Un tesoro
El mundo cient¨ªfico y acad¨¦mico deber¨ªa estar de luto por la p¨¦rdida de una de las bibliotecas m¨¢s ricas del mundo ¨¢rabe e isl¨¢mico, la Biblioteca Nacional de Bagdad, que fue pasto de las llamas la noche del s¨¢bado al domingo pasados. Seguramente los historiadores seguir¨¢n contando esto durante muchos siglos, tal y como lo hicieron los antiguos que contaron la destrucci¨®n de Bagdad en 1258 a manos de Hulagu, el rey mongol, que arroj¨® los 400.000 vol¨²menes de la Biblioteca de la Universidad de Al-Mustansiriyya al r¨ªo Tigris.
El nuevo edificio de la Biblioteca Nacional, situado enfrente del Ministerio de Defensa, en Bab al-Muaddam, fue inaugurado en 1977. Era una joya arquitect¨®nica por su belleza, amplitud y servicios, comparables con bibliotecas nacionales occidentales como las de Par¨ªs o Madrid. Ocupaba 10.240 metros y estaba construida al estilo arquitect¨®nico ¨¢rabe, especialmente las ventanas y las celos¨ªas.
Hab¨ªa manuscritos sobre campos distintos del saber de pu?o y letra de sus autores
Las estanter¨ªas soportaban el peso de centenares de miles de libros modernos y antiguos en las distintas especialidades y disciplinas, aparte de miles de archivos pertenecientes a distintas etapas de la historia de Irak. Pero los fondos m¨¢s valiosos estaban divididos en tres grupos: manuscritos y libros "raros", libros reservados y libros pertenecientes a las Cortes y la ex familia real de Irak. Entre los primeros se encontraban manuscritos sobre los distintos campos del saber, como el ling¨¹¨ªstico, teol¨®gico, literario, matem¨¢tico, aritm¨¦tico, m¨¦dico..., muchos de ellos de pu?o y letra de sus autores. Entre los m¨¢s famosos estaba El canon en medicina de Avicena (980-1037 despu¨¦s de Cristo), que fue durante siglos el manual de las facultades de medicina, no solamente en los pa¨ªses isl¨¢micos, sino tambi¨¦n en la mayor¨ªa de los pa¨ªses occidentales. Entre ellos, tambi¨¦n Tratado sobre los n¨²meros de Abu Said al-Magribi (1819); Tratado sobre pesos y medidas de Kadim b. Qasim al-Hasani (1851); Nahj al-Balaga (El Camino de la ret¨®rica), de Al¨ª b. Abi Talib, primo y yerno del Profeta, del a?o 1160.
Otros manuscritos estaban escritos en persa y en turco.
El segundo grupo (alrededor de tres mil libros) comprend¨ªa aquellos libros que chocaban con la ideolog¨ªa del partido Baaz o el r¨¦gimen de Irak, bien por ser de un autor contrario a ¨¦stos o de una ideolog¨ªa rival y enemiga. Solamente algunos estudiosos y con permisos especiales pod¨ªan consultarlos.
El tercero y el ¨²ltimo (en torno a quinientos) era la herencia de la familia real de Irak, entre ellos se encontraban incluso manuales escolares con los que hab¨ªan estudiado los reyes Gazi y Faysal II.
Los fondos de esta biblioteca han sido enriquecidos por las donaciones particulares, como la que hicieron los padres carmelitas de Bagdad, que donaron varios miles de tomos que ten¨ªan en su biblioteca, conocida por el nombre de El Padre Anistas Mari al-Karmali, o la biblioteca privada de Rashid Aali al-Kilani, destacado oficial y pol¨ªtico que particip¨® en un movimiento en 1941 con el fin de cambiar la monarqu¨ªa en rep¨²blica.
Con la p¨¦rdida de la Biblioteca Nacional de Bagdad, se pierden centenares de miles de vol¨²menes que solamente quedar¨¢n en la memoria colectiva de los ¨¢rabes y musulmanes durante mucho tiempo.
Waleed Saleh es profesor de estudios ¨¢rabes e isl¨¢micos en la Universidad Aut¨®noma de Madrid.
Babelia
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