El 10% de los profesores consume tranquilizantes
Dos de cada diez docentes de secundaria piden la baja por enfermedad durante el curso escolar
La figura del viejo profesor que controla con el ¨²nico instrumento de la disciplina la educaci¨®n de ni?os y adolescentes ha pasado definitivamente a la historia. Los profesionales de la docencia sufren en carne propia los envites de los cambios sociales. De la creciente conflictividad en las aulas a los nuevos modelos de familia, pasando por los desaf¨ªos de la cultura cibern¨¦tica, los docentes han de afrontar un creciente estr¨¦s del que no todos salen indemnes. Un informe de la Agencia de Salud P¨²blica del Ayuntamiento de Barcelona revela que el 9,8% de los profesores consume tranquilizantes, lo que supone m¨¢s del doble que el resto de la poblaci¨®n, que no alcanza el 4,4%. El malestar f¨ªsico y ps¨ªquico de los docentes se traduce tambi¨¦n en otro dato: el 16,9% de los ense?antes afirman tener mala salud, mientras que en el resto de la poblaci¨®n este porcentaje s¨®lo alcanza el 7,5%.
"Tienen la sensaci¨®n de que han perdido el control y que no tienen nada que ofrecer"
El 16,9% de los docentes afirma tener mala salud, el doble que la poblaci¨®n general
?Es ense?ar un riesgo para la salud? La respuesta no es f¨¢cil porque la percepci¨®n sobre el bienestar o malestar depende de m¨²ltiples factores, pero lo cierto es que el s¨ªndrome del burnout -el de la persona quemada profesionalmente- afecta de lleno al colectivo docente, especialmente a los que trabajan en el ciclo de secundaria y tienen como clientes a alumnos con edades que oscilan entre los 12 y los 16 a?os.
"Existe la sensaci¨®n de que el estado de salud entre el profesorado es cada vez peor, pero no se saben las causas espec¨ªficas", se?ala Luc¨ªa Artazcoz, responsable de salud laboral de la Agencia de Salud P¨²blica de Barcelona. Artazcoz recuerda que la ley establece la obligatoriedad de una evaluaci¨®n psicosocial del colectivo, "pero esto no se cumple, quiz¨¢ para no abrir la caja de los truenos".
Las condiciones de trabajo que se relacionan con el estr¨¦s tienen como efecto la somatizaci¨®n de los estados emocionales, lo que explicar¨ªa el alto consumo de tranquilizantes, cuyo objetivo es la neutralizaci¨®n de los s¨ªntomas asociados a la ansiedad. Otro an¨¢lisis, llevado a cabo por el profesor Isidre Rabad¨¤ bajo la supervisi¨®n de la propia Artazcoz, revela que dos de cada 10 profesores de secundaria piden la baja por enfermedad a lo largo de un curso. A partir de datos del propio Departamento de Ense?anza de la Generalitat de Catalu?a, el estudio, que se present¨® la semana pasada en unas jornadas de la asociaci¨®n Rosa Sensat sobre la salud de los profesionales de la educaci¨®n, revela que el 22,4% de los docentes de secundaria solicit¨® una o m¨¢s bajas durante el curso 2001-02, lo que representa el 39,1% del total de bajas de todo el profesorado en general. Se confirma que los trastornos relacionados con la salud mental figuran entre los m¨¢s frecuentes problemas del profesorado, aunque la primera causa de baja son las patolog¨ªas locomotoras, conjuntivas y traumatol¨®gicas, seguidas de las otorrinolaringol¨®gicas. Pero para Artazcoz, estos datos hay que interpretarlos: "A veces la baja no es m¨¢s que una v¨ªa de escape para desconectar de un trabajo que est¨¢ resultando demasiado estresante", se?ala.
Por otra parte, seg¨²n el estudio, que incluye una encuesta elaborada a 4.753 profesores de secundaria de Catalu?a, los principales motivos que los docentes perciben como nocivos para su salud son de car¨¢cter psicosocial. La desmotivaci¨®n y el poco inter¨¦s del alumnado, la complejidad de la ense?anza a alumnos con d¨¦ficit y ritmos de aprendizaje diferente, la delegaci¨®n a la escuela de problemas y conflictos que corresponde resolver a las familias y la falta de disciplina de una parte del alumnado figuran entre las m¨¢s repetidas por los encuestados.
