¨®n de documentos encontrados en su poder.
Si esta historia hubiera quedado circunscrita al terreno policial y judicial no tendr¨ªa nada de an¨®mala. La polic¨ªa actu¨® correctamente al detener a unas personas sospechosas de relaciones terroristas y ponerlas a disposicion judicial junto a las presuntas pruebas de su delito. Y la justicia no ha actuado menos correctamente al determinar que esas personas no constituyen un grupo terrorista preparado para actuar y que las pruebas presentadas contra ellas no son tales. Ser¨ªa terrible que en una democracia lo que hace la polic¨ªa fuera siempre corroborado por los jueces.
Lo an¨®malo de esta historia es el uso inmediato que hizo de ella Aznar para defender su posici¨®n sobre la guerra contra Irak y apoyar la tesis de la relaci¨®n de este pa¨ªs con la red terrorista de Bin Laden. Esa historia, al menos tal como la cont¨® Aznar, ha sido desmentida por los hechos. No sirve para hacer al terrorismo m¨¢s amenazante de lo que ya es, ni m¨¢s defendible la posici¨®n del Gobierno en el conflicto de Irak, ni para dar mayor verosimilitud a la presunta relaci¨®n del r¨¦gimen de Sadam Husein con Al Qaeda. Y adem¨¢s de manipulada, esta historia ha resultado tremendamente perjudicial para unos ciudadanos cuyos derechos -en especial la presunci¨®n de inocencia- han sido sacrificados a las exigencias de un determinado discurso pol¨ªtico contra el terrorismo.
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