Superofertas
El vendaval de superofertas auton¨®micas que afecta a Catalu?a hace pensar en la existencia en esa nacionalidad de una fuerte demanda potencial de reforma estatutaria. Los datos disponibles no acaban, sin embargo, de confirmarlo. De un lado, porque una mayor¨ªa (el 53%) se muestra satisfecha con el modelo actual; de otra, porque aunque un 14% de los catalanes apoyar¨ªa una reforma de tipo federal que garantizase mayor autonom¨ªa, el mismo porcentaje la apoyar¨ªa en Andaluc¨ªa, por ejemplo. As¨ª lo constata el Observatorio Pol¨ªtico Auton¨®mico, una iniciativa de los departamentos de Ciencia Pol¨ªtica de las universidades de Santiago, Granada, Pa¨ªs Vasco y Aut¨®noma de Barcelona, que han puesto en com¨²n sus respectivos bancos de datos sociol¨®gicos en el primer n¨²mero de su nueva revista, OPA.
No parece haber, por tanto, una demanda acuciante, aunque es posible que la potente y variada oferta acabe cre¨¢ndola. Esa oferta se debe en alguna medida a factores coyunturales. Maragall, que hab¨ªa estado a punto de ganar en 1999 al frente de una alianza que inclu¨ªa a nacionalistas de izquierda, vio la ocasi¨®n de soldar esa alianza y a la vez de adelantarse a CiU en su propio terreno, aprovechando que Pujol, sin mayor¨ªa, ten¨ªa las manos atadas por su pacto con el PP. Su propuesta federalista se inspira en principios m¨¢s bien nacionalistas, como el de la conveniencia de acumular cada vez m¨¢s poder en la Generalitat, sin considerar necesario justificarlo; pero se plantea como reforzamiento y actualizaci¨®n del Estado auton¨®mico, con efectos extensibles a todas las comunidades y desde una voluntad de consenso interno catal¨¢n y con las instituciones espa?olas.
Tal vez pueda verse como un cortafuegos frente al riesgo de una deriva soberanista a la vasca. Lo que en la pr¨¢ctica ha ocurrido es que los partidos genuinamente nacionalistas se han sentido interpelados, especialmente desde el momento en que los sondeos les alertaron de la posibilidad de perder las elecciones. Artur Mas ha respondido doblando la apuesta: no ya reforma, sino estatuto de nuevo cu?o desde un proceso cuasi constituyente "sin las autocensuras de la transici¨®n". Un proyecto que parte de la aplicaci¨®n a Catalu?a de la disposici¨®n adicional sobre los derechos hist¨®ricos (del Pa¨ªs Vasco y Navarra) como base para reivindicar competencia sobre materias de titularidad estatal y, sobre todo, un sistema de financiaci¨®n similar al del Concierto: con plena competencia recaudatoria.
El riesgo, por tanto, de la din¨¢mica desatada es que la reforma de Maragall, probable nuevo president, no sea aceptada por los nacionalistas, con lo que no s¨®lo ser¨ªa imposible alcanzar un consenso como el que aval¨® el Estatuto de Sau, sino que podr¨ªa replantearse en t¨¦rminos dram¨¢ticos lo que parec¨ªa resuelto. Se estar¨ªa repitiendo en parte lo ocurrido a comienzos de la Transici¨®n en el Pa¨ªs Vasco, donde el radicalismo de la izquierda respecto a la cuesti¨®n nacional (lo m¨ªnimo era la autodeterminaci¨®n) oblig¨® a los nacionalistas a radicalizar su propio discurso, con el resultado de un rechazo de la Constituci¨®n, cuyas consecuencias son hoy evidentes.
Las ofertas nacionalistas tienden a considerar que, una vez desarrolladas las previsiones del Estatuto, el modelo est¨¢ "agotado" y conviene sustituirlo. Lo l¨®gico ser¨ªa lo contrario: es tras su pleno despliegue cuando el Estatuto est¨¢ en condiciones de resultar m¨¢s efectivo como instrumento de autogobierno. Otro punto d¨¦bil de su argumentaci¨®n es considerar que la reforma es necesaria porque el nivel competencial b¨¢sico de las comunidades de r¨¦gimen com¨²n ha acabado equipar¨¢ndose al de las hist¨®ricas. Es un argumento que viene baraj¨¢ndose desde los pactos auton¨®micos PP-PSOE de 1992. Pero tampoco es l¨®gico. Una vez que han quedado garantizadas las aspiraciones singulares de las nacionalidades ?qu¨¦ hay de malo en que las otras autonom¨ªas alcancen los mismos niveles competenciales en lo que no tenga que ver con los hechos diferenciales?
Algunos nacionalistas han pasado de reivindicar transferencias a reclamar diferencias, con independencia de los contenidos. Hasta hace poco se consideraba que las comunidades no hist¨®ricas pecaban de envidia por querer ser como las hist¨®ricas. Pero el diccionario ofrece una segunda definici¨®n de envidia: pesar por el bien ajeno.
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