La nueva vida del Palau March Museu
La remodelaci¨®n del Palacio de Palma incorpora una colecci¨®n de escultura contempor¨¢nea
Ayer se present¨® en Palma de Mallorca la remodelaci¨®n del Palau March, sede de la Fundaci¨®n Bartolom¨¦ March, de la Biblioteca Balear y del nuevo Museo de Escultura Contempor¨¢nea, una de las colecciones privadas m¨¢s importantes de escultura del siglo XX. El Palau March Museu, que con esa denominaci¨®n puede visitarse a partir de hoy, incluye tambi¨¦n exposiciones temporales y un auditorio para 160 personas. La nueva etapa de la Fundaci¨®n que preside Manuel March, hijo del mecenas, la dirige Basilio Baltasar.
El legado de Bartolom¨¦ March incluye, adem¨¢s del espl¨¦ndido Palacio de Palma, construido entre 1940 y 1945 por el arquitecto Luis Guti¨¦rrez Soto -y en el que se encuentran los ¨²ltimos frescos originales de Josep Mar¨ªa Sert-, la Biblioteca Balear, que, con m¨¢s de 60.000 vol¨²menes, 1.800 manuscritos, 21 incunables y 3.000 piezas de un fondo datado entre los siglos XVI y XVIII, es considerada por muchos estudiosos, historiadores y eruditos como la aut¨¦ntica Biblioteca Nacional de las Baleares, pues, adem¨¢s de lo dicho, recoge todos los textos que se publican anualmente sobre las islas. Recientemente, y en condici¨®n de dep¨®sito, se han incorporado 16.000 vol¨²menes m¨¢s procedentes de la biblioteca familiar del Palacio de Miguel ?ngel, en Madrid.
El legado se completa con un espl¨¦ndido bel¨¦n napolitano de cientos de piezas del siglo XVIII, que se exhibe tambi¨¦n en la remodelada sede-museo, una colecci¨®n de cartas n¨¢uticas y portulanos medievales, la ya mencionada colecci¨®n de esculturas contempor¨¢neas y el Palacio Sa Torre Cega y sus jardines, en Cala Rajada, y un fondo de inversiones para sostener las actividades de la fundaci¨®n.
Si desde el punto de vista de la memoria -hist¨®rica o contempor¨¢nea- la biblioteca es el epicentro, desde el punto de vista art¨ªstico la selecci¨®n de esculturas ocupa el lugar central. Se trata de una selecci¨®n que engloba diversas tendencias o movimientos vanguardistas y que fueron adquiridas por Bartolom¨¦ March a lo largo de 60 a?os. Entre ellas destacan obras de Auguste Rodin, Apel-les-Fenosa, Berrocal, Claude Lalane, Max Bill, Eduardo Chillida, Henry Moore, Agust¨ªn C¨¢rdenas, Andreu Alfaro, Xavier Corber¨®, Eusebio Sempere, Mart¨ªn Chirino o Barbara Hepworth. Las esculturas se encontraban en los jardines de Cala Rajada, creados por do?a Leonor, madre de Bartolom¨¦, quien, al heredar la propiedad, mantuvo la tradici¨®n y el cuidado de los mismos. Con la incorporaci¨®n de las esculturas, utiliz¨® los servicios de los muy reputados paisajistas Russell Page y Leandro Silva para realzar las nuevas adquisiciones.
El temporal
Como se?ala Basilio Baltasar, director de la fundaci¨®n, el 11 de septiembre de 2001, terrible y cruel fecha asociada a los atentados de las Torres Gemelas de Nueva York, fue tambi¨¦n la fecha en la que Cala Rajada sufri¨® uno de los temporales m¨¢s violentos de cuantos se recuerdan, hasta el punto de que el viento arranc¨® de cuajo m¨¢s de 500 pinos y destroz¨® los jardines de Sa Torre Cega. Sin embargo, la espl¨¦ndida colecci¨®n de esculturas result¨® pr¨¢cticamente indemne. Para evitar un nuevo desaf¨ªo al destino se decidi¨® trasladarla a las dependencias del Palau March de Palma, conformando el nuevo museo.
