Los tres retos de La Caixa
El tercer grupo financiero espa?ol afronta serios desaf¨ªos para competir con SCH y BBVA
Octubre pasado. Luis ?ngel Rojo, ex gobernador del Banco de Espa?a, plantea abiertamente en Salamanca su preocupaci¨®n por el mantenimiento de las diferencias legales entre cajas y bancos cuando desde finales de los setenta pueden realizar las mismas operaciones. Rojo precisa: "La disparidad existente entre el marco regulador de los bancos y las cajas de ahorros es d¨ªficil de soportar durante mucho tiempo". El profesor llama la atenci¨®n sobre una asimetr¨ªa: las cajas pueden comprar bancos, pero los bancos no pueden comprar cajas, porque ¨¦stas carecen de acciones.
La capitalizaci¨®n de las cajas, un debate heredado de los ochenta y cuyo ¨²ltimo escarceo se ha producido en el marco de la Ley Financiera, no ha sido ajeno al sonado relevo en La Caixa.
La capitalizaci¨®n de la entidad queda pendiente, so pena de limitar su crecimiento
Fornesa deber¨¢ asegurar el equilibrio de la c¨²pula tras las maniobras de CiU
Tras su fusi¨®n con La Caixa de Barcelona en 1990, La Caixa se convirti¨® en la tercera entidad financiera espa?ola. Entonces los tres grandes grupos bancarios corr¨ªan parejos: Central Hispano (5,3 billones de pesetas), Bilbao Vizcaya (4,8) y La Caixa (3,9). Pero durante la ¨²ltima d¨¦cada, el sistema financiero espa?ol ha registrado una intensa concentraci¨®n, alumbrando dos gigantes, SCH y BBVA. La Caixa sigue en tercer lugar, pero ahora a una gran distancia. Sus activos, de 103.000 millones de euros, no alcanzan la mitad de los dos grandes bancos.
Desde finales de los noventa, el anterior presidente, Josep Vilarasau era consciente de que, con el marco jur¨ªdico vigente, La Caixa hab¨ªa tocado techo. Sin acciones que poder intercambiar, sus posibilidades de crecimiento quedaban limitadas. Los instrumentos de capitalizaci¨®n como la deuda subordinada, emisiones preferentes o cuotas participativas resultaban insuficientes.
Durante 1999, coincidiendo con su paso de la direcci¨®n general a la presidencia, Vilarasau "confi¨® sus preocupaciones y proyectos" al presidente de la Generalitat, Jordi Pujol -coinciden un diputado nacionalista y un relevante consejero de su Gobierno-, y luego, al vicepresidente del Ejecutivo central, Rodrigo Rato. La f¨®rmula barajada era la seguida por las cajas italianas como Cariplo, la primera caja del mundo, en la que una fundaci¨®n controlaba la mayor¨ªa del capital y el resto estaba en el mercado.
Pujol acogi¨® bien la idea que posibilitar¨ªa crear un gran banco en el escenario espa?ol y europeo controlado por una fundaci¨®n de sede catalana, indican fuentes de la entidad. Pujol y Vilarasau atravesaban una ins¨®lita luna de miel. El presidente de la Generalitat se mostraba, en privado, encantado con la labor realizada por el financiero, a quien consideraba "como la mejor garant¨ªa" de futuro de la entidad.
Pero la reorganizaci¨®n del nuevo equipo directivo con Vilarasau como presidente, conservando de facto muchas de sus funciones anteriores, y los dos nuevos directores generales -Isidre Fain¨¦ en La Caixa y Antoni Brufau en el grupo empresarial- no fue f¨¢cil. La cuesti¨®n sobre cu¨¢l de los directores generales ejercer¨ªa el voto en el consejo result¨® pol¨¦mica y caus¨® un primer enfrentamiento entre Vilarasau y el flamante consejero de Econom¨ªa, Artur Mas.
