Huelga general: No convocarla, un error hist¨®rico
Cuando el movimiento sindical, y en concreto CC OO, ha convocado huelgas generales, incluso paros parciales o sectoriales, ha solicitado siempre el apoyo, la solidaridad y la implicaci¨®n de la llamada sociedad civil, independientemente de la relaci¨®n de ¨¦sta con el proceso productivo, y lo ha hecho por conciencia de que los avances o retrocesos en materia social, econ¨®mica, en los sistemas de protecci¨®n o, simplemente, en derechos no funcionan como compartimentos estancos que s¨®lo afectan a los trabajadores en su calidad de tales, sino al conjunto de la sociedad.
Y, justo es reconocerlo, la sociedad civil entendida en su componente articulada (partidos, asociaciones, instituciones...), y tambi¨¦n en la individualizada, ha respondido siempre -en mayor o menor medida, seg¨²n los casos- a la demanda del movimiento sindical, baste si no para confirmar esta afirmaci¨®n recordar desde la huelga general de 1985, la del 14 de diciembre de 1988, hasta la m¨¢s reciente del 20 de junio del 2002, sin olvidar la multitud de conflictos de menor entidad en que la ciudadan¨ªa ha estado al lado del sindicalismo, aval¨¢ndolos y ayudando a resolverlos en la direcci¨®n socialmente justa.
La unilateral, ilegal, ileg¨ªtima e inmoral guerra de invasi¨®n contra Irak, con los espantosos resultados conocidos para todo un pueblo en t¨¦rminos de muerte y destrucci¨®n, ha levantado un clamor en todo el mundo contrario a la barbarie que significa y tambi¨¦n lo ha hecho en nuestro pa¨ªs. Clamor vertebrado por la sociedad civil a trav¨¦s de foros, plataformas y otras plurales maneras de organizaci¨®n, con el evidente apoyo y participaci¨®n de partidos pol¨ªticos, sindicatos, ONG, asociaciones y entidades de todo tipo. El resultado es evidente, millones de ciudadanos se manifiestan, protestan y responden con una riqueza de formas, d¨ªa s¨ª y d¨ªa tambi¨¦n, con firmeza y pac¨ªficamente consolidando un nuevo sujeto pol¨ªtico -la opini¨®n p¨²blica- que exige parar esta guerra.
Este proceso, este movimiento, esta sociedad civil consciente de la naturaleza perversa del fen¨®meno, sabe bien que no s¨®lo est¨¢ en juego un dise?o geoestrat¨¦gico y geopol¨ªtico de Oriente Pr¨®ximo, ni siquiera el control de materias primas vitales para determinar el gobierno y administraci¨®n econ¨®mica por parte de EE UU del conjunto del planeta, ni en su caso la muerte de miles y miles de inocentes, ni la quiebra ?irreversible? del principio de legalidad internacional..., sino que tambi¨¦n est¨¢ en juego -como segunda v¨ªctima conceptual- el modelo social y de derecho alcanzado en el llamado primer mundo y, en ciernes o so?ado, en el tercero, y que se traducir¨¢ ineludiblemente en un retroceso de derechos sociales, econ¨®micos y libertades que afectar¨¢, sin duda, a las conquistas en materia de protecci¨®n y democracia social de la que gozan, aunque insuficientemente, pueblos enteros y se residencian en el imperfecto estado del bienestar.
Por eso, la llamada sociedad civil, las plataformas y los foros contra la guerra reclaman, y con raz¨®n, a las direcciones del movimiento sindical la convocatoria de una huelga general que contribuya a parar esta guerra y a dimensionar tambi¨¦n la lucha contra ella en el terreno econ¨®mico-social, ?o es que acaso lo que subyace de manera inconfesable en este escenario no es el af¨¢n acumulador, esquilmatorio, degradador e injusto de la globalizaci¨®n neoliberal con su panoplia de medidas contra el estado social y de derecho? ?O es que no es cierto que ya se est¨¢n repartiendo el bot¨ªn de la reconstrucci¨®n de Irak (que iron¨ªa, matar y destruir para construir) grandes empresas multinacionales y entre ellas algunas muy conocidas en Espa?a?
Adem¨¢s, la sociedad civil, asumiendo su imposibilidad t¨¦cnica de convocatoria de huelga general y reconociendo que el gobierno del conflicto social y las relaciones laborales compete al movimiento sindical, act¨²a en consecuencia y se lo pide.
Justas fueron las razones, correcta la estrategia y adecuadas las alianzas sociales y pol¨ªticas que condujeron a la huelga general del 20 de junio, y ni qu¨¦ decir tiene a la lucha por el mantenimiento del subsidio agrario y digno de encomio el apoyo social y ciudadano que a su alrededor se produjo. Si esto en la sociedad civil nadie lo discute y a¨²n menos dentro de CC OO, qu¨¦ explica, estando en juego la dignidad, el derecho, la libertad y la vida para muchos -aunque est¨¦n lejos-, la direcci¨®n del sindicato, que no se hace eco del clamor que emana de la sociedad civil y qu¨¦ nos pide la convocatoria de huelga general.
Y digo que nada explica esta actitud porque los argumentos que se ofrecen, am¨¦n de carecer del m¨ªnimo rigor, son sencillamente recetas para maquillar el sonrojo de algunos, aunque no de todos, como es mi caso. En conciencia con responsabilidad, con pena infinita, sabedor de lo que significa esta b¨¢rbara guerra para el progreso del ser humano y de los derechos sociales, econ¨®micos y pol¨ªticos, afirmo que no convocar la huelga general es un error hist¨®rico que se comete, no en mi nombre, no con mi silencio.
Antonio Rodrigo Torrijos es miembro de la Comisi¨®n Ejecutiva Confederal de CC OO.
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