En reconstrucci¨®n
El fin del r¨¦gimen de sultanato de Sadam Husein y la manera como lo han derrumbado ha provocado la desaparici¨®n temporal del Estado. Es inimaginable que se pase de un sultanato construido laboriosa y represivamente en 30 a?os a un sistema pluralista de libertades por decreto, por muy bien atados que tengan los calzones los soldados norteamericanos. Algo nuevo deber¨¢ empezar, pero no parece que el plan del general Franks llegara hasta ese detalle. Lo que s¨ª est¨¢ claro es que Bush 43 (as¨ª llamado por ser el 43? presidente de la naci¨®n) y sus muchachos se est¨¢n jugando en la reconstrucci¨®n buena parte del "efecto demostraci¨®n" que han pretendido conseguir con este gran test de la nueva tecnolog¨ªa militar norteamericana. Han rematado la faena de Bush 41, achacando la primera falta de entusiasmo de las masas iraqu¨ªes a las consecuencias negativas que hab¨ªa dejado la obra inconclusa del padre y as¨ª, de paso, han arremetido contra Colin Powell. Un Powell por entonces responsable militar del tema y ahora m¨¢s bien reticente a la revolucionaria (si atendemos a la tradici¨®n de contenci¨®n de la pol¨ªtica exterior norteamericana) "doctrina macho" de sus actuales colegas del Pent¨¢gono. Y ese conflicto interno tiene consecuencias, ya que quien est¨¢ pilotando el nuevo Irak no es el Departamento de Estado, sino la Secretar¨ªa de Defensa, o sea, Rumsfeld. Pero es dif¨ªcil imaginar que sean los militares los que protagonicen la reconstruccion, ya que todo lo que los estadounidenses saben de guerra y de tecnolog¨ªa militar lo ignoran de nation building y de reconstrucci¨®n civil. No hay un solo ejemplo reciente de ello. Y mejor no mirar en Afganist¨¢n o en Kuwait en busca de democracia o de derechos humanos salvaguardados
Es inimaginable pasar de un sultanato de 30 a?os a un sistema de libertades por decreto
Uno puede encontrar abundante ilustraci¨®n del tema en el libro C¨®mo construir un nuevo Irak despu¨¦s de Sadam (Washington Institute for Near East Policy), escrito por una combinaci¨®n de exiliados iraqu¨ªes y expertos en la regi¨®n. Una publicaci¨®n auspiciada por un Consejo Asesor en el que figuran algunos nombres significativos: Richard Perle, Paul Wolfowitz, Jeanne Kirkpatrick o Alexander Haig. Lo curioso es que el libro est¨¢ escrito desde hace muchos meses. Es como una gu¨ªa para "administradores de posguerras" escrita con rara anticipaci¨®n. Excesivamente oportuno llegar¨¢n a considerarlo aquellos que sospechen que todo lo que ha ocurrido estaba decidido mucho antes de que la primera bomba estallase. El libro en cuesti¨®n es muy instructivo. La insania del dictador desaparecido, se afirma, no puede separarse del clima de violencia que Irak ha vivido desde su creaci¨®n en 1920, cuando los brit¨¢nicos decidieron unir tres provincias otomanas bien distintas. Entre 1920 y la llegada de Sadam Husein al poder, Irak padeci¨® 10 revueltas kurdas, 11 insurrecciones chiitas, cuatro grandes revueltas en las ciudades, cinco golpes de Estado y varios pogromos antiasirios y antijud¨ªos. Todo un panorama que con Sadam Husein no mejor¨®, a no ser que consideremos mejora el que la represi¨®n se hiciera m¨¢s estable, permanente y asfixiante. Los dilemas a enfrentar son m¨²ltiples. Si por un lado todo apuntar¨ªa a una soluci¨®n federal para responder a las demandas kurdas y chiitas, las resistencias a tal salida proceder¨¢n del Ej¨¦rcito y de la minor¨ªa sunita, acostumbrada a gobernar en todo el pa¨ªs. Se deber¨¢ responder a las demandas de autonom¨ªa religiosa y de reconocimiento de identidad de los mayoritarios chiitas (www.iraqishia.com), pero dif¨ªcilmente ello se aceptar¨¢ desde una posici¨®n secular de los sunitas, acostumbrados y educados en el control de todo el aparato administrativo y militar (de 500 generales, el 95% eran sunitas), aunque su porcentaje real no supera el 25% o 30%. Los turcomanos se mostrar¨¢n muy preocupados por el dominio kurdo de la zona norte, y pueden contar con la presi¨®n de Turqu¨ªa si se permite a los kurdos (divididos a su vez entre s¨ª) controlar la rica zona petrol¨ªfera de Kirkuk, desde donde pueden intentar un anhelado proceso de independencia. Y, por si todo ello no fuera poco, hay que contar con los asirios y caldeos, con las divisiones tribales, los jeques locales (armados desde siempre) y los temores y pasiones de los iran¨ªes (chiitas), turcos (antikurdos), saud¨ªes (sunitas) y sirios (multipolarmente preocupados). Una situaci¨®n muy dif¨ªcil para quien quiere constituir a Irak en la avanzadilla de la democracia y cabeza de puente de los valores liberales y de respeto a los derechos humanos en una zona que Bush ha prometido transformar de arriba abajo, incluida la paz entre palestinos e israel¨ªes.
Pero mientras esperamos c¨®mo acaba la "operaci¨®n demostraci¨®n", la otra "operaci¨®n reconstrucci¨®n" ya ha encendido todas las alarmas en las empresas, asesores y gabinetes que buscan su parte. El problema es que para legitimar y ampliar la base de consenso para el nuevo r¨¦gimen en Irak ser¨ªa conveniente contar con las Naciones Unidas, pero entonces se pluraliza tambi¨¦n el apetitoso bot¨ªn de la reconstrucci¨®n. Sin m¨¢s actores internacionales en juego, los Estados Unidos acaban siendo vistos como ocupantes y ¨²nicos responsables de todo lo que ocurre (incluidos los saqueos). Y, por tanto, debilitan su posici¨®n de administradores imparciales de la posguerra. Si abren el terreno de juego a otros pa¨ªses, facilitar¨ªan el compartir costes y reducir responsabilidades, pero al mismo tiempo generar¨ªan la sensaci¨®n en la opini¨®n p¨²blica norteamericana que toda la carga cr¨ªtica soportada en estos meses no acabara teniendo rendimiento sustancial alguno. "Sigan el dinero", dec¨ªa hace unos d¨ªas Bob Herbert en The New York Times refiri¨¦ndose a las empresas que pretenden concurrir a la reconstrucci¨®n. Y ah¨ª aparec¨ªan muchos nombres del famoso complejo industrial militar. Es probable que se pretenda cerrar con una cierta rapidez la creaci¨®n de una autoridad iraqu¨ª de transici¨®n, asegurar que el grueso de la reconstrucci¨®n recaiga en personas y entidades de confianza, para entonces abrir el terreno y pluralizar la establizaci¨®n del pa¨ªs. Esperemos que no sea demasiado tarde, ya que, mientras tanto, lo preocupante es que las espadas siguen en alto. James Woolsey, ex director de la CIA y repetidamente citado como uno de los posibles beneficiados de la reconstrucci¨®n, se?al¨® en una sesi¨®n con estudiantes en California que esto era s¨®lo el principio de la cuarta guerra mundial (atenci¨®n, no es que se hayan perdido ninguna, la tercera era la guerra fr¨ªa). Mientras, por otro lado, se ha cubierto r¨¢pidamente la vacante dejada por Irak en el famoso eje del mal, advirtiendo a Ir¨¢n, Corea del Norte y a la nueva y "maligna" Siria que "han de aprender de la lecci¨®n de Irak". Por si acaso, y a la vista de que, como dice Aznar, caen muros y no nos enteramos, Sharon sigue construyendo el suyo.
Joan Subirats es catedr¨¢tico de Ciencia Pol¨ªtica de la Universidad Aut¨®noma de Barcelona y actualmente ocupa la c¨¢tedra Pr¨ªncipe de Asturias en Georgetown University.
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