La guerra, tarde o temprano
Ten¨ªa que ocurrir. En medio de tanta imagen con visi¨®n nocturna (videojuego global), por entre el lenguaje tecnocr¨¢tico de los expertos en armamento (voyeurs infames del sufrimiento ajeno), ha irrumpido la guerra. Mata el fuego amigo y mata, porque la inteligencia y la barbarie no son incompatibles, el fuego enemigo. Soldados iraqu¨ªes a¨²n aferrados a la bandera blanca se pudren en las trincheras. En Basora, un hombre levanta a una ni?a horriblemente herida, totalmente ensangrentada, con su pierna derecha destrozada. ?Cab¨ªa esperar otra cosa? La guerra, apocal¨ªptico jinete, se abre paso a zarpazos (siempre) y pone en su lugar a quienes sue?an con su domesticaci¨®n.
Suma y sigue. Cinco soldados norteamericanos capturados en Nasiriyah muestran al mundo sus rostros asustados a trav¨¦s de las c¨¢maras de Al Yazira. Aquellos animados muchachotes que hac¨ªan ostentaci¨®n de su poder¨ªo militar, que jugaban al beisbol en el desierto, se han convertido en adolescentes desconcertados, temblorosos y dolientes. Rumsfeld y Bush apelan a la Convenci¨®n de Ginebra: ellos, que no han hecho otra cosa que mostrarnos a los vencidos en todas las situaciones posibles (con las manos atadas por cintas de pl¨¢stico, con las manos alzadas frente a los fusiles, con las manos quemadas por las bombas); ellos, los de Guantanamo, los que se han apeado del Tribunal Penal Internacional; los que han roto con la Carta de las Naciones Unidas; ellos, ahora, s¨®lo en este caso, apelan a la Convenci¨®n de Ginebra.
Lo peor de esta guerra ha sido su banalizaci¨®n, la frivolidad con la que se ha planteado. Como si no fuese una guerra. Con tal fin, un lenguaje tecnocr¨¢tico lo ha matizado todo. Un lenguaje que, como denunciara George Steiner, no est¨¢ destinado a comunicar verdades urgentes ni a agilizar la inteligencia de los oyentes, sino que est¨¢ dise?ado para eludir los requisitos del significado o para deslizarse taimadamente sobre ellos. En su estudio Modernidad y Holocausto el soci¨®logo Zygmunt Bauman ha sometido a una inapelable cr¨ªtica la perversi¨®n que anida bajo este tipo de lenguaje t¨¦cnico, fr¨ªo y objetivista. Fue precisamente este lenguaje y la mentalidad que lo sostiene lo que explica la colaboraci¨®n de much¨ªsimas personas con el exterminio de los jud¨ªos, personas que consiguieron una absoluta distancia psicol¨®gica de las v¨ªctimas de sus acciones. Como ejemplo, el caso de un experto encargado de mejorar el funcionamiento de los camiones convertidos por los nazis en c¨¢maras de gas sobre ruedas, cuyo informe final dice lo siguiente: "Un cami¨®n m¨¢s corto podr¨ªa funcionar con mucha m¨¢s rapidez. Acortar el compartimento trasero no afectar¨ªa de forma negativa el equilibrio del peso sobrecargando el ¨¢rbol delantero porque se produce de forma autom¨¢tica una correcci¨®n en la distribuci¨®n del peso debido a que el cargamento, en su lucha por alcanzar la puerta trasera durante la operaci¨®n, siempre se sit¨²a cerca de ella. Como el conducto de enlace se oxida r¨¢pidamente debido a los fluidos, se debe introducir el gas por la parte superior, no por la inferior. Para facilitar la limpieza, se debe practicar en el suelo un orificio de 10 a 30 cm con una cubierta que se pueda abrir desde el exterior. El suelo debe estar ligeramente inclinado y la cubierta tiene que tener un peque?o cedazo. De esta manera, todos los fluidos se dirigir¨¢n al centro, los fluidos ligeros saldr¨¢n durante la operaci¨®n y los fluidos m¨¢s densos se pueden limpiar con una manguera despu¨¦s". Referencias al equilibrio y a la distribuci¨®n del peso, a conductos de enlace e inclinaciones del suelo, se mezclan con alusiones a un "cargamento" que "lucha por alcanzar la puerta trasera" en el transcurso de la "operaci¨®n". El problema, por lo visto, son unos extra?os "fluidos" ligeros y densos. ?De qu¨¦ est¨¢ hablando? ?Qu¨¦ oculta ese lenguaje calculadamente t¨¦cnico? Seres humanos luchando por huir de un transporte convertido en c¨¢mara de gas m¨®vil que pierden el control de su cuerpo, vomitan y excretan.
Ya que no las v¨ªctimas iraqu¨ªes, los rostros asustados de cinco j¨®venes soldados norteamericanos han desvelado la aut¨¦ntica naturaleza de la guerra.
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