La Cartuja busca un nuevo Pickman
El futuro de la f¨¢brica de cer¨¢mica, fundada por el comerciante ingl¨¦s en 1841, pasa por encontrar un comprador
Desde orinales a exquisitos juegos de t¨¦ para las meriendas de la burgues¨ªa. El cat¨¢logo de cer¨¢mica y loza de La Cartuja-Pickman re¨²ne m¨¢s de 5.000 piezas y aumenta con cada nuevo dise?o. La pervivencia y conservaci¨®n de la colecci¨®n est¨¢ garantizada tras ser declarada Bien de Inter¨¦s Cultural (BIC) por la Junta en 1998, pero los problemas econ¨®micos por los que atraviesa la f¨¢brica exigen ahora la b¨²squeda desesperada de un comprador para evitar la desaparici¨®n de esta marca salida del olfato empresarial de un joven ingl¨¦s hace 160 a?os.
Los Pickman eran una familia de comerciantes de Liverpool cuyo principal negocio consist¨ªa en exportar loza a ciudades con puerto de mar. El joven Guillermo decidi¨® afincarse en C¨¢diz en 1810 para abrir un almacen de loza y vidrio y cuando muri¨®, en 1822, su hermano Carlos vino a hacerse cargo del negocio. Tras 15 a?os de inmovilismo profesional el Gobierno impuls¨® una pol¨ªtica proteccionista para favorecer la fabricaci¨®n de loza espa?ola y Carlos Pickman supo aprovechar la coyuntura. En 1839 adquiri¨® el Monasterio de La Cartuja de Sevilla, inactivo desde hac¨ªa 25 a?os tras la expulsi¨®n de los monjes cartujanos, y en 1841 instal¨® all¨ª una f¨¢brica de loza.
As¨ª naci¨® Pickman SA, una empresa en la que todo ten¨ªa sello ingl¨¦s pero que se convirti¨® en una de las se?as de identidad de la artesan¨ªa sevillana. Los maestros ingleses formaban a los aprendices andaluces; las materias primas se tra¨ªan directamente de las Islas Brit¨¢nicas; las piezas defectuosas se romp¨ªan y el culpable ten¨ªa que pagar una multa de entre 10 y 100 reales que iba a parar a un fondo que se entregaba a enfermos de la ciudad; como en cualquier f¨¢brica inglesa de la ¨¦poca, se cobraba los s¨¢bados y la jornada laboral era de 12 horas los meses de m¨¢s luz y 9 los de menos.
Carlos Bayarri, conservador del Museo Pickman, no entiende la situaci¨®n actual de la empresa. "Es una barbaridad lo que est¨¢n haciendo, no pueden tener tan poca sensibilidad con este impresionante patrimonio", se lamenta. La colecci¨®n hist¨®rica de La Cartuja comprende el archivo, todas las planchas de grabado y la colecci¨®n de cer¨¢mica. El archivo est¨¢ compuesto por m¨¢s de 2.400 libros de registro y casi 160 cajas de documentos, los primeros de ellos fechados en 1821; en el cat¨¢logo de planchas se conservan m¨¢s de 2.300 piezas cuadrangulares y casi una veintena de cilindros rotativos; pero las joyas que m¨¢s deslumbran de la colecci¨®n son los trabajos de cer¨¢mica, casi 3.500 piezas, desde menaje dom¨¦stico de uso cotidiano -vajillas, juegos de caf¨¦, palanganas- a objetos decorativos -jarrones, tarjeteros, esculturas- y piezas relacionadas con la construcci¨®n y la industria -tejas, azulejer¨ªa, l¨¢pidas conmemorativas y funerarias, expositores publicitarios-. La Junta argument¨® para declarar BIC la colecci¨®n "su valor art¨ªstico, la integridad del conjunto y su representatividad de los diversos estilos del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX". "Es un patrimonio impresionante y, probablemente, el ¨²nico museo vivo de Europa, hecho con el trabajo de la propia empresa", sostiene Bayarri.
El museo de La Cartuja tiene tres sedes. La principal, ubicada en la propia f¨¢brica de Pickman, que en 1971 traslad¨® sus instalaciones al municipio de Salteras. Este museo se inaugur¨® hace diez a?os para conmemorar el 150 aniversario de la empresa y por ¨¦l pasan a diario m¨¢s de un centenar de personas. Adem¨¢s, parte de la colecci¨®n se exhibe tambi¨¦n en el Museo de Artes y Costumbres Populares de Sevilla y en una muestra itinerante de alrededor de 150 piezas que ya ha recorrido numerosas ciudades espa?olas y europeas.
Entre las estrellas de la colecci¨®n, destacan un tarjetero con dos centauros dibujados en el centro, una pieza ¨²nica que nunca llego a comercializarse; y la vajilla encargada y personalizada por la reina Isabel II, la primera monarca que visit¨® la f¨¢brica, en 1853. La Cartuja es proveedora de la Casa Real espa?ola y de la inglesa y, seg¨²n Bayarri, todas las casas reales europeas tienen alguna vajilla de la f¨¢brica sevillana. "Su reconocimiento es internacional", dice el conservador del museo. "Sobre todo en Andaluc¨ªa, tener en el ajuar una vajilla de La Cartuja era s¨ªmbolo de casarse bien", subraya.
El proceso de fabricaci¨®n de la loza es hoy en d¨ªa muy similar al empleado en los tiempos de Carlos Pickman. La empresa, como no pod¨ªa ser de otra forma, se hizo eco de la industrializaci¨®n inglesa y mecaniz¨® parte o todo el ciclo. Pero, seg¨²n Bayarri, una pieza de 1841 y una actual "no se distinguen a dos metros de distancia". La mayor¨ªa de los dise?os que se fabrican hoy se sacan de las planchas que se exhiben en el museo. Aunque a la colecci¨®n se han ido sumando dise?os m¨¢s actuales, los modelos m¨¢s vendidos siguen siendo los cl¨¢sicos decorados negros o rosas que muestran vistas idealizadas inglesas con motivos orientales y que ya se fabricaban en Inglaterra en la primera mitad del siglo XIX. "Debe ser la ¨²nica empresa del mundo en la que el producto que m¨¢s vende es el mismo hoy que hace 150 a?os", advierte el conservador del museo.
Seg¨²n Bayarri, el secreto del ¨¦xito de la cer¨¢mica de La Cartuja, especialmente del menaje dom¨¦stico, radica en la mezcla de belleza y resistencia. "Llama la atenci¨®n lo bien que siguen encajando todas las piezas en cualquier mesa, dise?os de hace un siglo y medio pero que parecen actuales", asegura. "Y para hoy en d¨ªa es fundamental tambi¨¦n que resulte bonita a la vista, pero sin dejar de ser pr¨¢ctica", a?ade, "y estas vajillas se pueden meter en el microondas y en el lavavajillas y no se alteran".
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.