Empate transitorio. Mas acept¨® al fin la existencia de dos directores generales, y como tal figuran inscritos en el Registro de Econom¨ªa. Y Vilarasau admiti¨® que el voto s¨®lo lo ejercer¨ªa el director general de la entidad, Isidre Fain¨¦. Era la f¨®rmula inicial prevista por Vilarasau, pero que despu¨¦s deriv¨® al voto compartido o mancomunado con el prop¨®sito de lograr el m¨¢ximo equilibrio entre los directores, seg¨²n distintas fuentes de la entidad.
Estos pulsos fraguaron otro marco de relaciones entre La Caixa y los j¨®venes turcos que aspiraban a la sucesi¨®n de Pujol. El nuevo conseller en cap, Artur Mas, y el nuevo consejero de Econom¨ªa, Francesc Homs, ya no ve¨ªan a Vilarasau con la admiraci¨®n de Pujol, motivada por la capacidad del cajero de construir la entidad financiera que ¨¦l hab¨ªa anhelado y no supo edificar.
Para Mas y Homs, La Caixa era una instituci¨®n "demasiado poderosa" que desbordaba el marco legal y escapaba a su control, reconocen sus pr¨®ximos.
Surgi¨® as¨ª un nuevo escenario. La lucha por el poder que supone La Caixa sustituy¨® a los debates y las iniciativas para reformar las leyes de cajas estatal y auton¨®mica de 1985. Al nuevo Ejecutivo aut¨®nomo de la Generalitat ya no le preocupaba establecer un nuevo marco legal que asegurara el crecimiento y el desarrollo de las cajas. Todo era ya m¨¢s simple: para mandar desde la Administraci¨®n era m¨¢s eficaz reemplazar al demasiado independiente Vilarasau por alguien de la propia cuadra.
A escondidas y aprovechando el tr¨¢mite de la Ley Financiera, CiU propuso incluir en la ley el l¨ªmite de edad de los 70 a?os para los consejeros. El objetivo era "colocar a Miquel Roca en la poltrona" de La Caixa, reconoce a EL PA?S otro consejero de la Generalitat. Descubierta la maniobra, tras reiteradas negativas p¨²blicas de Mas, Homs y Pujol, el Gobierno catal¨¢n forz¨® leyes e instrucciones para echar a Vilarasau al establecer el l¨ªmite de 20 a?os sumando los a?os de director general y consejero. Parad¨®jico: La Caixa no existir¨ªa hoy si a su fundador Francesc Moragas le hubieran aplicado este diktat: la dirigi¨® 31 a?os. Un dicktat, adem¨¢s, est¨¦ril, pues no ha resuelto ninguno de los problemas de capitalizaci¨®n de la entidad.
El segundo reto es el mantenimiento del equilibrio dentro del nuevo equipo directivo. El prestigio del nuevo presidente Ricard Fornesa sobre los dos directores generales, colegas durante a?os, es la gran ventana de oportunidad. Pero, como el mismo Fornesa ha se?alado, no dispondr¨¢ del mismo tiempo que su antecesor. Ello revertir¨¢ en un mayor protagonismo de Fain¨¦. Junto a ello, la envergadura de las operaciones en las que est¨¢ comprometida La Caixa, como la oferta p¨²blica de adquisici¨®n de acciones (OPA) de Gas Natural a Iberdrola, requiere tambi¨¦n la m¨¢xima compenetraci¨®n del equipo.
La Caixa, como el resto de las cajas, ha quedado al margen de las iniciativas legales que promueven el establecimiento de pr¨¢cticas de buen gobierno, la m¨¢xima transparencia en la gesti¨®n y una obra social que debe ser repensada. Nadie cree que puedan limitarse al mecenazgo cultural o a compensar los d¨¦ficit en las pol¨ªticas sociales de los Gobiernos, que deben ser cubiertos con recursos presupuestarios. Las cajas, y sobre todo las supercajas, La Caixa y Cajamadrid, pueden seguir siendo lo que son durante muchos a?os. Pero tambi¨¦n pueden perder la oportunidad de dar un nuevo salto adelante.
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