?Est¨¢ condenada la ONU?
La negativa estadounidense a participar en la Liga de Naciones fue uno de los principales factores de su sistem¨¢tica ineficacia. Esa negativa estuvo motivada por un proyecto de pol¨ªtica exterior estadounidense (en 1920) que es ahora totalmente contempor¨¢neo: el ejercicio solitario e ilimitado del poder. El ataque contra Irak no es m¨¢s que el ¨²ltimo, si bien el m¨¢s flagrante, episodio en la campa?a del Gobierno de Bush para destruir el sistema de leyes y tratados internacionales que tanto ha costado construir y que ha dado a nuestro fr¨¢gil y brutal orden internacional una m¨ªnima coherencia moral.
El rechazo del Tratado de Kioto, la anulaci¨®n de los tratados sobre control de armamento, el ataque contra la Corte Penal Internacional y el c¨ªnico uso de los "derechos humanos" como instrumento de propaganda precedieron a las violaciones del derecho internacional (y estadounidense) que supuso el trato dado a los "terroristas". Bush (con el bochornoso aplauso atronador del Congreso) alarde¨® del trabajo de sus escuadrones de la muerte. Con la guerra, el desprecio estadounidense por lo que la declaraci¨®n de independencia denominaba "un decente respeto a las buenas opiniones de la humanidad" parece ilimitado.
Una Europa fiel a s¨ª misma encontrar¨ªa aut¨¦nticos aliados en Estados Unidos
?Significa esto que, m¨¢s bien antes que despu¨¦s, Naciones Unidas quedar¨¢ reducida a una impotencia hist¨®rica? No hay raz¨®n para pensarlo, y s¨ª todas las razones para luchar por conseguir el resultado opuesto. El pr¨®ximo presidente de Estados Unidos, apoyado por las corrientes internacionalistas, dem¨®cratas y socialcristianas de la opini¨®n estadounidense, podr¨ªa muy bien invertir la marcha del unilateralismo de Bush. (Recordemos que empezamos a luchar contra el pueblo filipino en 1898, y que nuestras tropas siguen haci¨¦ndolo. Y, lamentablemente, quiz¨¢ tengamos que experimentar un nuevo env¨ªo de tropas a Cuba). En ning¨²n caso es Estados Unidos la nueva Roma, ni siquiera el imperio brit¨¢nico. Sus conflictos y sus debilidades interiores son demasiado grandes, y el resto del mundo no es ni tan est¨²pido ni tan sumiso como pensaban los arrogantes ide¨®logos de la Casa Blanca.
El mundo sigue siendo, de hecho, multipolar. Naciones Unidas, y sus organizaciones funcionales (OIT, OMC, UNCTAD, OMS, FAO) son indispensables. La airada respuesta de buena parte del mundo civilizado contra la brutal transgresi¨®n de la legalidad internacional por parte de Bush demuestra cu¨¢ntas de las esperanzas de una humanidad torturada est¨¢n puestas en el corpus de derecho internacional alcanzado. M¨¢s que nunca, Naciones Unidas se ha convertido en el centro real y simb¨®lico de la pol¨ªtica mundial.
Es lamentable que no exista un ej¨¦rcito permanente de Naciones Unidas bajo el control del secretario general. Es m¨¢s lamentable a¨²n que la composici¨®n del Consejo de Seguridad date del intento de 1945 de desarrollar un orden internacional de posguerra. En nuestro mundo, Brasil, la UE, Egipto, India, Jap¨®n y Sur¨¢frica deber¨ªan estar incluidos en un Consejo de Seguridad que funcionase con reglas m¨¢s flexibles. Har¨¢n falta d¨¦cadas para establecer una regulaci¨®n m¨¢s eficaz de los conflictos internacionales, un nuevo l¨ªmite a las intervenciones, un derecho de intervenci¨®n nuevo y m¨¢s amplio. China, Francia, Alemania y Rusia han abierto un espacio hist¨®rico para el proyecto al rechazar la exigencia estadounidense de que se ampl¨ªe de manera ilimitada la soberan¨ªa de Estados Unidos. Sin embargo, es muy improbable que se produzca una simple regresi¨®n al antiguo sistema westfaliano de cambio de alianzas entre Estados nacionales. Los procesos y las estructuras de las relaciones internacionales se han vuelto demasiado interdependientes: la soberan¨ªa nacional total es un mito. Y no lo es menos para Estados Unidos (piensen en nuestro d¨¦ficit comercial y nuestra dependencia militar de bases que, como han demostrado los turcos, se nos pueden negar).
