La expresi¨®n del dolor
Hablar de Oteiza, mejor dicho escribir, me parece que tiene malas se?ales; algo malo ha pasado.
Yo siempre recuerdo a Oteiza, vivo, enfrentado con la vida, con su propia vida, con su pa¨ªs, o con quien sea. Jorge siempre fue as¨ª desde que empec¨¦ a conocerlo hace ya demasiados a?os.
Recuerdo un d¨ªa en Valencia. Ten¨ªa que dar una conferencia en el Ateneo Mercantil. Empez¨® a hablar -¨¦l llevaba unos escritos que dej¨® encima de la mesa, lo cual a m¨ª me hizo pensar que era la conferencia que llevaba escrita y que ten¨ªa que dar-, continu¨® hablando, nos cont¨® que hab¨ªa estado en Par¨ªs y c¨®mo desde un autob¨²s que iba recorriendo las calles de la ciudad, iba descubriendo durante la marcha luces y sombras como si estuviera habl¨¢ndonos de un mundo cotidianamente cin¨¦tico; y as¨ª estuvo durante un tiempo bastante largo hasta que se hizo, tal vez, demasiado largo. Se dio cuenta de que era tarde y de que no se hab¨ªa acordado de leernos su conferencia que ten¨ªa escrita encima de la mesa. Nunca he sabido qu¨¦ iba a contarnos en aquellos papeles, pero a m¨ª, personalmente, me pareci¨® una charla magn¨ªfica y nunca podr¨ªa haberme dado una m¨¢s clara expresi¨®n de su personalidad que aquella tarde del Ateneo Mercantil en Valencia.
Hab¨ªa conocido a Oteiza por unas diapositivas que pasaron en mi casa hacia mediados de los a?os cincuenta para que las vi¨¦ramos cuatro o cinco amigos. Aguilera Cerni, que fue el que durante esos a?os iluminaba el panorama art¨ªstico de Valencia, las trajo a mi casa. Si mi memoria no falla, eran transparencias de Oteiza, T¨¤pies, Burri... Por primera vez ve¨ªamos obras abstractas, est¨¢bamos completamente alucinados. Todav¨ªa hoy recuerdo estos momentos como acontecimientos importantes de mi vida y de mi trabajo.
Yo sal¨ª de Espa?a por primera vez en el a?o 1958, que fue tambi¨¦n la primera vez que estuve en Par¨ªs. De Par¨ªs fui a Bruselas y ah¨ª pude ver, tal vez, la mejor exposici¨®n que yo he visto en mi vida y que hoy ser¨ªa imposible reunirla. Conoc¨ª directamente a todos los grandes maestros del arte moderno y sobre todo conoc¨ª la abstracci¨®n. ?Y ahora qu¨¦ tiene que ver todo esto con Oteiza? Pues s¨ª, tiene mucho que ver. Porque yo nunca hubiera ido a Par¨ªs sin un empuje como el que me dio Oteiza. Yo hab¨ªa ido a Ir¨²n a ver a Jorge y me atrev¨ª a subir detr¨¢s de ¨¦l en una Lambretta con ¨¦l delante conduciendo y sin parar de hablar conmigo, volvi¨¦ndose, discutiendo y yo detr¨¢s cada vez con m¨¢s peligro y m¨¢s miedo. Resist¨ª todo el tiempo que estuve en la Lambretta de Oteiza. ?sta fue la gran energ¨ªa que me transmiti¨® y para mi torpe memoria ha sido imborrable. Y conservo este recuerdo con el cari?o y admiraci¨®n de ahora.
?Por qu¨¦ voy a hablar ahora de la escultura de Jorge? Supongo que porque soy escultor y ¨¦l es escultor, y Oteiza fue el que me dio la energ¨ªa y la fuerza que ¨¦l ten¨ªa y transmit¨ªa a los dem¨¢s, se la pidieran o no. ?l transmit¨ªa fuerza, el Pa¨ªs Vasco la transmite tambi¨¦n y ¨¦l era parte de ese Pa¨ªs Vasco. Su escultura era y es la m¨¢s fuerte que yo he podido ver y admirar en ese momento. Recuerdo no hace mucho, en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, con su director de entonces, Miguel Zugaza, ense?¨¢ndome la sala donde estaban reunidas las obras de los escultores Chillida y Oteiza; esto, que podr¨ªa ser una fiesta de la escultura para un espectador, lo es todav¨ªa m¨¢s para un escultor como yo. Oteiza continu¨® dej¨¢ndome con la sorpresa expresiva m¨¢s emocionante que yo puedo sentir en mi interior, y esto lo consigue sin propon¨¦rselo, o al menos ¨¦sta es la impresi¨®n que tiene uno cuando ve las esculturas de Oteiza. Uno parece que es mudo y no sabe contestar, intenta hablar pero no sabe qu¨¦ decir.
Hoy hay tantas esculturas, tantas salas de esculturas, pero lo que Oteiza nos ha dejado durante estos a?os fue ¨²nico, fue la expresi¨®n m¨¢s dram¨¢tica y m¨¢s simple del dolor de este gran escultur del siglo XX. Nunca he visto a Oriente y a Occidente m¨¢s cerca, comunicando sentimientos en la forma de expresi¨®n m¨¢s sencilla.
Lo siento Jorge, nos has dejado solos y ese dolor no te lo propusiste t¨², como tantas otras veces.
Andreu Alfaro es escultor.
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