Ricos de solemnidad
Hay acciones que, independientemente de su legalidad, indignan. Es el caso de los pagos hechos por Emilio Bot¨ªn, presidente del BSCH, a Jos¨¦ Mar¨ªa Amus¨¢tegui, ex copresidente, durante breve tiempo, de la actual entidad financiera resultante de la fusi¨®n del Santander y el Central Hispano, en cumplimiento de un contrato firmado el 15 de enero de 1999, que estipulaba la cantidad que recibir¨ªa cuando se jubilara, en agosto de 2001, y que, por razones que se ignoran pero presumibles, fue burlado al control del Banco de Espa?a.
Emilio Bot¨ªn, es, sin duda, uno de los individuos m¨¢s poderosos de Espa?a. ?l lo sabe. S¨®lo un hombre consciente de ese inmenso poder puede hablar ante una c¨¢mara de televisi¨®n, tras la salida de un juzgado, con el aplomo con que lo hizo para explicar que ¨¦l, y s¨®lo ¨¦l, decidi¨® pagarle a su antiguo compa?ero en la presidencia del banco la cantidad de siete 7.271 millones de pesetas (43,7 millones de euros), como premio por sus extraordinarios servicios, sin aclarar cu¨¢les eran ¨¦stos.
Para darles una idea cabal de la enormidad del premio les informo que es la duod¨¦cima parte, m¨¢s o menos, del presupuesto del Ayuntamiento de Valencia para el ejercicio actual. Para entenderlo mejor, pasemos a medirlo en t¨¦rminos de renta personal. Seg¨²n el Anuario Estad¨ªstico de la Ciudad de Valencia, que toma como fuente datos fiscales, la base imponible media de los valencianos residentes en la ciudad fue de 14.913,18 euros, en 1998. Suponiendo que un vecino tipo trabajara durante treinta a?os seguidos, habr¨ªa ganado al final de su vida laboral unos 450.000,00 euros. En consecuencia, el premio -que m¨¢s parece un bot¨ªn- a Amus¨¢tegui, equivale a lo que habr¨ªan acumulado 97 valencianos durante toda su vida activa. Semejante desproporci¨®n -y desprop¨®sito- pone los pelos de punta e indica que en esta sociedad capitalista en la que nos movemos, los valores morales marchan mal. Y los econ¨®micos, para unos pocos privilegiados, demasiado bien. La comparaci¨®n es ofensiva a una mayor¨ªa, ya sea por la exagerada valoraci¨®n del trabajo de Amus¨¢tegui, o por el descarado menosprecio hacia el que realizamos el resto de los mortales.
Podemos seguir reflexionando al hilo del asunto. Bot¨ªn ha tomado esta decisi¨®n sin someterla a la aprobaci¨®n de la asamblea de accionistas, cuesti¨®n que le est¨¢ planteando algunos problemillas judiciales. Es obvio que la ausencia de democracia constituye uno de los signos de identidad del sector bancario, del que, a su vez, dependen el resto del entramado pol¨ªtico -sigue mal resuelta la financiaci¨®n de los partidos y de las campa?as electorales- y econ¨®mico del sistema, lo que hace m¨¢s imperfecta todav¨ªa la democracia de la que gozamos. ?Para cu¨¢ndo una ley que limite este poder desorbitado de los presidentes e impida abusos sobre unos recursos que pertenecen a un colectivo amplio? Un accionista de los muchos del Banco Santander Central Hispano, un peque?o ahorrador en definitiva, ante estas noticias, puede sentirse, adem¨¢s de indefenso, expoliado, m¨¢s si tenemos en cuenta que el precio de la acci¨®n se ha reducido a la mitad en los tres ¨²ltimos a?os.
Lo que m¨¢s asombra es el silencio, o el calculado tacto, que envuelve a estas situaciones tan escandalosas reveladoras de abismales diferencias entre una minor¨ªa de ricos, cada d¨ªa m¨¢s ricos, y el resto de la poblaci¨®n, de las que nos vamos enterando gracias, en este caso, a la actuaci¨®n heroica de un accionista que ha planteado una querella. Noticias escuetas y alg¨²n comentario tibio en las p¨¢ginas de econom¨ªa de los peri¨®dicos. T¨ªmidas protestas de los sindicatos del sector. Generalizado mirar hacia otro lado por parte de aquellos que podr¨ªan poner l¨ªmite a tanto desafuero. Un sistema econ¨®mico que todo lo digiere y lo bendice cuando ata?e a la intocable casta de los amos del dinero.
Mientras tanto, dicho y hecho, nuestros pensionistas han recibido, en una paga, la diferencia entre la inflaci¨®n prevista y la real. Un incremento de apenas un 2%. Y la pol¨ªtica fiscal de los ¨²ltimos a?os se ha caracterizado por hacer m¨¢s regresivo el impuesto sobre la renta. Paga el mismo 45% quien gana 45.000 euros al a?o, que el que gana 45 millones y m¨¢s. ?Para cu¨¢ndo un pol¨ªtica de distribuci¨®n de la renta?
Pero el esc¨¢ndalo no ha hecho m¨¢s que empezar. Recientemente ha trascendido tambi¨¦n que otro ex consejero delegado del mismo banco, ?ngel Corc¨®stegui, recibi¨® 110 millones de euros -?18.302 millones de pesetas!- de una sola vez, en el 2002 por abandonar el Consejo del banco en concepto de jubilaci¨®n anticipada. Distr¨¢iganse, si quieren, y calculen el n¨²mero de trabajadores y el n¨²mero de a?os que tendr¨ªa que trabajar cada uno para reunir entre todos semejante cifra.
Pero no se desanimen ante tan indecente exhibici¨®n de apetitos insaciables, porque no vale la pena. Piensen, por el contrario, que el dinero, aunque ayude mucho, no es la ¨²nica clave de la felicidad.
Mar¨ªa Garc¨ªa-Lliber¨®s es escritora.
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