Cambio de planes en territorio kurdo
Bombardeos masivos, comandos y milicias locales. Eso no era lo previsto. Estados Unidos vio trastocados sus planes de guerra en el norte de Irak por la obstinaci¨®n turca. M¨¢s de 62.000 soldados de la 4? Divisi¨®n de Infanter¨ªa ten¨ªan que haber atravesado el territorio de Turqu¨ªa para abrir un frente norte contra Bagdad y cerrar una formidable pinza con el grueso del Ej¨¦rcito de la coalici¨®n, concentrado en Kuwait, por el sur. Ni el Gobierno ni el Parlamento ni los generales de Ankara lo aceptaron.
Del frente norte se han encarcagado unos centenares de boinas verdes y paracaidistas, no m¨¢s de dos o tres millares, con un formidable apoyo a¨¦reo, que han podido mantener a raya en el frente norte a cinco divisiones: 125.000 soldados apoyados por carros de combate y artiller¨ªa. Una guerra, pues, casi invisible, que se ha podido contar parcialmente a trav¨¦s de sus tr¨¢gicas consecuencias. Los desertores iraqu¨ªes han descrito escenas de p¨¢nico en sus cuarteles bajo las oleadas de bombas de EE UU. "Si hubi¨¦ramos podido, nos habr¨ªamos escapado todos", aseguraba un cabo que se pas¨® a las filas kurdas una terror¨ªfica noche de bombardeos en G¨¹er, 40 kil¨®metros al oeste de Erbil. Al visitar ese frente despu¨¦s se pod¨ªa comprender su desesperaci¨®n ante un paisaje de destrucci¨®n sembrado de cr¨¢teres donde cabr¨ªa un autocar y veh¨ªculos militares calcinados.
Un sector del frente norte kurdo que parec¨ªa inactivo qued¨® tras la batalla con cr¨¢teres en los que cabr¨ªa un autocar y veh¨ªculos militares calcinados
"No se preocupen, van a tener aqu¨ª un frente bastante bueno", prometi¨® el general del cuerpo de marines Pete Osman, comandante militar del norte, cuando los periodistas le preguntaron a su llegada al Kurdist¨¢n por la aparente inactividad en el frente terrestre. En uno de los lanzamientos de paracaidistas m¨¢s importantes desde la II Guerra Mundial, el Pent¨¢gono ocup¨® durante la madrugada del 27 de marzo el aer¨®dromo de Harir, 70 kil¨®metros al norte de Erbil, con un millar de soldados de la 173? Brigada Aerotransportada. La exhibici¨®n de fuerza acentu¨® el efecto desmoralizador de las bombas sobre las tropas iraqu¨ªes, que empezaron a replegarse hacia las ciudades de Mosul y Kirkuk y sus yacimientos de petr¨®leo. Un pu?ado de soldados entrenados en el manejo de marcadores l¨¢ser para las bombas guiadas y de complejos sistemas de comunicaciones compart¨ªa trincheras con miles de milicianos que empu?aban viejos kalashnikov.
En frentes donde se disputaba cada palmo de tierra, los ataques a¨¦reos encerraban una amenaza de fuego amigo. Ocurri¨® hace una semana en Dibega, cerca de G¨¹er, donde un convoy de milicianos kurdos, comandos de Estados Unidos y periodistas fue atacado por error por aviones de EE UU, con un resultado de 18 muertos y 45 heridos.
Los habitantes de las ciudades del Kurdist¨¢n iraqu¨ª huyeron hacia las monta?as dos d¨ªas antes de que estallara la guerra. Ser¨¢ dif¨ªcil que superen su miedo a las armas qu¨ªmicas tras el ataque con gas mostaza que dej¨® 5.000 muertos en Halabha en 1988.
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