?Es ¨¦sta una guerra justa?
Es una pregunta muy concreta. No se refiere a si la guerra es leg¨ªtima conforme al derecho internacional, ni a si es pol¨ªtica o militarmente prudente librarla ahora (o nunca). S¨®lo pregunta si es moralmente defendible: ?justa o injusta? Dejo el derecho y la estrategia a otra gente.
La guerra de Sadam es injusta, aunque ¨¦l no iniciara los combates. No est¨¢ defendiendo su pa¨ªs frente a un ej¨¦rcito conquistador; est¨¢ defendiendo su r¨¦gimen, el cual, teniendo en cuenta su historial de agresi¨®n en el extranjero y brutal represi¨®n en el interior, no tiene ninguna legitimidad moral, y se resiste a desarmar a su r¨¦gimen, como le orden¨® Naciones Unidas, aunque luego no le obligara a obedecer. ?sta es una guerra que ¨¦l pod¨ªa haber evitado cumpliendo sencillamente las exigencias de los inspectores de la ONU, o, al final, aceptando el exilio por el bien de su pa¨ªs. Es cierto que la defensa propia es el caso paradigm¨¢tico de guerra justa, pero lo de propia se refiere a un colectivo, no a una sola persona o a una pandilla de tiranos que se aferra desesperadamente al poder, independientemente del coste para la gente de a pie.
La guerra de EE UU es injusta. Aunque desarmar a Irak es un objetivo leg¨ªtimo, moral y pol¨ªticamente, es un objetivo que casi con toda certeza habr¨ªamos podido conseguir con medidas que no fueran una guerra a gran escala. Siempre he rechazado el argumento de que la fuerza es el "¨²ltimo recurso", porque a menudo, como los franceses demostraron este oto?o e invierno pasados, la idea de "¨²ltimo" es meramente una excusa para posponer indefinidamente el uso de la fuerza. Siempre hay algo m¨¢s que hacer antes de lo que viene en ¨²ltimo lugar. Pero la fuerza era necesaria para todos los aspectos del r¨¦gimen de contenci¨®n, que era la ¨²nica alternativa a la guerra, y fue necesaria desde el principio. Las zonas de restricci¨®n de vuelos y el embargo requirieron medidas en¨¦rgicas casi todos los d¨ªas, y los inspectores regresaron a Irak s¨®lo gracias a una amenaza cre¨ªble por parte de EE UU. La fuerza no es una cuesti¨®n de todo o nada, y no es una cuesti¨®n de primero o ¨²ltimo (o de ahora o nunca); su uso tiene que ser oportuno, y tiene que ser proporcionado. En marzo de 2003 se podr¨ªa haber hecho frente a la amenaza que representa Irak con algo que no fuera la guerra en la que ahora estamos metidos. Y una guerra librada antes de su momento no es una guerra justa.
Pero ahora que estamos en ella, espero que la ganemos y que el r¨¦gimen iraqu¨ª caiga r¨¢pidamente. No voy a manifestarme para que pare la guerra mientras Sadam siga en pie, ya que eso reforzar¨ªa su tiran¨ªa en el interior del pa¨ªs y le convertir¨ªa, una vez m¨¢s, en una amenaza para todos sus vecinos. Mi discusi¨®n con los que se manifiestan en contra de la guerra depende de la justicia relativa de dos desenlaces posibles: o una victoria estadounidense, o todo lo que no lo sea, que Sadam podr¨ªa considerar como una victoria suya. ?Pero -preguntar¨¢n algunos de los manifestantes- no validar¨ªa el primero la desastrosa diplomacia de la Administraci¨®n de Bush que condujo a esta guerra? S¨ª, podr¨ªa ser, pero, por otro lado, el segundo final validar¨ªa la diplomacia francesa, igualmente desastrosa, que rechaz¨® todas las oportunidades para ofrecer una alternativa a la guerra. E, insisto, reforzar¨ªa el juego de Sadam. Pero hasta la gente que estaba en contra de iniciar esta guerra puede todav¨ªa insistir en que deber¨ªa dirigirse conforme a los dos compromisos cruciales asumidos por la Administraci¨®n de Bush. En primer lugar, que se haga todo lo posible por evitar o reducir las bajas civiles; ¨¦ste es el requisito esencial para que haya jus in bellum, justicia en la forma de dirigir la guerra, que todos los ej¨¦rcitos en todas las guerras est¨¢n obligados a cumplir, independientemente de la moralidad de la guerra en s¨ª. En segundo lugar, que se haga todo lo posible por garantizar que el r¨¦gimen pos-Sadam sea un Gobierno de, por y para el pueblo iraqu¨ª; ¨¦ste es el requisito esencial de lo que podr¨ªa denominarse jus post bellum, la parte menos desarrollada de la teor¨ªa de la guerra justa, pero, evidentemente, importante estos d¨ªas.
Puede que la democracia sea una aspiraci¨®n ut¨®pica, dada la historia de Irak y los antecedentes en pol¨ªtica exterior de EE UU en estos ¨²ltimos cincuenta a?os; desde luego, no es f¨¢cil imaginar que se consiga. Pero es f¨¢cil imaginar algo mejor que el partido Baaz en Bagdad y estamos moralmente obligados a perseguir un acuerdo pol¨ªtico en el que quepan shi¨ªes y kurdos, independientemente de las dificultades que implique. Las cr¨ªticas al unilateralismo estadounidense deber¨ªan centrarse por el momento en el esfuerzo para lograr un final justo para esta segunda guerra del Golfo. Y tambi¨¦n deber¨ªan hacerlo las cr¨ªticas a la irresponsabilidad europea. Estados Unidos necesitar¨¢ ayuda en Irak (como tambi¨¦n la necesit¨® y sigue necesit¨¢ndola en Afganist¨¢n), y eso inmediatamente plantea dos preguntas: ?estamos dispuestos a pedir a otros pa¨ªses, o la ONU como su representante, que desempe?en una funci¨®n importante en la reconstrucci¨®n pol¨ªtica y econ¨®mica de Irak? Y, ?est¨¢n Francia, Alemania y Rusia dispuestas a desempe?ar esa funci¨®n, que implica responsabilizarse, junto con nosotros, de que se consigue un resultado decente? Estos tres pa¨ªses no estuvieron dispuestos a asumir ninguna responsabilidad en un r¨¦gimen serio de contenci¨®n antes de la guerra; ni tampoco est¨¢bamos nosotros dispuestos a invitarles a participar en un r¨¦gimen as¨ª. Nosotros nos comprometimos, demasiado pronto, con la guerra; ellos se comprometieron desde el primer momento con la pacificaci¨®n. Un esfuerzo de cooperaci¨®n para llevar la decencia pol¨ªtica a Irak, y para ayudar a reconstruir la econom¨ªa del pa¨ªs, podr¨ªa empezar a crear un punto medio en el que el multilateralismo pueda arraigar. Y luego podemos ponernos a trabajar en el historial de la Administraci¨®n de Bush en lo que respecta al medio ambiente, y su oposici¨®n al Tribunal Penal Internacional, y su cancelaci¨®n del tratado sobre prohibici¨®n de pruebas, y su derecho a un poder hegem¨®nico m¨¢s all¨¢ de todo desaf¨ªo, y...
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