?Candidaturas ¨²nicas?
Vivimos momentos de cambio, es evidente. Ha terminado una era, y eso todo lo complica, todo est¨¢ por inventar. El hecho es que la situaci¨®n recuerda terriblemente a 1913-1914. Eso asusta, porque despu¨¦s lleg¨® la Gran Guerra, Hitler y la Segunda Guerra. Como entonces con los Balcanes, ante un pasado relativamente tranquilo y sereno, nos vemos sacudidos por el horror de la guerra m¨¢s cruenta. El monstruo se presenta de golpe y resulta implacable. Tambi¨¦n ahora una potencia est¨¢ haciendo una apuesta por su hegemon¨ªa planetaria. (Entonces era Alemania la que buscaba su hegemon¨ªa total en el Continente.) De pronto, vemos traicionando todo aquello en lo que hemos cre¨ªdo y el porvenir se presenta incierto. El presente atenaza las mentes.
Lo digo por nosotros, uno siempre arrimando el ascua a su paisito. Las pr¨®ximas municipales y forales se nos presentan como algo incierto y liminal. Con el quebrado estado de ¨¢nimo general y la deriva inaudita del PNV, apenas si sabemos c¨®mo estirpar de entre nosotros el huevo de la serpiente. Si de nuevo se repiten los resultados de las anteriores, si no hay peque?as variaciones (s¨®lo peque?as) que den motivos para la esperanza, seguir¨¢ apag¨¢ndose la luz en esta parte de Europa. Y en ¨¦stas, lleg¨® Mayor y mand¨® parar; es un decir. Arropado por gente de probado compromiso, propuso - y propone- candidaturas unitarias de los constitucionalistas en los municipios y una "alternativa democr¨¢tica" para Euskadi. ?Es bueno esto para Euskadi? (Me sorprendo a m¨ª mismo repitiendo el neologismo aranista con fruici¨®n.) Creo que no.
A tiempos nuevos, nuevas propuestas. Es lo que el PP (o el PSE, entonces) no entendi¨® en las pasadas auton¨®micas. Estoy por asegurar que el dichoso apret¨®n de manos entre Mayor y Redondo en el Kursaal hizo perder a ¨¦stos las elecciones. En puro an¨¢lisis de despacho, sin pisar la calle, la cosa parece perfecta. ?Cu¨¢l es el principal problema del Pa¨ªs Vasco? Recuperar una libertad perdida a manos de los pistoleros. De acuerdo. En esa trinchera militamos desde distintos foros todos nosotros. El asunto es la manera (s¨ª, la manera) de articular la respuesta. Y uno siente no estar en absoluto de acuerdo con Mayor Oreja en la manera de articular las cosas. Porque es cierto, como dijo Edurne Uriarte, que el PP y el propio Mayor fueron los primeros en "trabajar seriamente" por una alternativa en ¨¦ste atormentado pa¨ªs. Pero en democracia no basta con tener raz¨®n, hay mostrarla. En democracia cuenta la raz¨®n y la pedagog¨ªa sobre la raz¨®n.
Vivimos en una sociedad bien acomodada con est¨¢ndares de consumo propios de occidente. Somos capaces de grandes y remotos altruismos (El Salvador, Irak; v¨¢lvula de escape para los m¨¢s j¨®venes) que no incomoden nuestro estatus; somos gente que cada ma?ana se desayuna su caf¨¦ con leche y espera que no le falte al d¨ªa siguiente, que no se privar¨¢ de unas buenas vacaciones de Semana Santa. Somos gente preocupada por el porvenir inmediato: la sanidad, la ense?anza, Europa, la gesti¨®n municipal, nuestra ciudad. Ignorar todo eso es ponerse voluntariamente orejeras, como se pon¨ªa al asno del molino.
El PP, como se hizo en ?lava, debe entrar en los asuntos concretos de la gente concreta, de esta gente. H¨¢blesenos del Concierto o de las infraestructuras. En cuanto al PSE, debe responder, a¨²n m¨¢s radicalmente, a un electorado de izquierdas (haberlo, haylo), que exige una pol¨ªtica m¨¢s igualitaria y m¨¢s redistributiva. (Que no se deje todo -vivienda, paro, integraci¨®n social...- a las costosas campa?as publicitarias y de autobombo de nuestro consejero de Vivienda y Asuntos Sociales, se?or Madrazo).
A cada tiempo, lo suyo. Y, en democracia, ganar elecciones. La f¨®rmula Mayor Oreja es una f¨®rmula perdedora. Por tanto, mala. Azuza el frentismo y desvirt¨²a, por elevaci¨®n, el debate. Es, por ello, pedag¨®gicamente mala. Afortunadamente, el PSE no ha cedido esta vez a los cantos de sirena-Oreja. Sin embargo, va siendo hora -me refiero al PSE- de que comience a sacar pecho. A pesar de sus esfuerzos, no conseguimos verle. Vivimos momentos de cambio, tiempos complicados. ?Estaremos a la altura, o echaremos luego la culpa al electorado?
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