Fernando G. Corugedo, en su apunte biogr¨¢fico, explica que la afici¨®n por el arte y el coleccionismo de Bartolom¨¦ March, hijo menor del financiero y patriarca Juan March, surgi¨® en sus a?os en Londres, ciudad a la que le envi¨® su padre al comenzar la guerra civil espa?ola. All¨ª se relacion¨® con los ambientes del mercado art¨ªstico internacional y, estimulado por su progenitor, fue encargado de incrementar y mejorar las secciones de bienes art¨ªsticos de la familia, con lo que pudo tambi¨¦n iniciar sus colecciones propias. Entre 1939 y 1970 se puede afirmar que Bartolom¨¦ March fue, esencialmente, un gran coleccionista, pues, adem¨¢s de poseer un gusto y una formaci¨®n cultural notables, ten¨ªa una disponibilidad econ¨®mica extraordinaria y unas excelentes relaciones con los principales expertos del arte y la bibliofilia. En 1970 decide abrir al p¨²blico la Biblioteca Balear, trascendiendo la condici¨®n de coleccionista para acceder a la de mecenas. Cinco a?os m¨¢s tarde, en 1975, crea la fundaci¨®n que lleva su nombre y a la que va donando parte de sus colecciones hasta la fecha de su muerte, en 1998.
Otra de las piezas clave del Palau March Museu, que desde hoy se puede contemplar de forma permanente, es el espectacular bel¨¦n napolitano del siglo XVIII, conformado por centenares de piezas de un realismo y perfecci¨®n dif¨ªcilmente imaginables si no se contemplan directamente. En realidad, son esculturas realizadas en talleres de especialistas en las que, al parecer, los pies los realizaban los aprendices; las manos, los ayudantes, y las cabezas -todas ellas retratos de seres an¨®nimos-, los maestros escultores. El grupo central de los ¨¢ngeles, el mercado, la cabalgata de los Reyes Magos y, en fin, todo lo que compone un bel¨¦n, consta en el de la fundaci¨®n, pero con una riqueza de detalles, una minuciosidad en las descripciones de las ropas y un rigor en los muebles y objetos que, adem¨¢s de obra de arte, lo convierte en una fuente de informaci¨®n antropol¨®gica de primera magnitud.
Joyas de bibli¨®filo
La colecci¨®n de cartas n¨¢uticas y atlas constituye el conjunto documental m¨¢s valioso de la biblioteca, y est¨¢ reconocida como una de las m¨¢s importantes del mundo. Est¨¢ formada por siete cartas n¨¢uticas y tres atlas. Cronol¨®gicamente, son de ¨¦poca tard¨ªa, respecto a la cartograf¨ªa mallorquina cl¨¢sica, de la que son, en conjunto, representativas. Han sido descritas, estudiadas y divulgadas en m¨²ltiples cat¨¢logos y publicaciones cartogr¨¢ficas. El elenco es el siguiente: Carta n¨¢utica de Gratiosus Beninchasa, Venecia, 1468; Carta n¨¢utica de Jacobus Russus, Mesina, 1535; Carta n¨¢utica de Jaume Olives, N¨¢poles, 1564; Carta n¨¢utica de Jaume Olives, Barcelona, 1571; Carta n¨¢utica de Joan Oliva, Livorno, 1582, y dos Cartas n¨¢uticas de Miquel Prun¨¦s.
. Los tres atlas son los de Joan Oliva, Messina, 1582; el de Joan Oliva, Messina, 1614, y el de Joan Battista Cavallini, Livorno, 1641.
El pergamino de la Sequia de la Vila, del siglo XIV, es el documento m¨¢s representativo de la biblioteca, por su tipolog¨ªa, originalidad e importancia hist¨®rica. Se trata del primer plano que se conserva en Espa?a en el que se detallan las t¨¦cnicas de reparto de agua entre riegos, molinos y abastecimiento urbano. Contiene tambi¨¦n la m¨¢s antigua representaci¨®n conocida del Palacio Real de La Almudaina.
El Libro de horas del Marqu¨¦s de Dos Aguas (siglo XV) es el c¨®dice m¨¢s lujoso de la biblioteca. Su n¨²cleo principal, el de las Horas a la Virgen, sigue el rito de la di¨®cesis de Valencia. La decoraci¨®n est¨¢ constituida por seis folios espl¨¦ndidamente orlados.
Otros vol¨²menes de gran inter¨¦s son las Ordinacions de Cort, la obra legislativa m¨¢s conocida de Pedro el Ceremonioso, III de Catalu?a y IV de Arag¨®n (siglo XIV) o los Costums de Tortosa (siglo XIV), uno de los textos jur¨ªdicos catalanes de m¨¢s categor¨ªa hist¨®rica.
Sin olvidar Joannes. Comprehensorium (Valencia: Lamberto Palmart, 1475), primer libro impreso en Espa?a con fecha de publicaci¨®n, y Furs de Valencia
(Valencia: Lamberto Palmart, 1482), una espl¨¦ndida edici¨®n sobre la que Flaubert escribi¨® una leyenda en la que se basar¨ªan otros escritores.
Babelia
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