"Soy un constructor"
"En el mundo, en los ¨²ltimos 40 a?os hemos construido m¨¢s que en toda la historia", declara uno de los art¨ªfices de la arquitectura, el dan¨¦s J?rn Utzon, que cumple 85 a?os el mi¨¦rcoles, y que ha levantado tan s¨®lo una torre de hasta 12 plantas. "Los rascacielos s¨®lo me gustan los m¨ªos e hice uno, muy bonito, una suma de apartamentos distintos, y el resto qued¨® en proyectos".
Utzon habita la mayor parte del a?o "en el para¨ªso", dice, en Can Feliz, Felanitx, en su nueva casa y ¨²ltima obra, de 1994, un espacio utilitario que representa un manifiesto de est¨¦tica y sencillez. Son vol¨²menes de piedra arenisca desnuda con grandes ventanales abiertos entre columnas. "La gente dec¨ªa: 'Est¨¢ inacabada, falta blanquearla", indica.
El padre de la ?pera de Sidney, estren¨® en 1973 su primera casa mallorquina, Can Lis, sobre el mar, en Portopetro, un lugar de peregrinaje. "Ven¨ªamos desde Australia, en 1967, y mi mujer, Lis, dijo: 'Yo quiero vivir aqu¨ª'. Hallamos una parcela fabulosa. ?ste es el lugar. Antes ven¨ªamos de vacaciones, luego medio a?o; ahora, m¨¢s, somos residentes desde 1983", explica Utzon desde su sal¨®n abierto a una parte de Mallorca rural y marina, escasamente triturada por el turismo.
J?rn Utzon no abandon¨® su primera c¨¦lebre casa por el agobio de las excursiones, ni tampoco por la densidad tur¨ªstica. "La dejamos por la luz. La intensidad luminosa sobre el mar era demasiado fuerte", se?ala. "Los pescadores daneses tienen los ojos destruidos por esta causa. Aqu¨ª, en Can Feliz, tenemos una luminosidad m¨¢s c¨¢lida, sin reflexi¨®n ni blancos".
Sin apenas calefacci¨®n, ni un ¨¢pice de aire acondicionado, los Utzon habitan esta casa de colina, con mucho sol en invierno y sombra en verano. Las ventanas no son practicables y no est¨¢n protegidas. "Por raz¨®n de trabajo. Las mujeres faenan demasiado limpiando puertas y persianas. Con dos puertas es m¨¢s barato, sin sobrepuertas interiores", dice el arquitecto.
Abunda en detalles: los dobles muros frenan la humedad y el calor, las piedras del suelo -de Santany¨ª- tienen la misma posici¨®n que las vigas curvadas del techo. "Hay que respetar los elementos y proporciones", dice, y muestra en un muro "una ventana sellada, una correcci¨®n en la nueva obra. En casas de 500 a?os tambi¨¦n las hay".
Utzon explic¨® al alba?il que iba a construir su casa de Portopetro con terrones de az¨²car en un bar. "Es verdad", confiesa, "era la mejor forma de configurar la construcci¨®n. En mi ojo interior ten¨ªa los modelos prefijados, la casa en posici¨®n sobre la costa y el horizonte, con la expresi¨®n de los muros y ventanas, las desviaciones de luz. En Can Feliz ya no hay contrastes de luz tan grandes, hemos pensado nuevas soluciones".
El dilema cliente-autor, el premio Pritzker, el conflicto con la ?pera de Sidney lo despeja muy claro. "La situaci¨®n, el emplazamiento, domina y resuelve. Yo no he tenido muchos problemas, ni tampoco he perdido mucho tiempo".
El autor ha levantado entidades bancarias, parlamentos, grandes teatros y muchas casas y destaca sus viviendas colectivas. "He construido muchas casas y apartamentos en Suecia bajo una idea de organizaci¨®n e integraci¨®n de diferentes modelos. Viviendas de distintas dimensiones para acomodar familias. He copiado estas agregaciones familiares de las zonas rurales con su sentimiento de solidaridad", apunta.
