Ciudadano con piso
El espa?ol quiere piso propio, es cierto. El ochenta y tantos por ciento de la poblaci¨®n dispone de vivienda en propiedad. No faltan pol¨ªticos que, si est¨¢n en el poder, consideran este hecho como signo de riqueza y hasta lo enarbolan como un logro de su gobierno, pues mezclar¨¢n berzas con capachos cuando a mano venga (y aunque no venga), sin el menor empacho. Rostro a prueba de napalm es condici¨®n sine qua non de todo aspirante a la pol¨ªtica.
La obsesi¨®n por el piso propio es, en realidad, herencia cultural nacida de la pobreza. Ser pobre genera inseguridad y este pa¨ªs ha sido pobre durante m¨¢s tiempo que nuestros vecinos del otro lado de los Pirineos. A¨²n hoy, el trabajo es inseguro para muchos de los que lo tienen; y en protecci¨®n social vamos por detr¨¢s de los portugueses, seg¨²n Eurostat, que es la oficina estad¨ªstica de la UE. (Sea usted europeo para que le inunden con datos poco o nada halag¨¹e?os). De modo que el ciudadano medio se tranquiliza con la posesi¨®n de un piso, pues cuando todo falle, al menos no dormir¨¦ bajo un puente. Es decir, si la hipoteca est¨¢ pagada, pues de lo contrario corro el riesgo de quedarme sin la le?a y sin el carb¨®n.
De modo que el pago de la hipoteca y el logro de un trabajo medianamente fijo son las dos aventuras vitales del hombre de a pie. Luego dicen que los iberos somos los que menos copulamos, no recuerdo si s¨®lo en Europa o en el mundo entero. Digo "dicen", porque quien habla no es Eurostat ni La Caixa ni el BBVA ni por supuesto el CIS, que con tanto ardor y aplicaci¨®n vela por el orgullo patrio. Eso debe ser obra de la industria que abarca el sexto mandamiento y al buen entendedor pocas palabras. Pero miren por d¨®nde podr¨ªan haber acertado, pues la hipoteca de un piso le mantiene a uno despierto y a la vez le ahuyenta la libido. Esto es algo que no ha tenido en cuenta el ministro del ramo de la construcci¨®n, se?or ?lvarez Cascos, por m¨¢s partidario que sea, como no puede ser de otro modo, del auge de los nacimientos. Arriesgo una opini¨®n: en el ministro prima un capitalismo de muy viejo cu?o, contrario no ya al esp¨ªritu de Porto Alegre, sino tambi¨¦n al de Davos.
Quiero decir que la cultura de la disciplina y del esfuerzo que propala la ministra de Educaci¨®n, Pilar del Castillo, no va tan lejos (supongo) como para querer que aqu¨ª la gente viva en tensi¨®n hasta cuando la rinda el sue?o. Claro que la ministra es catedr¨¢tica (se me ha olvidado de qu¨¦) y habla de humanidades, mientras que don Francisco es ingeniero, o sea, presumiblemente un producto del racionalismo funcional. De acuerdo, hay muchos pisos por vender, pero es que se construyen muchos y, gracias a la baratura del cr¨¦dito, el mercado absorbe un alto porcentaje de los mismos. Dicho en palabras m¨¢s o menos textuales del ministro, si tanta gente compra piso es porque tanta gente tiene dinero para pagarlo. Cierto que al mecanismo puede fallarle un d¨ªa una pieza y ah¨ª muri¨® Sans¨®n con todos lo filisteos, pero contingencias tales son corrientes en los seres humanos y alguna vez las sufren tambi¨¦n las m¨¢quinas. El organismo ya se sabe, pero la organizaci¨®n tampoco es perfecta (muchos dicen "m¨¢s perfecta", como si a lo ya perfecto se le pudiera a?adir perfecci¨®n), pues a la postre fruto es de la raz¨®n y ¨¦sta, mala suerte, est¨¢ m¨¢s o menos perceptiblemente contaminada por las v¨ªsceras.
Uno le objetar¨ªa a ¨¦ste y a otros gobiernos, que ya puestos a empaparse de liberalismo econ¨®mico norteamericano, que lo hagan bien, para lo bueno y para lo malo; no vayamos a ser m¨¢s papistas que el papa, aunque hay que ver con las que nos sale a veces su Santidad. O sea, que en Estados Unidos una cifra de paro del seis por ciento es muy preocupante, mientras que aqu¨ª el gozo har¨ªa reventar las cinchas de los caballos si la desocupaci¨®n descendiera al ocho por ciento y llevo tres o cuatro si contamos como la EPA; que los muertos existen aunque no hablen, v¨¢lgame Dios... (ducado de a dos, que el se?or de S¨¦vres, no top¨® con vos). Y en lo tocante a la vivienda (disc¨²lpeme el lector "lo tocante") quiero decir que no conoc¨ª en mis largos a?os all¨ª a un colega ind¨ªgena que no estuviera hipotecado, excepci¨®n hecha de quienes viv¨ªan de alquiler en Manhattan. Con todo, le dir¨ªa uno al se?or Cascos, lo que aqu¨ª es pesadilla en USA es s¨®lo dolor de cabeza; pues all¨ª es m¨¢s dif¨ªcil perder el empleo y m¨¢s f¨¢cil encontrar otro si se pierde uno. Mucho m¨¢s asequible resulta tambi¨¦n un seguro que cubra el impago de la hipoteca y le mantenga a uno la casa a flote mientras capea el temporal. Verdad es que salvo pillines c¨¢lculos econ¨®micos, la mejor hipoteca es la que no existe, pero s¨®lo estamos comparando.
Esa cosa que podemos llamar, puesto que as¨ª lo llaman, sensibilidad social. El bocado de la hipoteca a unos ingresos parcos e inseguros aqu¨ª es mordisco que se lleva por delante lo m¨¢s sabroso de la pantorrilla, cuando no el muslo entero y trepando m¨¢s arriba. Ergo decir que la vivienda no est¨¢ tan cara porque se vende es una simplificaci¨®n que escamotea varios factores; de entre los cuales escojo el coste inmaterial, que en ¨¦ste y en todo el amplio abanico de ¨¢mbitos, suele ser el m¨¢s gravoso. Lanzarse al vac¨ªo con un paraguas como paraca¨ªdas causa congoja de s¨®lo pensarlo. Pero as¨ª es como viven y se desviven tantos y tantos paisanos nuestros que no tienen otra alternativa que cohabitar con sus progenitores en convivencia m¨¢s o menos pac¨ªfica y hasta, como quien dice, que la muerte los separe; a los progenitores, se entiende, aunque la vida as¨ª causa estragos entre los v¨¢stagos. D¨ªgalo el dicharachero CIS en un arrebato.
Encima, el gimoteo civil y eclesi¨¢stico. Espa?olas de vientres est¨¦riles sienten la velada acusaci¨®n y no digo que la sufren porque no lo s¨¦ y el CIS no sabe, no contesta; o a m¨ª me ha saltado el dato. ?Se venden m¨¢s preservativos por temor a la pre?ez o por temor al sida? No son factores demasiado homog¨¦neos, pero tampoco un Sina¨ª de impertinencia. Me enroco: lo inexplicable ser¨ªa que hubiera m¨¢s ni?os. Nacer¨ªan hipotecados y ser¨ªan ellos mismos otra hipoteca.
Manuel Lloris es doctor en Filosof¨ªa y Letras.
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