Basora: una lecci¨®n de flema brit¨¢nica
El coronel Chris Vernon, antebrazo apoyado en el atril del discurso, contemplaba con superioridad guasona a los periodistas que le interrogaban sobre si los brit¨¢nicos, por casualidad, se hab¨ªan"empantanado" en Basora. El brit¨¢nico Vernon acusaba recibo de la pregunta y sonre¨ªa. Entonces, el responsable de la ofensiva sobre Basora levantaba una ceja y dec¨ªa: "Sabemos lo que hacemos. Llevamos a?os haci¨¦ndolo".
Vernon, como la toma de Basora, fue creciendo en esta guerra. Poco a poco entraron las tropas brit¨¢nicas en la segunda ciudad de Irak. Aseguraba el alto mando brit¨¢nico que no quer¨ªan demasiadas bajas civiles. Quer¨ªan las m¨ªnimas. Por eso no bombardearon de forma indiscriminada. Tuvieron las m¨ªnimas. "Unos pocos cientos", informan fuentes militares. Quer¨ªan llevarse bien con los habitantes de la ciudad. Gan¨¢rselos. Nunca impusieron un bloqueo.
El coronel brit¨¢nico Chris Vernon aseguraba que no quer¨ªan demasiadas bajas civiles, justo las m¨ªnimas. Por eso no bombardearon de forma indiscriminada
Fue un asalto paciente, met¨®dico. Como pacientes y met¨®dicas eran las palabras a la prensa que ofrec¨ªa el coronel.
Cuatro mil ratas del desierto fueron rodeando la ciudad chi¨ª del sur por excelencia hasta el momento del asalto final. La unidad, que obtuvo su fama de las batallas contra Rommel en la II Guerra Mundial, entr¨® en acci¨®n junto a decenas de carros de combate y paracaidistas a principios de esta semana. "?sta es la liberaci¨®n de la ciudad que hab¨ªamos planeado", inform¨® el capit¨¢n brit¨¢nico Al Lockwood. Los comienzos fueron pausados. Se empez¨® con bombardeos limitados. Se apuntaba a objetivos del Gobierno, a los resortes del poder. Los bombardeos s¨®lo se hicieron constantes una vez que se avanzaba en los combates, aseguran fuentes militares en Kuwait. Poco a poco, los combates se fueron ampliando a otras zonas, se fueron extendiendo. Las tropas no tomaban la ciudad. Entraban y sal¨ªan. Pero cada vez que sal¨ªan se acercaban m¨¢s al final. Se replegaban a sus posiciones, pero lo hac¨ªan repletos de informaci¨®n. Sab¨ªan lo que suced¨ªa dentro. Lo hab¨ªan visto y entonces actuaban en consecuencia. Ganaban contactos. Ganaban lealtades. Sab¨ªan qu¨¦ nuevos objetivos bombardear. El cuartel general del partido Baaz fue reducido a escombros con una bomba guiada por sat¨¦lite. El mismo patr¨®n fue utilizado para volar la casa de Al¨ª el Qu¨ªmico, primo de Sadam.
Los brit¨¢nicos admiten estos d¨ªas que siempre "alguien les dec¨ªa algo". Conoc¨ªan de primera mano que los mujabarats (hombres del servicio de informaci¨®n de Sadam Husein) ten¨ªan aterrada a la poblaci¨®n de Basora. Eran conscientes de que sus ciudadanos, dos millones de habitantes, estaban recelosos de apoyar a una fuerza exterior si no ve¨ªan antes caer a Sadam. En el a?o 1991 se les abandon¨® a su suerte en un levantamiento contra el r¨¦gimen de Bagdad. Fueron masacrados.
El pasado domingo, tras dos semanas de ataques limitados, los mandos brit¨¢nicos consideraron que ten¨ªan bastante informaci¨®n. La resistencia al Gobierno era fr¨¢gil. Hab¨ªa llegado el momento de lanzar un ataque de envergadura. Se queman los retratos de Sadam. Incluso su yate. Pero nadie est¨¢ al mando de la ciudad. El vac¨ªo de poder es clamoroso. Y la ciudad se sume en el pillaje y los linchamientos. No hay ley. No hay orden. S¨®lo las fuerzas brit¨¢nicas patrullando las calles de una Basora ya ca¨ªda.
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