Otra forma de ver teatro
El p¨²blico de teatro no es tonto. En Barcelona han pretendido deslumbrarle con mastod¨®nticos edificios donde el espectador ha de superar, entre otras pruebas, la dura realidad de lanzarse a la caza de un taxi que, a las doce de la noche, parece no existir. Por supuesto que no existe autob¨²s y que, por ejemplo en Montju?c, el metro m¨¢s pr¨®ximo est¨¢ a un kil¨®metro. Mastod¨®nticos edificios, digo, donde, a veces hasta da reparo entrar en el patio de butacas porque apenas hay treinta espectadores, tan desconcertados como uno mismo. Para ir a esos teatros se necesita voluntad y amar el riesgo, ya que encima puedes encontrarte una obra que no colma tus expectativas. Con este panorama, es como un vaso de agua fresca encontrar un teatro de dimensiones min¨²sculas, alejado de la verborrea oficial y que s¨®lo depende de su taquilla para subsistir, en una ciudad que no es Barcelona y situado en una peque?a plaza en pleno barrio de putas. El teatro se llama Sala Trono y lo descubr¨ª paseando por las viejas murallas de Tarragona, a las que en su d¨ªa dediqu¨¦ otra cr¨®nica.
Con esp¨ªritu teatrero y festivo se cre¨®, en 1989, el colectivo de teatro Trono Villegas, que ahora dirige la Sala Trono de Tarragona
Para situar el origen de este teatro reci¨¦n estrenado debemos retroceder m¨¢s de veinte a?os, cuando un pu?ado de j¨®venes poco m¨¢s que adolescentes heredaron lo que ya hab¨ªa recuperado la Colla Sardanista Joventut de Tarragona, un baile del siglo XVI llamado Dames i vells. Esos, entonces, muchachos recuperaron el sainete entero: una farsa -o ball parlat- basada en las peripecias de unas j¨®venes damas casadas con unos viejos taca?os que las tienen fritas. Al final, s¨®lo las fuerzas vivas -el alcalde, el obispo y el guardia civil- consiguen poner las cosas en su sitio. Los delirantes y descarados di¨¢logos culminan con feroces cr¨ªticas a la realidad social y pol¨ªtica del momento, algo que aceptan -y siempre temen- las autoridades locales. Dames i vells es una de las comparsas m¨¢s esperadas y queridas de Santa Tecla, la fiesta mayor de Tarragona.
Con este esp¨ªritu teatrero y festivo se cre¨®, en 1989, el colectivo de teatro Trono Villegas, que asumi¨® la direcci¨®n de Dames i vells. "La organizaci¨®n del grupo es libertaria y nos regimos por asamblea", afirma Oriol Grau, que es el director teatral de Trono. La mayor¨ªa de sus obras las firman ellos y algunos de sus actores han saltado a TV-3 en los programas de Toni Soler y Andreu Buenafuente. Trono Villegas ensayaba en unos bajos cedidos por el Ayuntamiento, muy cerca de la catedral. Este barrio, en otros tiempos oscuro y con olor a meados, el Porompompero a toda marcha y las inconfundibles lucecitas rojas que anunciaban un puticlub de baja estofa, es ahora reclamo de turistas que se pasean, como esta ma?ada soleada de s¨¢bado, en busca del claustro de la catedral o el taller de cer¨¢mica de autor que les vende el souvenir. Muchas de las casas son ahora solares donde se pasean los gatos, las fachadas aparecen reci¨¦n pintadas, como nuevas. ?Estar¨¢n renovadas, tambi¨¦n, las casas por dentro?, me pregunto viendo salir al balc¨®n a una viejecita con bat¨ªn que echa comida a los gatos.
Y ya estoy en la plaza de Dames i Vells, regalo del Ayuntamiento con motivo del vig¨¦simo aniversario del renacimiento del viejo sainete. Y, precisamente, en la fachada del teatro han colgado a seis de los personajes que parecen espiar y controlar el cotarro de lo que se cuece por all¨ª. Montse Teuler y M¨®nica L¨®pez, dos de las actrices de Trono, me cuentan c¨®mo montaron el teatro casi con sus propias manos. "No tenemos ni hemos tenido subvenciones de ning¨²n tipo. Y eso nos gusta porque no dependemos de nadie. El ¨²nico pacto es con la universidad, que nos otorga un pr¨¦stamo sin intereses para las obras de Trono. Y siempre se lo devolvemos. Nosotros no cobramos nada, claro". Y me ense?an, junto con Oriol Grau, la peque?a maravilla que, entre todo el grupo, han levantado. Hay un viejo decorado de una de sus obras que ahora se utiliza como parte de una pared, hay puertas que son un collage hecho a mano, las sillas se las tapizaron ellos... Parece un cuento de hadas hecho realidad. Algo que ya no existe. Ninguno de ellos disimula su emoci¨®n mientras recorremos las dependencias. Apenas cincuenta butacas que se llenan hasta los topes cada dos viernes. La entrada vale 10 euros y con esto pagan la actuaci¨®n y les queda algo para el mantenimiento del local, que sigue siendo del Ayuntamiento -o de la ciudad, vaya-. La sala Trono ha ideado otro invento que es la entrada de 15 euros que da derecho a una cena ligera -o un ressop¨®- despu¨¦s del espect¨¢culo. Para este verano tienen pensado aprovechar el espacio de la plaza con alguna actuaci¨®n musical, una barra de bar... A Montse le brillan los ojos cuando habla de este teatro y sus proyectos. "Era nuestro sue?o", comenta. Y corrobora Oriol: "Todo eso ser¨ªa impensable en Barcelona".
La plaza de Dames i Vells se asienta en lo que era una peque?a iglesia. Se adivina por la forma de la planta, que se ha querido conservar y que ahora parece hecha expresamente para ser utilizada de foso y meter a unos m¨²sicos. Y cuando les dejo sigo paseando por esa parte de la Tarragona m¨¢s vieja. No he encontrado muchos vestigios de lo que fue el barrio de putas m¨¢s famoso del Camp de Tarragona, pero Oriol me ense?a las inconfundibles lucecitas de un bar. Dice que les gustar¨ªa que los vecinos se acercaran al teatro. Pero, como ¨¦l, lo veo dif¨ªcil.
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