Los paraguas europeos
El autor opina que en el tr¨¢nsito de un siglo a otro parece
En las calles de Estrasburgo se encuentran muchos vendedores ambulantes de unos paraguas que, al abrirlos, despliegan esplendorosas banderas europeas. Son artilugios baratos, pero llenos de simbolismo. Algunos fabricantes, en un exceso de celo por la causa unionista, aumentaron hasta quince las estrellas que en armonioso c¨ªrculo amarillo estampaban sobre el fondo azul, sin conocer que su n¨²mero de doce no representaba la cantidad de pa¨ªses integrantes en el momento dado, sino una alegor¨ªa a la perfecci¨®n. Tambi¨¦n en Bruselas los venden, en una calle de trazado irregular y de inc¨®moda pendiente, en una tienda oficial de productos con los colores y los logotipos que representan a la Uni¨®n. Unos y otros sirven para lo m¨¢s obvio: proteger de la lluvia. La lluvia fecunda que alimenta la vida.
?Hay mejor demostraci¨®n que los acontecimientos actuales de que para nosotros Europa es la soluci¨®n?
Pero no es de este ben¨¦fico fen¨®meno atmosf¨¦rico -que, a lo m¨¢s, en primavera reduce su incomodidad a la descarga de un imprevisto chaparr¨®n- de lo que toca ahora a muchos protegerse. Se trata de otra lluvia muy distinta, cruel, sangrienta y vengativa: de bombas y misiles. Ante este peligro -ya desgracia para muchos- urge que se busque protecci¨®n si no para hoy, que ya es tarde, para ma?ana, donde est¨¢ escrito el futuro de la humanidad, de todos los pa¨ªses pr¨®ximos o lejanos.
El aislamiento espa?ol en Europa ha sido pat¨¦tico y cr¨®nico desde hace varios siglos, con peque?os par¨¦ntesis donde el europeismo se ha colado por las rendijas de las puertas, carcomidas por la cerraz¨®n ortodoxa, mal encajadas. Con la entrada de Espa?a en la Uni¨®n Europea -en aquel momento se llamaba Comunidad Europea- se inici¨® un periodo lleno de vitalismo y esperanza. A los que viaj¨¢bamos bastante por otros pa¨ªses del Continente nos produc¨ªa un orgullo repleto de ¨ªntimas convicciones los comentarios elogiosos que se hac¨ªan entonces del dinamismo de nuestro pa¨ªs, de nuestra voluntad colectiva, conocida m¨¢s all¨¢ de cualquier frontera f¨ªsica, de ser activistas en el "enraizamiento" del europeismo. Fuimos herederos de la visi¨®n orteguiana de esta sociedad para la que Espa?a era el problema, Europa la soluci¨®n. Un sentimiento que tuvo tambi¨¦n mucho que ver, tiempo atr¨¢s, con la formaci¨®n y maduraci¨®n de la extraordinaria generaci¨®n que alumbr¨® la Segunda Rep¨²blica: pl¨¦yade de sabios, literatos, artistas o m¨¦dicos de ideales y esp¨ªritus grandes, que atropell¨® aquel insufrible rencor cainita alimentado por la ignorancia.
Parece que se est¨¢ cerrando, con el tr¨¢nsito de un siglo a otro, un periodo optimista de la historia de este pa¨ªs, que nos arrebatan la visi¨®n alegre del ma?ana. Es como si el camino, a base de dar vueltas sin sentido, se reorientase hacia el pasado, en estos d¨ªas amargos de guerra, con ni?os mutilados por misiles teledirigidos con instrumentos de alta sofisticaci¨®n, con mujeres y hombres hambrientos y descalzos con las manos levantadas ante fusiles de sublime precisi¨®n que les apuntan a menos de un palmo de sus cabezas. A las im¨¢genes angustiosas, donde los pobres mueren y los mercenarios de los ricos disparan, se superponen otras como la del presidente del gobierno espa?ol amenazando, insultando. De su apoyo depende la destrucci¨®n de aldeas, polvorientas y m¨ªseras, y el aniquilamiento de j¨®venes harapientos, obligados a empu?ar las armas por el tirano Sadam que un d¨ªa fue un s¨¢trapa de los que hoy han decretado su fin. El jefe del gobierno de Espa?a parece tener los mismos objetivos de la dictadura franquista: palo a los d¨¦biles de dentro, sumisi¨®n nauseabunda ante los poderosos norteamericanos. ?Qu¨¦ panorama m¨¢s espantoso! Veinticinco a?os de libertad, veinticinco d¨ªas de rid¨ªculo. ?Que acabe la pesadilla! ?Que se acorten los d¨ªas y lleguen pronto las elecciones para decir: basta, fuera!
