Mono de ciudadan¨ªa
Aparte de la eliminaci¨®n de una dictadura sangrienta, la ¨²nica conclusi¨®n positiva de esta guerra parece ser la aparici¨®n de una sociedad civil internacional con aut¨¦ntica capacidad de movilizaci¨®n. Este fen¨®meno, que ha arrojado a las calles a aut¨¦nticas masas de ciudadanos, puede recibir explicaciones diferentes seg¨²n el lugar donde se ha producido. Lo que aqu¨ª nos interesa es intentar buscarle una explicaci¨®n v¨¢lida para un pa¨ªs como Espa?a. ?Responde esta incre¨ªble movilizaci¨®n a un aut¨¦ntico sentimiento pacifista o hay algo m¨¢s? ?Por qu¨¦ han sido precisamente los j¨®venes los que han tenido una implicaci¨®n m¨¢s activa e intensa? ?Estamos asistiendo a un nuevo movimiento social perdurable o se trata ¨²nicamente de una movilizaci¨®n coyuntural que se apagar¨¢ con la misma rapidez con la que comenz¨® a irradiar? ?Podr¨¢ ser vertebrada por los partidos pol¨ªticos y el sistema pol¨ªtico en general, o, como en gran medida ocurri¨® con el movimiento antiglobalizaci¨®n, s¨®lo cobra sentido por su car¨¢cter espont¨¢neo y extrasist¨¦mico? Y, ?por qu¨¦ precisamente ahora y no hace ya algunos a?os?
Es demasiado temprano para darle una respuesta a todas estas preguntas. Una forma de desprestigiar o, mejor, frivolizar al movimiento, consiste en atribuirle un peso casi simb¨®lico, de mera expresividad valorativa. En definitiva, y ¨¦ste es un argumento utilizado por el Gobierno, ?qui¨¦n no est¨¢ a favor de la paz? Es f¨¢cil poner a salvo nuestra conciencia moral en una cuesti¨®n como ¨¦sta cuando los costes de una no intervenci¨®n militar son percibidos como pr¨¢cticamente iguales a cero. Y cuando quienes se manifiestan encuentran una f¨¢cil salida cat¨¢rtica al unirse a una comunidad, a un "grupo nosotros" tan compasivo y bienintencionado. Seguramente hay algo de eso, pero es una explicaci¨®n simplista. Como la necesidad de dar rienda a un antiamericanismo latente o buscar cualquier motivo para buscarle las cosquillas al Gobierno.
Hay que comenzar diciendo que estamos ante un nuevo movimiento social que representa, en efecto, un importante pronunciamiento a favor de una determinada definici¨®n normativa de nuestra sociedad. Todo ese conjunto de valores que han sido puestos en peligro como consecuencia de la quiebra de la legalidad internacional y otros principios esenciales de nuestra cultura pol¨ªtica. No se limita a ser un pacifismo o hippismo de nuevo cu?o. Parece que hay algo m¨¢s profundo, algo que todav¨ªa no estamos en condiciones de explicar. Para empezar, quienes de ¨¦l participan no son solamente j¨®venes, ni grupos marginales o minoritarios, tambi¨¦n hay un gran n¨²mero de gente ordinaria. Adem¨¢s, al menos en Espa?a, llevamos asistiendo ya a una buena cantidad de movimientos de masas. Y no por una causa ¨²nica. Recordemos las manifestaciones de Nunca M¨¢is, de la antiglobalizaci¨®n, de la huelga general, las protestas contra la LOU... Todo hace presagiar que la movilizaci¨®n por la paz ha servido de catalizador definitivo de un "malestar no identificado" con el estado de nuestra sociedad. Es como si de repente hubi¨¦ramos tomado conciencia de que somos ciudadanos y estamos dispuestos a ejercer como tales. Se ha producido una repolitizaci¨®n acelerada que puede dejar en fuera de juego a gran parte de la clase pol¨ªtica del sistema. La gran cuesti¨®n reside en ver qui¨¦n y c¨®mo ser¨¢ capaz de vertebrar esta nueva explosi¨®n c¨ªvica.
Como siempre suele ocurrir con este tipo de movimientos, quienes llevan el papel protagonista son los j¨®venes. Y, bien pensado, ya era hora que hicieran o¨ªr su voz ante una sociedad que les ha cerrado las puertas del futuro. Sin posibilidad de acceso a empleos o, en su caso, a la estabilidad laboral, o a una vivienda digna; y disciplinados por la unidimensionalidad del consumismo y la fiera competitividad. Cumplen sus obligaciones y se quedan sin recompensa. Se les ha socializado en la sociedad del bienestar y en la autoconciencia democr¨¢tica para contemplar despu¨¦s un espacio p¨²blico ensordecido por la banalidad y la hipocres¨ªa de amplios sectores de la clase pol¨ªtica. No sabemos qu¨¦ futuro le espera a este movimiento. S¨ª se atisba, sin embargo, un sutil cambio cultural con fuerte presi¨®n sobre la pol¨ªtica. Menos mal.
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