Dionisio Blanco, pintor del silencio
"Tu nombre est¨¢ ya listo / temblando en un papel. Aquel que dice / Abel, Abel, Abel... o yo, t¨², ¨¦l". Dionisio Blanco, el pintor vasco fallecido ayer en Bilbao a los 75 a?os, coloc¨® la traducci¨®n al euskera de ese famoso poema de Blas de Otero (Me llamar¨¢n, nos llamar¨¢n a todos) en uno de sus cuadros m¨¢s impactantes: el que dedic¨® a Javier Echebarrieta, el primer miembro de ETA en matar y el primero en morir: el mismo a quien Oteiza, fallecido hace dos d¨ªas, coloc¨® al pie de la Piedad de la bas¨ªlica de Ar¨¢nzazu. El destino ha unido a la hora de la muerte a estos dos artistas vascos: el escultor del vac¨ªo, el pintor del silencio. El cuadro que ilustraba los versos de Otero representa la figura de un hombre derrumb¨¢ndose frente a una pared en un escenario lleno de vac¨ªo y vac¨ªo de queja o sonido alguno.
Pintura y poema circularon abundantemente entre los medios antifranquistas vascos en una reproducci¨®n impresa en 1969.
Para entonces Dionisio Blanco hab¨ªa recorrido un largo camino desde su nacimiento en San Salvador del Valle (hoy, Valle de Tr¨¢paga), en la zona minera de Vizcaya, en 1927. Hijo de un socialista que permaneci¨® ocho a?os encarcelado tras la Guerra Civil, fue pastor en Soria antes de hacerse alba?il, como su padre, a su regreso a Bilbao, en 1944. Un grave accidente laboral lo convirti¨® en pintor, su vocaci¨®n desde ni?o. Qued¨® cojo.
Una imagen de la ¨¦poca: Dionisio Blanco, que andaba con gran dificultad, arrastrando una enorme maleta, buscando casa donde dormir tras haberse decretado el estado de excepci¨®n, en 1968 o 1969. Hasta los a?os ochenta milit¨® en el Partido Comunista; luego se distanci¨®. En los ¨²ltimos a?os, casi inmovilizado en una silla de ruedas, canaliz¨® su rebeld¨ªa militante contra ETA.
Dionisio Blanco ha sido el pintor de la fragilidad humana. Como su propia figura, casi de cristal, sus personajes parecen a punto de esfumarse, o de romperse, o de ser arrastradas por el viento. Carecen de sombra, y el espectador no sabe si est¨¢n cayendo hacia delante o hacia atr¨¢s. Ni?os jugando en el patio. Trabajadores subiendo a una embarcaci¨®n para cruzar una r¨ªa inm¨®vil. Un grupo de personas, de espaldas al espectador, frente a un fondo sin ruido en blanco nacarado.
En sus obras, hasta una baranda de hierro o los cables del tendido el¨¦ctrico parec¨ªan a punto de partir, arrastrados por el aire. Dionisio Blanco ha sido el pintor con mayor sensibilidad de la gran generaci¨®n de artistas vascos de posguerra, aunque no ha contado con un reconocimiento mayoritario, en parte por su extremada, casi enfermiza, modestia.
Hay obra suya en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, y se preparaba una antol¨®gica que ahora ser¨¢ p¨®stuma. Blas de Otero le dedic¨® un poema titulado Lo indeleble. Porque a veces lo que parece m¨¢s fr¨¢gil es lo que permanece.
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