Hoy m¨¢s que nunca, porque nos sentimos desvalidos ante la prepotencia americana y ante los desmanes de sus siervos celtib¨¦ricos, hay que pedir a gritos, con firmeza, con pasi¨®n: ?m¨¢s Europa! ?Hay mejor demostraci¨®n que los acontecimientos actuales de que para nosotros Europa es la soluci¨®n? Pero Europa est¨¢ herida. Bruto y sus amigos la han apu?alado a traici¨®n. Herida s¨ª, pero muerta no. Las heridas tienen cura y, para que el sol alegre ma?ana nuestras caras, como dec¨ªa Nietzsche que lo hac¨ªa cada d¨ªa con la de Zaratrusta, cuanto antes sane mejor. Aprendiendo de esta lecci¨®n, construyamos los europeos Europa con m¨¢s energ¨ªa que hasta hoy. Construyamos un paraguas intelectual europeo. Que sea un modelo moral para las siguientes generaciones, basado en la pluralidad, la tolerancia, el respeto al diferente. Una Europa cohesionada por pujantes pol¨ªticas sociales. ?Qu¨¦ lecciones se atreven a darnos hoy los se?oritos metidos a pol¨ªticos ultraliberales, acunados por Aznar, que exig¨ªan que se adelgazase el Estado? ?En el hueco de su delgadez les caben las toneladas de chapapote que generosos voluntarios han limpiado y limpian? M¨¢s Europa, por favor. Creo en el futuro, o sea en Europa. Una Europa de los ciudadanos donde la educaci¨®n sea la piedra angular. Que la solidaridad entre los europeos tenga como protagonista principal a la educaci¨®n. Urge que m¨¢s temprano que tarde Europa, entendida como plural y heredera de los valores de la Revoluci¨®n francesa, tenga peso suficiente en el orden mundial para oponerse a los atropellos imperiales, para que los m¨¢s desfavorecidos tengan un defensor de causas justas que se movilice a su favor. M¨¢s Europa es m¨¢s europeismo radical, en el sentido positivo que Unamuno otorgaba a la expresi¨®n; m¨¢s Europa es m¨¢s educaci¨®n en sus valores culturales e hist¨®ricos; m¨¢s Europa es ocuparse hoy de formar ciudadanos europeos desde las escuelas de p¨¢rvulos hasta los ¨²ltimos cursos universitarios. Una Europa integradora, multicultural, pluriling¨¹¨ªstica, tolerante que aproveche la riqueza que otorga la diversidad. Ser¨¢ un paraguas europeo que podr¨¢ proteger a los habitantes del planeta de futuras tormentas, como la que hoy atrona en el desierto iraqu¨ª y en las conciencias de los seres libres y sensibles del planeta.
Durante la primera d¨¦cada de este siglo que llevamos mil d¨ªas estrenando, se pretende la armonizaci¨®n de los diferentes sistemas de educaci¨®n superior de los pa¨ªses de la Uni¨®n. Estamos ante una oportunidad excepcional de construir Europa construyendo su Universidad. Ninguna pol¨ªtica social podr¨¢ desarrollar la Uni¨®n Europea en los pr¨®ximos a?os de manera tan trascendente. La homologaci¨®n de los estudios cursados entre todos los pa¨ªses de la Uni¨®n y la verdadera movilidad de los europeos tiene mucho que ver con ella, pues determinan la posibilidad de acceder en igualdad de condiciones al mundo laboral en todos los puntos de su geograf¨ªa.
Ciudadan¨ªa y oportunidades laborales, valores humanos y cooperaci¨®n cient¨ªfica, tecnolog¨ªas educativas y movilidad acad¨¦mica. Estos son algunos de los binomios que debe contener la f¨®rmula certera de las pol¨ªticas de educaci¨®n superior que lleven a cabo los pa¨ªses de la Uni¨®n.
De ser habitante del Viejo Continente, estoy muy satisfecho. Viendo el comportamiento y su poco ejemplar trayectoria vital, que el Secretario de Defensa americano Donald Rumsfeld utilice como improperio la vieja Europa, me lleva a pedir que me apunten a ella ?Viva la Vieja Europa! All¨¢ aqu¨¦llos que por sus complejos, causados por un pasado joseantoniano, hablan del rinc¨®n de Europa y de los pa¨ªses que no cuentan. No quiero tener nada en com¨²n con sus patra?as. Porque a m¨ª, y a muchos como a m¨ª, seg¨²n dec¨ªa Bogart "siempre nos quedar¨¢ Par¨ªs"
Francesc Michavila es catedr¨¢tico y Director de la C¨¢tedra UNESCO de Gesti¨®n y Pol¨ªtica Universitaria de la Universidad Polit¨¦cnica de Madrid.
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