El trasvase del Ebro, conflicto en aumento
El problema que dio origen al conflicto del PHN fue, en su origen, de orden estrictamente t¨¦cnico: el trasvase del Ebro es un proyecto con muy poca consistencia hidrol¨®gica y econ¨®mica. Ya en el inicio de su tramitaci¨®n, en el Consejo Nacional del Agua, los cient¨ªficos y expertos ambientales del Consejo emitieron un voto particular de rechazo, en t¨¦rminos tan duros, que en cualquier otro pa¨ªs europeo hubiera bastado para la retirada del Plan. Despu¨¦s de asegurar que el plan "carece de base cient¨ªfica ambiental", y de denunciar sus an¨¢lisis hidrol¨®gicos como "sesgados e insuficientes", los expertos conclu¨ªan se?alando: "En resumen, consideramos que el PHN, en su forma actual, no lograr¨¢ el objetivo que persigue, y que adem¨¢s puede suponer un deterioro importante de nuestros ecosistemas".
La opini¨®n de estos expertos fue ratificada en los meses siguientes por centenares de otros especialistas del ¨¢mbito universitario o t¨¦cnico. Sin embargo, el gobierno no modific¨® sustancialmente el PHN, y forz¨® su aprobaci¨®n vali¨¦ndose de su mayor¨ªa absoluta para rechazar sin debate las m¨¢s de 400 enmiendas presentadas al proyecto de ley. Es as¨ª como Espa?a ha llegado a tener, en los albores del siglo XXI, una Ley del Plan Hidrol¨®gico Nacional que contempla obras hidr¨¢ulicas por valor de m¨¢s de 24.000 millones de euros, incluyendo un gran trasvase y decenas de grandes embalses, pero en cuyo articulado no figura ni una sola vez la expresi¨®n "gesti¨®n de la demanda", ni las palabras "eficiencia" o "reutilizaci¨®n".
Con tales antecedentes nadie deber¨ªa extra?arse de las dificultades que ha encontrado el gobierno espa?ol en Bruselas para la aceptaci¨®n del PHN, y en particular del trasvase del Ebro. Espa?a pretende obtener una ingente financiaci¨®n comunitaria para un macroproyecto diametralmente opuesto a la filosof¨ªa de la nueva Directiva Marco del Agua. De hecho, el trasvase del Ebro es paradigm¨¢tico del viejo modelo de los grandes planes de desarrollo hidr¨¢ulico realizados a costa del presupuesto y de los ecosistemas acu¨¢ticos, que proliferaron durante el siglo XX. ?sta es precisamente la clase de pol¨ªtica del agua que la Directiva pretende evitar en el futuro.
Por otra parte, el movimiento ecologista internacional est¨¢ asumiendo el trasvase del Ebro como un conflicto ecol¨®gico emblem¨¢tico en la escena mundial. La se?al definitiva ha sido la concesi¨®n del Premio Goldman -m¨¢ximo galard¨®n de la ecolog¨ªa mundial- a Pedro Arrojo, Presidente de la Fundaci¨®n Nueva Cultura del Agua y cabeza visible del movimiento contra el trasvase del Ebro. El ecologismo internacional est¨¢ haciendo ver a la Comisi¨®n que la Uni¨®n Europea no debe permitir en su territorio macroproyectos de alto impacto ambiental como el trasvase del Ebro, cuyo fin es llevar agua subvencionada a zonas altamente desarrolladas, mientras en Johanesburgo, Kyoto, etc..., pide a los pa¨ªses del sur que ajusten sus pol¨ªticas de desarrollo a los principios de la sostenibilidad ecol¨®gica, asumiendo los costes correspondientes.
Sobre esta base, la defensa del Ebro y el Delta est¨¢ ganando posiciones en la agenda ecologista global, y todo el mundo -incluyendo por supuesto a la Comisi¨®n Europea- sabe que, cuando se activa una campa?a de esta clase, se prolonga durante el tiempo necesario, y no ceja hasta que no se abandona el proyecto cuestionado, especialmente si la oposici¨®n cuenta con una s¨®lida base social en los territorios afectados, como es el caso en el Ebro. El conflicto suscitado por el PHN se ha ido haciendo bastante m¨¢s profundo de lo que inicialmente calcul¨® el gobierno espa?ol. Y consecuentemente, las posibilidades reales de financiaci¨®n comunitaria se van esfumando de d¨ªa en d¨ªa, a medida que se generaliza el desprestigio del proyecto y crece la pol¨¦mica internacional en torno al mismo.
