Un escudo de humo cubre Bagdad
El Ej¨¦rcito iraqu¨ª quema petr¨®leo en trincheras y descampados de la capital para tratar de protegerla de los ataques
El horizonte de Bagdad evocaba ayer estampas de una ciudad prepar¨¢ndose para afrontar una batalla medieval. Algo tan antiguo como el humo era el escudo con el que el Ej¨¦rcito iraqu¨ª pretend¨ªa repeler los ataques a¨¦reos de Estados Unidos. A la una de la tarde, decenas de columnas de humo provocadas por la quema de petr¨®leo empezaron a arder en la periferia de la ciudad. Formaban un anillo negro que se elevaba cada vez m¨¢s sobre las casas. Los ni?os segu¨ªan jugando al f¨²tbol descalzos, bien sobre el cemento o sobre la tierra. La mayor¨ªa de los comercios continuaban cerrados por tercer d¨ªa consecutivo. Los soldados descansaban en sus trincheras. Y a las cinco de la tarde en Espa?a, las siete en Bagdad, una gigantesca c¨²pula de humo cubr¨ªa casi todo el cielo de la ciudad.
En algunos puntos, como el cuartel de Rashid, los soldados incendiaron el petr¨®leo sobre trincheras que hab¨ªan cavado d¨ªas antes. Y en otros lugares utilizaron descampados. La gente, una vez m¨¢s parec¨ªa o fing¨ªa tom¨¢rselo con cierta calma. "Son cosas de militares", comentaba uno de los pocos comerciantes que abre durante la guerra y que ha encarecido sus productos de forma considerable. "Yo creo que puede servir para impedir las fotos por sat¨¦lite", se?alaba un conductor. Sirviera o no el escudo de humo, el hecho es que nada m¨¢s hacerse de noche comenz¨® de nuevo a llover fuego.
Esa misma ma?ana, el panorama en la ciudad acusaba los estragos de los mil misiles que los norteamericanos hab¨ªan lanzado la noche anterior. Desde la carretera que pasa al lado de una tapia de tres metros se pod¨ªa ver el Palacio de la Paz, uno de los m¨¢s conocidos de la ciudad, con una c¨²pula enorme y grandes esculturas sobre el tejado, visiblemente alcanzado, como si un proyectil hubiese penetrado limpiamente en su interior y lo hubiese quemado por dentro. Dos minutos en coche m¨¢s all¨¢, a la orilla del r¨ªo Tigris, hab¨ªa otro edificio, parte del complejo presidencial, aplastado como una caja de cerillas. Y cinco minutos despu¨¦s, sin bajarse del coche, se pod¨ªa observar el estado ruinoso en que qued¨® la sede del Servicio Central de Inteligencia. A pesar de que este edificio se encuentra rodeado de varias viviendas civiles de m¨¢s de diez pisos de altura, ninguna de ellas fue alcanzada.
"Los americanos no quieren derribar los puentes ni las centrales el¨¦ctricas ni las refiner¨ªas", comentaba un mec¨¢nico, "porque saben que despu¨¦s tendr¨¢n que reconstruirlas. No lo hacen por nuestro bien, sino por el bien de ellos. Los americanos crearon el problema primero. ?Y ahora, qu¨¦ quieren?".
En la otra punta de la ciudad, un edificio militar parec¨ªa alcanzado tambi¨¦n, aunque levemente. "La bomba explot¨® en el aire", comentaba un vecino peluquero. "Pero su efecto, incluso en esta casa, fue terror¨ªfico. Las ventanas se abrieron y se cerraron tres o cuatro veces. Y nosotros, que como usted ve somos una familia de nueve miembros, nos metimos aqu¨ª, en este descansillo de dos metros cuadrados, que es el ¨²nico que no tiene cristales y ah¨ª nos quedamos durante tres o cuatro horas, sin atrevernos a salir. No hemos pegado ojo en toda la noche". En efecto, desde el nieto de cuatro a?os hasta la abuela de 72, todos aseguraron pasar la noche all¨ª de pie. "Yo quer¨ªa subir al tejado", comentaba un hombre de 38 a?os, "porque combat¨ª en Kuwait y a m¨ª estas cosas no me asustan, pero mi mujer me lo quit¨® de la cabeza".
Fuentes del Ministerio de Exteriores indicaron que la mayor¨ªa de los edificios oficiales alcanzados estaban vac¨ªos, sin nada ni nadie. Y que el resto estaba ocupado por civiles. Sin embargo, uno de los vecinos pr¨®ximos al cuartel que ayer se encontraba vac¨ªo, con las ventanas rotas y abiertas y las paredes parcialmente quemadas, indic¨® que todos los d¨ªas sol¨ªa acudir gente a ese lugar. Las mismas fuentes indicaron que algunos milicianos del Partido Baaz, en el poder, hab¨ªan sido heridos por la propia artiller¨ªa iraqu¨ª de fuego antia¨¦reo. "Cuando se tira al cielo y no se da al blanco, el hierro cae y puede hasta matar a una persona", se?al¨® un vecino.
Cuando a uno de los vecinos que viven cerca de los cuarteles bombardeados se le plantea si cree que los norteamericanos quieren demostrar al pueblo iraqu¨ª que s¨®lo pretenden derrocar a Sadam Husein y no hacerle da?o al pueblo, contesta: "Esto es una guerra y yo los he visto en Kuwait. Cuando entren en Bagdad, si la batalla va a ser calle a calle, como parece, a ellos no les importar¨¢ la vida de un ni?o, ni de una mujer, ni de un anciano. Es la guerra. Y funciona as¨ª. Adem¨¢s, cuando tengan que dejar a la ciudad sin luz y sin comunicaciones, lo har¨¢n. Tengo un amigo en Basora que me lo ha dicho: que llevan varios d¨ªas sin corriente el¨¦ctrica. Y eso har¨¢n cuando asedien Bagdad".
Las 'ratas' acechan la capital
En la campa?a para la liberaci¨®n de Kuwait, en 1991, la S¨¦ptima Brigada Blindada brit¨¢nica, m¨¢s conocida como las ratas del desierto, acompa?¨® a las tropas de EE UU hasta los ¨²ltimos combates en el sureste de Irak contra la Guardia Republicana de Sadam. En la actual guerra contra Irak, esta brigada de ¨¦lite est¨¢ dispuesta a llegar m¨¢s lejos: consolidar su posici¨®n en Basora (donde ayer participaba en intensos combates con las fuerzas iraqu¨ªes) para convertirse en la punta de lanza de la toma de Bagdad.
Las ratas del desierto nacieron en 1938, como una fuerza especial de operaciones de exploraci¨®n del Gobierno brit¨¢nico en el norte de ?frica. Durante la II Guerra Mundial repelieron con ferocidad la invasi¨®n italiana y alemana, con la c¨¦lebre Operaci¨®n Crusader (1941), una acci¨®n que a?o tras a?o conmemora el Ej¨¦rcito brit¨¢nico.
Despu¨¦s de la guerra, la S¨¦ptima Divisi¨®n Blindada fue desmantelada, pero en 1981 resurgi¨®, conservando el jerbo (un roedor africano) como distintivo. Adem¨¢s de sus campa?as en el Golfo, las ratas han entrado en acci¨®n en Bosnia y Kosovo, donde tambi¨¦n han participado en misiones de mantenimiento de la paz.
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