Nueva gran Europa
Pese a las divisiones internas provocadas por la guerra de Irak, la nueva Europa no es la que cree Rumsfeld, sino la que naci¨® ayer en el ?gora de Atenas con la firma de la adhesi¨®n de diez nuevos miembros que ingresar¨¢n en la Uni¨®n Europea en mayo de 2004: Polonia, Hungr¨ªa, Rep¨²blica Checa, Eslovaquia, Eslovenia, Lituania, Letonia, Estonia, Chipre y Malta. La UE, con el atractivo de su poder blando, ha sido un elemento decisivo para la modernizaci¨®n y democratizaci¨®n de los otrora pa¨ªses del Este, y puede seguir jugando este papel con los balc¨¢nicos o Turqu¨ªa. A los pies de la Acr¨®polis se deshizo la injusticia hist¨®rica de unos pa¨ªses entregados por Roosevelt y Churchill a Stalin en Yalta, y se sell¨® no la reunificaci¨®n, sino la primera unificaci¨®n pac¨ªfica y voluntaria de Europa, manteniendo su diversidad interna e irradiando estabilidad a sus vecinos.
Con 453 millones de habitantes, la UE de 25 ser¨¢ una superpotencia econ¨®mica y comercial, superior a EE UU. Falta que se transforme en una estructura pol¨ªtica para pesar en el mundo, aunque para lograrlo se requiera una vanguardia de pa¨ªses que deseen una mayor integraci¨®n y acaben tirando de los dem¨¢s, una necesidad puesta de manifiesto con la crisis de Irak, en cuya reconstrucci¨®n se volcar¨¢ la Uni¨®n. La crisis de Irak puede derivar en un par¨®n pol¨ªtico europeo o, por el contrario, servir de acicate para que la UE asuma responsabilidades globales.
A diferencia del fervor europe¨ªsta de la Espa?a que sal¨ªa del franquismo, hoy por hoy estos pa¨ªses se integran en la UE m¨¢s por conveniencia que por convicci¨®n. Valoran ante todo la protecci¨®n estrat¨¦gica de EE UU frente a posibles aventurerismos rusos y su reci¨¦n recuperada soberan¨ªa e identidad nacional. Pero esto puede cambiar. Pese a una baja participaci¨®n del 46%, el 84% de apoyo al ingreso en el refer¨¦ndum en Hungr¨ªa el pasado s¨¢bado refleja un cierto entusiasmo que puede animar a los dem¨¢s, y especialmente a Polonia, el mayor del grupo.
Han pasado tres lustros desde la ca¨ªda del muro de Berl¨ªn hasta el ingreso de estos diez pa¨ªses, un tiempo excesivo que hay que reprochar a los Quince. La ampliaci¨®n se aborda adem¨¢s con cicater¨ªa econ¨®mica, de forma que no costar¨¢ m¨¢s del 0,15% del PIB de los Quince en los tres primeros a?os. Es un paso atr¨¢s en la pol¨ªtica de cohesi¨®n econ¨®mica y social, que debe seguir siendo un eje fundamental de la construcci¨®n comunitaria, especialmente ante pa¨ªses mucho menos ricos. El ¨¦xito de Espa?a al respecto debe servir de ejemplo a seguir. Tampoco hay un proyecto institucional claro que sustente este paso adelante. Con 15 miembros, el actual andamiaje institucional ha llegado a su l¨ªmite. La Convenci¨®n que en junio ha de entregar su propuesta para una Constituci¨®n europea deber¨ªa haberse celebrado antes, y con m¨¢s ambici¨®n.
En todo caso, la ampliaci¨®n y la Convenci¨®n son una buena ocasi¨®n para un amplio debate sobre Europa, no ya entre Gobiernos o expertos, sino entre sociedades demasiado tiempo ignoradas. La propuesta de un refer¨¦ndum conjunto en los 25 pa¨ªses sobre la Constituci¨®n Europea, coincidiendo con las elecciones europeas de junio de 2004, puede servir para activar este inter¨¦s. Aznar ha apoyado ahora esta idea, que el PSOE ya hab¨ªa propuesto en septiembre reforzada por la exigencia de una doble mayor¨ªa, de Estados y de ciudadanos, para que la Constituci¨®n entre en vigor. Para que la nueva UE de 25 funcione debe abandonar la regla de la unanimidad. El cambio cuantitativo de miembros ha de traducirse en una transformaci¨®n cualitativa, so pena, de otro modo, de caer enferma de crecimiento.
La ampliaci¨®n plantea un reto especial a la sociedad espa?ola, dado el desconocimiento de los nuevos integrantes. Un sondeo de febrero del Instituto Elcano refleja que un 80% (11 puntos m¨¢s que un a?o atr¨¢s) de los espa?oles es incapaz de identificar correctamente ninguno de los 10 pa¨ªses de esta ampliaci¨®n, y el 90% no sabe de qu¨¦ va la Convenci¨®n. Colmar esta preocupante ignorancia, que se traduce tambi¨¦n en el terreno empresarial, debe ser una prioridad nacional. Como tambi¨¦n impulsar la pol¨ªtica mediterr¨¢nea y latinoamericana de la UE. As¨ª, y regresando al n¨²cleo esencial franco-alem¨¢n, en vez de optar por la Europa atl¨¢ntica, evitar¨¢ Espa?a pasar a la periferia de esta nueva UE.
Cuando la Uni¨®n da este salto hist¨®rico, el ambiente b¨¦lico que domina el mundo no debe llevar a olvidar de d¨®nde viene esta construcci¨®n ¨²nica: de la superaci¨®n de dos conflictos mundiales y de una larga guerra fr¨ªa. La UE surge de seis pa¨ªses hace 53 a?os, que ser¨¢n 25 en mayo pr¨®ximo. Todo un recorrido ejemplar que debe llenarnos de orgullo a todos los europeos y estimularnos a seguir avanzando.
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