Montse Castell¨®, psic¨®loga especialista en Pedagog¨ªa de la Facultad de Psicolog¨ªa Blanquerna, de la Universidad Ramon Llull de Barcelona, explica que los profesores que viven esa situaci¨®n "inician un doloroso camino en el que tienen la sensaci¨®n de que han perdido la capacidad de control y que ya no tienen nada que ofrecer, lo que coincide con el deterioro paulatino de las relaciones en clase". Para Castell¨® "hay docentes que tocan fondo y se sienten incapaces de dar clase debido a una espiral que les lleva a un cuadro de ansiedad que es percibido por los alumnos, al cual responden con mayor indisciplina y falta de respeto, que alimentan a su vez el malestar del profesor".
Pero hay que ir con cuidado y no dar un retrato desencajado de la verdadera situaci¨®n que viven los docentes. A juicio de Castell¨® "esto son los casos m¨¢s extremos, porque hay profesores que disfrutan mucho con su trabajo y les reporta enormes satisfacciones, y eso tambi¨¦n lo tenemos que investigar para potenciar esas condiciones y hacer labor de prevenci¨®n". Las pistas que establecen la sensaci¨®n de bienestar o malestar no depende tanto de los factores personales, sino de los colectivos: la relaci¨®n con los otros profesores, con los padres, el rol asignado al docente y hasta la integraci¨®n real del instituto en el entorno del barrio.
Lo cierto es que la especificidad de la funci¨®n docente que incluye preparaci¨®n de clases, materiales, actividades, tutor¨ªa, evaluaciones o guardias se combina con elevadas exigencias f¨ªsicas, psicol¨®gicas y cognitivas. La situaci¨®n m¨¢s negativa para la salud son las elevadas exigencias y la sensaci¨®n de nulo o escaso control sobre la tarea que afrontar, combinado con un bajo apoyo social.
As¨ª, la combinaci¨®n de exigencia psicol¨®gica, implicaci¨®n emocional, alto contenido cognitivo y escaso control sobre los resultados puede resultar un c¨®ctel explosivo, especialmente para personas con un elevado nivel de autoexigencia o perfeccionismo. Adem¨¢s, el soporte afectivo que se brinda a los alumnos puede cargar sobre las espaldas del docente la resoluci¨®n de conflictos personales de alumno. Es frecuente que el profesor ampl¨ªe su rol y se convierta en consejero y orientador, lo que en algunos casos dif¨ªciles puede resultar angustioso. El profesor no siempre est¨¢ preparado para ese cometido y a veces ni siquiera encuentra colaboraci¨®n por parte de los padres. "A veces tienes la sensaci¨®n de que est¨¢s solo lidiando continuamente con todo el mundo, lo que resulta agotador, tanto f¨ªsica como psicol¨®gicamente", explica Albert C., profesor de un instituto de secundaria del centro de Barcelona que sufri¨® una depresi¨®n hace dos a?os. "Ten¨ªa la sensaci¨®n de que mi trabajo no serv¨ªa para nada", recuerda.
?Qu¨¦ hacer? Los especialistas abogan por promover acciones destinadas a mejorar la satisfacci¨®n afectiva del colectivo. "Debe ponerse en funcionamiento un modelo m¨¢s cooperativo y menos individualista basado en el asesoramiento y la reflexi¨®n organizada en el centro en la que participen activamente el profesorado, los alumnos y las familias", concluye Isidre Rabad¨¢.
Un centro para los 'quemados'
La facultad de Psicolog¨ªa Blanquerna de Barcelona ofrece un servicio especial: asesoramiento y atenci¨®n psicol¨®gica para los profesores quemados. Los casos m¨¢s comunes que atienden son cuadros de depresi¨®n debido al estr¨¦s por no saber enfrentarse a los casos de indisciplina en clase. Los docentes "dominan muy bien la parte acad¨¦mica, pero a veces tienen carencias en la cuesti¨®n m¨¢s did¨¢ctica", explica Llu¨ªs Botella, doctor en Psicolog¨ªa y responsable del centro. Lo m¨¢s importante en estos casos es "renovar su vocaci¨®n y ayudarles a no ver a los alumnos como adversarios, sino como colaboradores en una misma tarea, la de aprender". La media de edad de los usuarios oscila entre los 40 y los 50 a?os y la procedencia es diversa: "Vienen profesores tanto de escuelas de ¨¦lite como de barrios populares. En todos los casos, lo importante es hacer borr¨®n y cuenta nueva", dice Botella.
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