"Estamos muy contentos de vivir aqu¨ª y en todo este tiempo s¨®lo he hecho estas dos obras en Mallorca", explica. "He trabajado en muchas partes del mundo y ahora mis dos hijos arquitectos controlan la oficina. En M¨¦xico, ?frica, China, en colaboraci¨®n con una organizaci¨®n de Dinamarca, construyen colegios y universidades para j¨®venes para aprender a cultivar su pa¨ªs".
Al referirse a los nuevos arquitectos recuerda que en los a?os sesenta durante el proyecto de Sidney, el estudiante Rafael Moneo acudi¨® a su oficina de Dinamarca para aprender. Utzon s¨®lo admit¨ªa profesionales con t¨ªtulo. "Por favor, yo pagar¨¦, dec¨ªa Moneo. ?l vino adrede a verme y le acept¨¦. Trabajaba hasta por las noches. Es muy bueno. Muchos de los nuevos arquitectos han tenido proyecci¨®n y levantan grandes obras porque son artistas. No sucede siempre ni en todos los casos".
La pregunta es autom¨¢tica: ?Usted se considera un arquitecto-artista? "No, yo soy un constructor. Lo importante y definitorio en las obras son la funci¨®n, el material y la situaci¨®n. Los elementos y la reflexi¨®n son claves para buscar la soluci¨®n final, in situ, desde la serenidad".
El peso de las miradas sobre "el solar" lo ejemplifica en la ?pera de Sidney, "con la pen¨ªnsula, en el puerto, vista de lejos, de noche, de d¨ªa, da perspectivas poderosas y distintas. Yo ve¨ªa una escultura, los interiores y las formas exteriores est¨¢n muy meditados. Expertos han dicho que por primera vez el sol ha visto su luz focal. El mar es su horizonte. No es una escultura en bronce, es una escultura en m¨¢rmol, con un mill¨®n de azulejos", indica su autor.
La ?pera de Sidney no tiene forma de cangrejo, ni de naranja desgajada, o de velas de barco. "Es una esfera a trozos. S¨®lo en una esfera es posible construir as¨ª desde una geometr¨ªa muy simple. Es un edificio simb¨®lico, con funciones".
En una casa casi desnuda
"Este Premio Pritzker es como las frutas maduras, que llega al final de un proceso, a su tiempo, tras estar en el ¨¢rbol, por evoluci¨®n natural", comenta Utzon, de pie, en la despedida, tras la entrevista. En su mesa de trabajo y en el estante se ven cuadros de composiciones coloristas abstractas, collages de cartulinas cuarteadas, una geometr¨ªa irregular, que en nada evoca su estilo de construcci¨®n.
"Un d¨ªa me visit¨® mi amigo Rafael Moneo, tras recibir el Premio Pritzker, y me dijo que estaba inc¨®modo por haber recibido el galard¨®n antes que yo, que era a m¨ª a quien correspond¨ªa. ?l y su obra son fabulosos. Su Fundaci¨®n Mir¨® de Palma, tambi¨¦n", indica de su ex colaborador, que le gan¨® el concurso del Museo de Estocolmo. La casa de los Utzon est¨¢ casi desnuda, sin adjetivos adheridos ni muebles de firma, ni siquiera alguna obra de arte. Tres piezas sueltas son obra del arquitecto y sus familiares. En el ambiente minimalista destacan dos humildes siurells, inc¨®gnitas cer¨¢micas baratas mallorquinas, blancas y con brochazos de colores, que sedujeron a Joan Mir¨®, quien a su vez traslad¨® gestos y formas a sus obras. "Esta piedra es la misma que la que Crist¨®bal Colon ten¨ªa en su casa", bromea. "Una viga era un poco curva y el alba?il me dijo, no, es el horizonte del mar". La casa s¨®lo tiene dos escalones, un gran patio delantero de evocaci¨®n mexicana. Reina el silencio y el olor a pino verde. La mujer del arquitecto, Lis Utzon -que esta semana cumple 84 a?os-, es escultora, su hija ceramista y pintora, dos hijos y dos nietos son arquitectos. "Me falta un m¨²sico", dice. ?l sigue estudiando arquitectura, intentando explicar que "lo que no puede ser visto no puede ser dicho".
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