Bagdad empieza a enterrar civiles
Seis personas de tres familias distintas mueren al hacer explosi¨®n un misil en un bloque de viviendas de dos pisos

Van saliendo ya a la luz p¨²blica muertes de civiles. Hasta el momento s¨®lo aparec¨ªan im¨¢genes de heridos, casi siempre de car¨¢cter leve. Pero ayer tres cajas de muertos recorrieron las calles de camino al cementerio envueltas en banderas de Irak. Y una multitud de milicianos y gente del barrio de Adamiya, con Kal¨¢shnikov en las manos, juraban venganza y coreaban lo que tantas veces se oye estos d¨ªas: "Sadam, nuestro alma y nuestro cuerpo sacrificaremos por ti". Las mujeres y los hombres, desde los balcones por donde pasaban las cajas, lloraban.
"Esto es un barrio donde no hay nada militar, ?qu¨¦ da?o hemos hecho nosotros?", gritaban algunos de los vecinos. Otros se encrespaban al enterarse de que los occidentales que presenciaban el entierro eran espa?oles. "Han venido aqu¨ª en solidaridad con nosotros, no os met¨¢is con ellos, no tienen nada que ver con el Gobierno espa?ol", comentaba el gu¨ªa de los nueve brigadistas espa?oles que han decidido apoyar al pueblo iraqu¨ª con su presencia durante la guerra. Son los mismos brigadistas que colgaron en la calle desde donde trasmiten las principales cadenas de televisi¨®n del mundo una pancarta con la leyenda Aznar no war y que se divisa como fondo mientras hablan los periodistas ante las c¨¢maras.
Ayer presenciaron en directo el entierro. Una de las personas armadas llevaba un pasamonta?as que le ocultaba el rostro. A medida que avanzaba el cortejo por las calles, se alz¨® el pasamonta?as y dej¨® ver un rostro de adolescente. Hab¨ªa varios como ¨¦l acompa?ando el f¨¦retro. A lo lejos, el humo del petr¨®leo quemado segu¨ªa elev¨¢ndose hacia el cielo.
La tragedia se hab¨ªa producido justo 24 horas antes. A la una de la tarde del lunes, en pleno d¨ªa, los vecinos de la calle de Raguiba Khatum vieron c¨®mo un misil pasaba por encima de sus cabezas y hac¨ªa explosi¨®n sobre cuatro casas situadas en un bloque de dos pisos. Husan, un profesor de arte que ha pasado a?os en Espa?a y habita en la misma calle, preguntaba: "?Qu¨¦ da?o le habremos hecho los iraqu¨ªes a la ministra de Exteriores de Espa?a para que nos odie tanto?"
Husan coment¨® que el misil se llev¨® la vida de seis personas pertenecientes a tres familias distintas. "Tres hombres, dos mujeres y un ni?o de 11 a?os murieron. Y adem¨¢s, 27 personas resultaron heridas. Eran gente normal, trabajadora. Viv¨ªan de alquilados en estas casas y ten¨ªan hu¨¦spedes durante estos d¨ªas". En la vivienda a¨²n se apreciaba entre los cascotes y las vigas de hierro retorcidas el rastro de la tragedia: una cortina del primer piso prendida sobre el ventilador, el zapato de un ni?o, un plato roto, mantas por el suelo, una cazadora negra en una viga, un pijama, un sof¨¢ chamuscado, un calzoncillo de ni?o lleno de sangre, otro zapato de ni?a, cojines, un coche aplastado en su garaje, los hierros de un m¨¢quina de coser Singer esparcidos por el suelo, una chancla de mujer entre los escombros, que llegaban a la mitad de la calle, el cuaderno donde alg¨²n ni?o hac¨ªa sus ejercicios escolares, polvo, barro y agua estancada.
"Se rompieron los cristales de muchas casas en la calle, a pesar de que ten¨ªan cinta adhesiva. En cuanto sucedi¨®, toda la casa se llen¨® de gente. Llegaron los milicianos y despu¨¦s los electricistas a reparar la luz. Estuvieron hasta la una de la noche trabajando", comentaba el profesor de arte.
En el hospital, una ni?a que se llama Miel, vecina de la calle, recib¨ªa la visita de los brigadistas espa?oles. En la mesilla ten¨ªa pan, una pepsi y un seven up. Sobre la nariz, una venda, en la cabeza otra y en la mano otra.
Por la tarde, una tormenta de arena se cerni¨® sobre Bagdad. Algunas palmeras parec¨ªa que iban a salir volando. El aire se volvi¨® mucho m¨¢s espeso y opaco que el d¨ªa anterior con el humo del petr¨®leo quemado. Pero eso no impidi¨® que siguiera vi¨¦ndose a lo lejos el relampagueo del fuego antia¨¦reo. Estos ¨²ltimos d¨ªas apenas suenan las alarmas antia¨¦reas. Pero siguen silbando los misiles por encima de todas las cabezas.

Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Sobre la firma
