Perd¨®n, Al¨ª

Esta ma?ana, apenas despierto, sal¨ª a la calle a comprar un cart¨®n de leche y el peri¨®dico. Nada hac¨ªa presagiar lo que se avecinaba. Comet¨ª el error de pasar antes por el quiosco que por el mercado. Me encontr¨¦ con la foto de Al¨ª, mir¨¢ndome. Compr¨¦ el peri¨®dico y me sent¨¦ en el portal m¨¢s cercano y nos miramos, Al¨ª y yo. Miraba a Al¨ª y miraba a mi alrededor: la ciudad se despertaba.Yo tambi¨¦n. Un segundo m¨¢s tarde todo se mezcl¨® en mi cabeza. Quise gritar a los que, a¨²n dormidos, esperaban el verde del sem¨¢foro, quise llamar a un amigo, quise ir a hablar con Aznar, con Zapatero, con mi portera..., pero no pude hacer nada y empec¨¦ a llorar. Algo hab¨ªa pasado. Media hora m¨¢s tarde caminaba hacia la universidad con el coraz¨®n y el est¨®mago vac¨ªos. Con el devenir del d¨ªa me fui sumergiendo en mis costumbres, mis clases, mis amigos, mi trabajo, mi tren de vuelta a casa..., pero conmigo todo el d¨ªa la pregunta: ?en qu¨¦ hemos fallado?, ?en qu¨¦ han fallado la ONU, el Gobierno, la oposici¨®n, los medios, Bush, Sadam, mi portera..., en qu¨¦ he fallado yo? Con todo esto, con Sadam y mi portera, con Bush y conmigo bien mezclados en la cabeza, me pregunto: ?en qu¨¦ hemos fallado, Al¨ª...? Perd¨®n, Al¨ª.