Piterman se lleva el Racing a casa
El due?o del club c¨¢ntabro concentra a la plantilla en su hotel de Palam¨®s
De camino hacia Girona, bordeando la Costa Brava, dejando atr¨¢s los paisajes verdes del Montseny, y adentr¨¢ndose en el Baix Empord¨¢, uno se encuentra con Palam¨®s, una peque?a ciudad, de apenas 15.000 habitantes, ba?ada por el encanto del Mediterr¨¢neo. En Palam¨®s, uno puede disfrutar de la gamba, t¨ªpico manjar del lugar que hasta ha adquirido denominaci¨®n de origen; de las siete lindas playas, que se abarrotan de turistas for¨¢neos en verano; o, si se es un equipo de f¨²tbol, aprovechar las instalaciones deportivas de la ciudad para realizar una concentraci¨®n. Suele suceder en pretemporada, cuando los equipos preparan la nueva campa?a o, en invierno, cuando las ligas de los pa¨ªses fr¨ªos hacen su par¨®n.
Ahora, el Racing de Santander ha a?adido una nueva fecha. Aprovechando el par¨®n de la Liga, el equipo c¨¢ntabro no ha dudado en abandonar el h¨²medo clima de Santander, desplazarse unos 900 kil¨®metros, montar un stage de concentraci¨®n en plena primavera y disputar un triangular con el Palam¨®s y el Cafe Opera, un equipo sueco de Segunda.
El asunto podr¨ªa quedarse ah¨ª si no fuera por un peque?o detalle: el Racing lo preside Dimitri Piterman, el hombre que ha revolucionado la vida deportiva de Palam¨®s. All¨ª ha creado Piterman su peque?o imperio deportivo y all¨ª ha decidido llevarse a su nuevo equipo, pese la distancia. "Cre¨ªmos que estar¨ªa bien alejar a los jugadores de la presi¨®n medi¨¢tica que sufrimos en Santander", explica el t¨¦cnico, Chuchi Cos. "En un principio, nos sorprendi¨® la idea", admite Sarabia; "la mayor¨ªa esperaba quedarse en Santander, pero Dimitri tom¨® la decisi¨®n y yo estoy encantado". Sarabia es uno de los tres jugadores -los otros son Coromina y Edu Aguilar- cuya carrera dio un vuelco el d¨ªa en que Piterman compr¨® el Racing. En un abrir y cerrar de ojos, salt¨® de la Segunda Divisi¨®n B, del Palam¨®s, a Primera. Para ¨¦l, como para Piterman, volver a Palam¨®s es volver a casa. Literalmente.
Porque el Racing se aloja desde el pasado domingo y hasta el pr¨®ximo s¨¢bado en la casa del equipo empordan¨¦s, el Palam¨®s Aparta-hotel, un complejo hotelero compuesto por 288 apartamentos, de aspecto algo vetusto y aire demod¨¦, cuyo propietario es Piterman. All¨ª decidi¨® llevarse a los jugadores del Palam¨®s, en su segunda temporada al frente del club decano del f¨²tbol catal¨¢n y ah¨ª contin¨²an viviendo, como si de una especie de internado se tratara, pese a la marcha de Piterman a Santander.
Lo cierto es que la instalaci¨®n, de la que tambi¨¦n se benefician los habitantes de la ciudad, re¨²ne las mejores condiciones. Consta de un gimnasio con la maquinaria m¨¢s moderna, una piscina climatizada con jakuzzi y sauna, servicio de restaurante y lavander¨ªa, parque de ocio para los ni?os, a tan s¨®lo unos pasos del Nou Municipal, el estadio donde Cos y Piterman dirigen estos d¨ªas los ensayos del Racing como antes hac¨ªan con los del Palam¨®s. "No ha cambiado nada, hacen lo mismo; es como si nunca se hubieran ido de aqu¨ª", cuenta un aficionado del Palam¨®s, confeso admirador de Piterman, que se ha acercado al estadio a seguir, como cada d¨ªa, el entrenamiento, primero de su equipo y despu¨¦s del Racing. Los carteles del triungular constatan sus palabras: Piterman, Cos, Coromina, Sarabia y Edu forman con el Palam¨®s.
En la grada hay apenas una decena de curiosos y por ah¨ª aparecen los jugadores del club santanderino, cuando los del Palam¨®s a¨²n se estiran sobre el c¨¦sped. Y por ah¨ª aparece tambi¨¦n Piterman, enfudado en su chandal y en sus gafas de sol, para dirigir la sesi¨®n f¨ªsica antes de ceder la t¨¢ctica a Cos. "Gracias Piterman de parte de los que hemos confiado ti. For?a Palam¨®s", dice una pancarta.
Pese a todo, la ciudad no se ha inmutado con la presencia del Racing. Est¨¢n acostumbrados a Piterman y los jugadores, sin sus compa?eras, apenas salen del complejo; si acaso a dar una vuelta por la noche por el centro. Tienen una cierta libertad de horarios.
"Luego te har¨¢s una foto con mi mujer". Y Piterman asiente. Se muestra amable con los parroquianos. Pero su rostro muda cuando lo abordan los periodistas. Apenas quiere que presencien los ensayos y, protegido por su incisivo jefe de seguridad, rechaza conceder entrevistas. Cuando alg¨²n informador publica o pregunta algo que no le agrada, Piterman declara el entrenamiento cerrado y fin de la historia.
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