El Gobierno Espa?ol no est¨¢ en condiciones de modificar esta situaci¨®n de modo sustantivo. Ajustar el trasvase del Ebro tanto a la letra como al esp¨ªritu de la normativa europea, sencillamente no es posible. Disimular sus efectos con un maquillaje ambiental a gran escala, como ha intentado desesperadamente el gobierno con la asesor¨ªa de consultores californianos, ya se ha visto que tendr¨ªa tales costes, que su inviabilidad econ¨®mica se har¨ªa todav¨ªa m¨¢s palmaria. El proyecto de trasvase ser¨ªa a¨²n m¨¢s inasumible para la Comisi¨®n, por razones financieras. Y todo posible empe?o de mantener el proyecto sin cambios esenciales, confiando en la capacidad de presi¨®n pol¨ªtica del Gobierno Espa?ol en el Consejo de la Uni¨®n Europea para lograr su aprobaci¨®n, s¨®lo conducir¨ªa a un enfrentamiento sordo y prolongado con los servicios t¨¦cnicos de la Comisi¨®n, en un ambiente de creciente conflicto ecol¨®gico internacional, situaciones ambas de muy escasa utilidad para cualquiera de las dos instituciones.
A estas alturas del conflicto es ya muy evidente que el trasvase del Ebro, lejos de ser una soluci¨®n para cualquier problema hidrol¨®gico espa?ol, se ha convertido en el factor que est¨¢ bloqueando la pol¨ªtica del agua en Espa?a, y est¨¢ arruinando las ¨²ltimas posibilidades de obtener abundante financiaci¨®n comunitaria, antes de 2006. Por el contrario, el descarte del trasvase, en cualquier modalidad en que esta decisi¨®n se pudiera presentar salvando pol¨ªticamente las formas (revisi¨®n t¨¦cnica, ajuste de prioridades, moratoria...), convertir¨ªa en parabienes y facilidades todas las dudas y preocupaciones que viene trasmitiendo la Comisi¨®n Europea al Gobierno Espa?ol desde la presentaci¨®n del PHN. Y, por supuesto, abrir¨ªa generosamente la bolsa comunitaria para los proyectos sustitutivos (gesti¨®n, eficiencia, reutilizaci¨®n, desalaci¨®n), que resolver¨ªan los problemas pendientes con mucha mayor rapidez y garant¨ªa que el trasvase del Ebro, y a menor coste.
Sin embargo, la gesti¨®n del PHN que actualmente realiza el Gobierno Espa?ol es mucho m¨¢s de orden pol¨ªtico-electoral que de orden t¨¦cnico o de defensa del inter¨¦s general. La c¨²pula del PP ya sabe que por este camino no resolver¨¢ los problemas de agua de la agricultura alicantina y murciana, pero est¨¢ convencida de que puede rentabilizar pol¨ªticamente el conflicto territorial suscitado. Arrastrando a la sociedad valenciana y murciana a una guerra del agua, espera aminorar la sangr¨ªa de votos derivada de sus comportamientos recientes, tanto en el ¨¢mbito social y ambiental como, sobre todo, en la pol¨ªtica internacional.
Por eso no es f¨¢cil vislumbrar el final del conflicto del PHN. A d¨ªa de hoy, la soluci¨®n m¨¢s racional del conflicto para el gobierno espa?ol es ya evidente: echar por la borda el trasvase antes de que acabe de hundir el barco de la pol¨ªtica estatal del agua, y acto seguido, culpabilizar a la oposici¨®n de tan dram¨¢tica decisi¨®n. Pero en la tortuosa historia del PHN la racionalidad ha brillado por su ausencia desde el principio, y no parece probable que aparezca en el acto final.
Antonio Estevan es consultor ambiental y miembro de la Fundaci¨®n Nueva Cultura del Agua.
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