"No a la guerra" no es una pol¨ªtica
Es un clamor, una posici¨®n, que no puede ser igual antes -cuando la guerra era evitable-, que durante o despu¨¦s. Es pol¨ªtica (politics); pero urge una pol¨ªtica (policy), una l¨ªnea de actuaci¨®n, no s¨®lo de oposici¨®n. Conviene prepararse no s¨®lo para el medio o largo plazo, sino para estos momentos complejos y para los inmediatos tras la guerra, que pueden resultar definitorios para, al menos, ganar la paz. Este camino requiere estrategias y aliados; salir de Espa?a. Hasta ahora, la protesta ha sido global; pero la oposici¨®n pol¨ªtica, excesivamente local. La coalici¨®n tiene, no una, sino varias pol¨ªticas. Es un problema. Aunque el problema mayor, m¨¢s all¨¢ de esta guerra, es si en Washington los nost¨¢lgicos de la guerra fr¨ªa intentar¨¢n, en la estela del 11-S y de Irak, como sugiere la Administraci¨®n de Bush al amenazar a Siria e Ir¨¢n, meter al mundo en un estado de guerra permanente, con su consiguiente tensi¨®n y gasto militar. Impedirlo requiere desarrollar una pol¨ªtica y, a la vez, una novaci¨®n del v¨ªnculo transatl¨¢ntico.
En Bruselas, Powell ha tendido puentes hacia la UE, pero tambi¨¦n para involucrar a la OTAN -?con o sin Francia?, ?con o sin Rusia?- en la posguerra en Irak, una manera de recuperar la Alianza y darle el alcance global que se pact¨® en la cumbre de Praga. El pulso puede volver de nuevo al Consejo de Seguridad para buscar, como tras la guerra de Kosovo, una resoluci¨®n que legalice al menos la permanencia de las tropas de la potencia ocupante. No es f¨¢cil que Francia, tras su ¨®rdago, cambie sin m¨¢s de posici¨®n. Pero, en Bruselas, Villepin prefiri¨® no agitar las aguas en aras del pragmatismo, pese a que Powell no abri¨® plenamente la puerta a la v¨ªa onusiana, pues por ahora EE UU quiere que "la coalici¨®n" siga teniendo la sart¨¦n por el mango.
M¨¢s all¨¢ del "no a la guerra", hay que pensar desde Espa?a en articular una alternativa que lleve a recuperar el multilateralismo (con la ONU en su centro), y a remozar las relaciones da?adas de nuestro pa¨ªs con Francia, Alemania, el mundo ¨¢rabe y Am¨¦rica Latina; a plantear qu¨¦ relaciones quiere y puede tener Espa?a con EE UU y con Bush, y a reactivar la construcci¨®n europea. Gracias a la existencia, y resistencia, de la UE los da?os han sido limitados y se puede trabajar mirando al futuro. El exceso de poder de EE UU puede alentar un contrapeso: Europa puede serlo, no limit¨¢ndose a su papel tradicional de reconstructor. Hasta Berlusconi se est¨¢ apuntando a una reactivaci¨®n de Europa encabezado por Francia y Alemania. La crisis no es mal momento para presentar propuestas. Es la nueva ocasi¨®n (la anterior se perdi¨® tras Kosovo) de plantear una idea clara: si los europeos, al menos algunos europeos, quieren ganar autonom¨ªa respecto a EE UU, tendr¨¢n que costear una mayor capacidad militar. Capacidad implica gastar mejor; pero tambi¨¦n m¨¢s. Ni siquiera el PP osa plantearlo en serio. Puede haber una v¨ªa atractiva: un presupuesto separado para tareas comunes militares europeas, aunque sean de unos pocos.
Adem¨¢s, Europa debe definir su visi¨®n no s¨®lo de la salida al conflicto entre israel¨ªes y palestinos, sino de toda la regi¨®n, que puede quedar en un estado a¨²n m¨¢s peligroso tras esta guerra. Pues estos redise?adores de mapas a golpe de fuerza militar en Washington tienen su visi¨®n para la regi¨®n. Bush est¨¢ controlando la famosa hoja de ruta hacia una paz con dos Estados para 2005. Pero Sharon tambi¨¦n supone que Bush, en su b¨²squeda del tradicionalmente prodem¨®crata voto jud¨ªo en el 2004, no har¨¢ nada en contra del actual Gobierno israel¨ª. No se trata de volver atr¨¢s, pues ese atr¨¢s ya no existe. Es necesario definir en qu¨¦ mundo queremos vivir, explicarlo y dise?ar estrategias y alianzas para lograrlo. Como dijo recientemente en Madrid el ex presidente brasile?o Fernando Henrique Cardoso, la pol¨ªtica no es "el arte de lo posible", sino "el de hacer posible lo necesario". aortega@elpais.es
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