Manchas y mentiras
Un d¨ªa recibimos una carta en la que una mujer nos contaba que de peque?a, cuando su madre dec¨ªa en casa "me voy al parque con la ni?a", se iba en realidad a casa de un vecino cojo que viv¨ªa dos calles m¨¢s abajo. Una vez all¨ª, pon¨ªa a su hija frente al televisor, donde siempre pasaban dibujos animados, y desaparec¨ªa con el vecino en las profundidades del pasillo. Al cabo de una eternidad, aparec¨ªa de nuevo arregl¨¢ndose la falda o recomponi¨¦ndose el pelo y dec¨ªa: "Ya est¨¢ bien de parque". Nuestra corresponsal, que era la ni?a del relato, intu¨ªa que aquello no era ir al parque, pero jam¨¢s se atrevi¨® a decir nada. "Pasados los a?os", a?ad¨ªa, "mi madre dej¨® de llevarme a la casa de aquel individuo, con el que entonces empec¨¦ a encontrarme en la calle, cuando iba o ven¨ªa del instituto. ?l me miraba de reojo y yo, si pod¨ªa, cambiaba de acera. El caso es que nunca supe, como otras ni?as, lo que era ir al parque de verdad hasta que yo misma he tenido una hija con la que ahora salgo todas las tardes".
Matilde, que as¨ª se llamaba nuestra corresponsal, aseguraba en su carta que ahora, cada vez que se oye decir a s¨ª misma la frase "me voy al parque con la ni?a", se acuerda de aquella historia de su infancia y le da vueltas como a un nudo, para ver por d¨®nde debe empezar a deshacerlo. Hace poco, yendo a comer a casa de sus padres, se encontr¨® de frente con el amante de su madre. El anciano se acerc¨® a ella renqueando, como si la confundiera con otra persona, pero cuando estuvo cerca se puso rojo, pidi¨® disculpas y continu¨® su camino. Matilde jam¨¢s se ha atrevido a hablar del asunto con su madre. Ni siquiera sabe si contin¨²a vi¨¦ndose o no con el vecino. Aunque lo que le obsesiona no es tanto esa posibilidad como la idea de que es due?a de un relato que quiz¨¢ merecer¨ªa ser contado, pero no sabe c¨®mo. Dice que siempre que se sienta frente a la cuartilla, piensa en la historia como en una mancha de tinta sobre la hoja de un cuaderno. Escribir consistir¨ªa en levantar la mancha.
Por aquellos d¨ªas est¨¢bamos obsesionados con otra gran mancha de tinta: la que hab¨ªa dejado el Prestige junto a las costas gallegas. Pensando que toda mentira deja una mancha bajo la que se esconde algo inconfesable, propusimos a los oyentes que escribieran sobre manchas y mentiras. Llegaron relatos sobre manchas y relatos sobre mentiras, pero muy pocos en los que se asociara acertadamente una cosa a la otra. He aqu¨ª una muestra de lo mejor. O de lo m¨¢s raro.
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