La guerra, con mirada maestra

El Nobel Ivo Andric es la figura se?era de las letras yugoslavas. Un puente sobre el Drina es un monumento literario y casi una radiograf¨ªa prof¨¦tica de las fuerzas que han contribuido a destrozar los Balcanes y de modo especial su patria chica, Bosnia. Cr¨®nica de Travnik participa de la misma pasi¨®n por la f¨¦rrea estructura narrativa y por la vertebraci¨®n de la trama a trav¨¦s de periodos hist¨®ricos, en este caso las guerras napole¨®nicas. Pero lo que subyuga es la capacidad de Andric (1892-1975) para concebir y desarrollar todas las contradicciones de sus criaturas y fundirlas con el peso desolador de la Historia con may¨²sculas.

En la misma l¨ªnea y como imprescindible de la memoria del siglo XX est¨¢ la autobiograf¨ªa de Primo Levi (1919-1987). Una trilog¨ªa en la que el intelectual italiano de origen jud¨ªo desanda su calvario por Auschwitz y lo que significaron y significan los campos de exterminio. Si esto es un hombre, La tregua y Los hundidos y los salvados enfrentan al lector con la magnitud de lo que el hombre es capaz de hacer, mientras Levi no cesa de invocar la raz¨®n, la libertad, la verg¨¹enza y la piedad.

En los d¨ªas postreros de esta conflagraci¨®n se detiene William Burroughs (1914-1997) para describir el despertar de las confusas sensaciones de la era nuclear. Tierras del Occidente cierra su trilog¨ªa, iniciada con El lugar de los caminos muertos y Ciudades de la noche roja.

Un acercamiento a la Rusia del estalinismo se puede hacer con Caballer¨ªa roja/Diario de 1920, de Isaak B¨¢bel (1894-1941). Un libro que recoge el paso de B¨¢bel por el Ej¨¦rcito Rojo, a trav¨¦s de relatos ejemplares y de fragmentos de sus diarios escritos durante su campa?a militar, lo que convierte estas p¨¢ginas en un documento hist¨®rico.

Oportuno como siempre resulta El Danubio, de Claudio Magris (1939). La novela-ensayo, autobiograf¨ªa en la que el autor italiano recorre las aguas de este r¨ªo para contar y reflexionar sobre las ra¨ªces del presente europeo.

?frica es otro escenario de perpetuos conflictos. En un pa¨ªs que no se nombra nunca, los b¨¢rbaros, los ind¨ªgenas, los que viven al otro lado de la valla, comienzan a causar disturbios. Un juez destinado en la frontera presencia la llegada a su guarnici¨®n de un coronel sin escr¨²pulos dispuesto a exterminar a los invasores. J. M. Coetzee (Ciudad del Cabo, 1940), autor de la magistral Desgracia, traza tambi¨¦n en Esperando a los b¨¢rbaros (1977) una met¨¢fora de su pa¨ªs, Sur¨¢frica, de sus conflictos raciales y de su inclemente e inhumana falta de esperanza y de futuro.