Mientras tanto, B¨¦lgica, Francia y Alemania (y la gran mayor¨ªa de la poblaci¨®n de la UE y de los pa¨ªses que en la actualidad solicitan su ingreso en la misma) han emitido una declaraci¨®n de independencia europea. Bush ha respondido como respondi¨® Jorge III al desaf¨ªo de los colonos norteamericanos en 1776. La lucha por independizarse de EE UU dominar¨¢ ahora la pol¨ªtica en y entre las naciones europeas. Una UE independiente puede ocupar un lugar en el mundo en consonancia con las tradiciones europeas de libertades civiles, responsabilidad por el futuro humano y solidaridad moral. Los aut¨¦nticos internacionalistas de Europa est¨¢n ahora obligados a oponerse a la cuadrilla estadounidense de Europa, profundamente introducida en los medios, la pol¨ªtica y la econom¨ªa. Esa cuadrilla representa verdaderos intereses europeos: est¨¢ compuesta por los siervos del capital transnacional que ocupan el espacio transatl¨¢ntico. En cuanto a la "comunidad de valores" evocada por los amigos europeos de Bush..., es dif¨ªcil saber si ¨¦stos nos desprecian tanto a los dem¨¢s como la Casa Blanca o si son v¨ªctimas de la guerra psicol¨®gica estadounidense, o ambas cosas. Seguramente Aznar, Barroso, Blair, Berlusconi y Merkel no deseen declarar que sus valores incluyen un entusiasmo por el nacionalismo autoritario estadounidense, la aplicaci¨®n despiadada de la pena de muerte, el darwinismo social, el farise¨ªsmo y la guerra preventiva, esta ¨²ltima, por supuesto, reservada a su Gran Hermano.
Los problemas de la enfermedad, el hambre, la pobreza y la tiran¨ªa s¨®lo se pueden resolver internacionalmente. Las relaciones de poder existentes (y la soberan¨ªa del mercado que tan descaradamente pretenden imponer EE UU y su cuadrilla en Europa) no s¨®lo hacen imposible que se alcance la justicia social, sino que son una amenaza para la decencia moral que posibilita el progreso social experimentado en Europa en el pasado medio siglo.
Europa no puede americanizar sus instituciones econ¨®micas y sociales y seguir siendo independiente. Ni siquiera puede seguir siendo europea, excepto en el sentido en que lo fueron antepasados recientes que ha hecho muy bien en enterrar. Una contribuci¨®n europea a la lucha por una ONU capaz de instituir una resoluci¨®n pac¨ªfica de los conflictos, y de proseguir la institucionalizaci¨®n de la democracia y los derechos humanos tiene un prerrequisito europeo. Dicho prerrequisito es la continuaci¨®n del proceso de unificaci¨®n de Europa en torno a los valores democr¨¢ticos y de subordinaci¨®n del mercado a las instituciones de solidaridad.
?sos son los valores de la democracia estadounidense sostenidos por el considerable segmento de nuestra sociedad que se afilia a las nobles tradiciones de Franklin Roosevelt, y no a la s¨®rdida brutalidad de Bush. En otras palabras, una Europa fiel a s¨ª misma encontrar¨ªa aut¨¦nticos aliados en EE UU, as¨ª como resonancia en buena parte del resto del mundo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.