La revoluci¨®n urbana
La nueva revoluci¨®n urbana tiene tres dimensiones: territorial, social y econ¨®mica. La revoluci¨®n territorial: las grandes ciudades ya no son solamente el municipio central y sus periferias, con su imagen aglomerada, compacta y continua. La tercera dimensi¨®n ofrece una imagen discontinua, en red, incluso con un sistema de ciudades medias y peque?as, con elementos propios de memoria y de centralidad y con ¨¢reas agr¨ªcolas y forestales, otras de baja densidad. El autom¨®vil, la deslocalizaci¨®n de los lugares de trabajo, la separaci¨®n entre ¨¢reas de servicios y de comercio y ¨¢reas residenciales, etc¨¦tera, todo ello conduce a una movilidad que abarca un territorio extenso y de una gran complejidad. En las ciudades europeas la movilidad residencia-trabajo es s¨®lo un tercio de la movilidad cotidiana y los desplazamientos fuera del municipio pueden alcanzar la mitad del total. Hay un uso despilfarrador del territorio. En Madrid (¨¢rea metropolitana), el suelo urbanizado en 1957 ocupaba 10.000 hect¨¢reas, pero en 1999 se hab¨ªa multiplicado por cinco, y la poblaci¨®n por dos, de 2,3 millones a 4,7 (estudios de F. Arias y J. M. Naredo). En Barcelona, la vivienda unifamiliar, en la segunda corona de la metr¨®polis, representa un tercio del total y el suelo urbanizado en los ¨²ltimos 20 a?os se ha multiplicado por dos sin aumento de la poblaci¨®n.
Se inicia un nuevo crecimiento debido en gran parte a la inmigraci¨®n
El cambio social de las ciudades espa?olas se expresa hoy tanto en la estructura de la poblaci¨®n como en sus comportamientos. Se inicia un nuevo crecimiento debido en gran parte a la inmigraci¨®n y a un ya perceptible aumento de la natalidad. Los comportamientos y las demandas sociales se diversifican: mayor autonom¨ªa individual, reducci¨®n y diversidad de formas de la familia, personalizaci¨®n del consumo, heterogeneidad del mercado de trabajo, funcionamiento de la ciudad las 24 horas diarias, demandas espec¨ªficas de la creciente tercera edad y de los ni?os, plena incorporaci¨®n de la mujer al trabajo, multiculturalidad... Todo ello conduce a la necesidad de reestructurar las pol¨ªticas p¨²blicas, en un sentido de gesti¨®n de proximidad y adaptada a demandas espec¨ªficas e individuales, de ampliaci¨®n de la oferta de servicios, de nuevas formas de gesti¨®n y de cooperaci¨®n y participaci¨®n, etc¨¦tera. Lo cual supone m¨¢s y mejores recursos financieros, t¨¦cnicos y humanos.
La nueva econom¨ªa de las ciudades, de base informacional, y los impactos de la globalizaci¨®n, con la consiguiente redistribuci¨®n de cartas entre los territorios, han generado una preocupaci¨®n casi obsesiva por la "competitividad", la renovaci¨®n de la oferta urbana para transformar la base de actividades de la ciudad. La amenaza del desempleo y de la marginaci¨®n afecta tanto a territorios como personas, pero que muchas veces acent¨²a los problemas que pretende resolver, tanto de cohesi¨®n social como de sostenibilidad. Las pol¨ªticas econ¨®micas urbanas han apostado por la atracci¨®n de inversores, turistas y otros usuarios de la ciudad a costa de correr el riesgo de construir una ciudad de "incluidos" y "excluidos".
Los retos y los objetivos que se plantean las grandes ciudades espa?olas no son muy distintos, pero s¨ª que son diferentes las respuestas y sus resultados.
Madrid es la expresi¨®n de la l¨®gica dominadora de la "burgues¨ªa cementera". A pesar de que en el periodo de Gobiernos socialistas ya se recalific¨® mucho suelo para hacerlo urbanizable, desde 1996 con los Gobiernos del PP, se duplica. Sin embargo, esta oferta no abarata el precio, cuya incidencia en el de la vivienda pasa del 30% a m¨¢s del 50%. Una parte no se construye, otra parte se destina a viviendas que se mantienen vac¨ªas, y otra parte sirve a una oferta cada vez m¨¢s alejada del centro urbano a la que podr¨¢n acceder con altas hipotecas sectores medios y medio-bajos. Se ha podido decir que Madrid, bajo el principio de "resolver el problema de la vivienda" ha creado "un monstruo insostenible, dicotomizado entre la ciudad global del poder y las periferias antiurbanas de los trabajadores" (Fernando Roch). Una ciudad que ahora opta a los JJ OO sin proyecto urbano alguno.
Valencia destaca por haber convertido el espect¨¢culo en urbanismo y la arquitectura en monumento. Se ha optado por la acci¨®n ostentosa, aparatosa, mediante grandes obras desmesuradas, calatravas caricaturiz¨¢ndose a s¨ª mismos, con evidentes beneficios especulativos para los entornos, mientras que se preparan nuevas actuaciones en tejidos urbanos populares, como el Cabanyal, con la misma l¨®gica y la tambi¨¦n l¨®gica reacci¨®n social. A pesar de un discurso estrat¨¦gico razonable la pr¨¢ctica urban¨ªstica es fallera no quema la falla, pero s¨ª la cohesi¨®n ciudadana. Barcelona es un ejemplo de los efectos perversos del ¨¦xito. El urbanismo de los ochenta y primeros noventa, de espacios p¨²blicos, infraestructuras y equipamientos en todo el territorio, de nuevas centralidades y recalificaci¨®n y reconversi¨®n de ¨¢reas degradadas u obsoletas y de una oferta cultural y de ocio atractiva, gener¨® nuevas actividades y empleo, mejor¨® la calidad de vida y la autoestima de la ciudadan¨ªa y redujo la desigualdad social. Hechos no previstos del todo han generado ahora una problem¨¢tica no deseada. La reacci¨®n del Gobierno de la Generalitat a la ambici¨®n metropolitana de la capital fue nefasta. Se disolvi¨® el urbanismo metropolitano y con ello la posibilidad de tratar como un todo equilibrado una realidad aglomerada similar a Madrid, pero fragmentada en m¨¢s de 30 municipios. La excelente imagen conquistada por la ciudad central, en la que ha faltado una pol¨ªtica de vivienda social ambiciosa al tiempo que se disparaban los precios del suelo, ha producido el efecto no querido de la demanda insatisfecha de una parte de la poblaci¨®n, en especial joven, que no puede pagar la vivienda que ofrece el mercado. No es de extra?ar que ante la proximidad de las elecciones municipales los candidatos compitan en la oferta, virtual, de viviendas para todos.
Jordi Borja es ge¨®grafo-urbanista.
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