Unidad de acci¨®n y autonom¨ªa sindical
La historia reciente del sindicalismo en Catalu?a, como en el resto del Estado, ha caminado por la senda de la unidad de acci¨®n. Salvo en contadas ocasiones, siempre se ha entendido como un valor estrat¨¦gico para hacer frente a las amenazas y lograr objetivos. La unidad de acci¨®n se ha convertido en el principal factor dinamizador de la actuaci¨®n sindical, pero tambi¨¦n en un arma arrojadiza cuando las discrepancias entre organizaciones se hac¨ªan insalvables. Quiz¨¢ en demasiadas ocasiones se ha invocado esta unidad sin asumir que tambi¨¦n es razonable que los sindicatos mantengan posiciones contradictorias. Al fin y al cabo, cuando llegamos a la conclusi¨®n de que la unidad de acci¨®n incorpora valores positivos en t¨¦rminos de fuerza y representatividad sindical, lo hacemos desde el ejercicio de nuestra soberan¨ªa como organizaciones. Llegados a este punto, hay que reconocer que las centrales mayoritarias, sobre todo, debemos rehacer nuestros esquemas de relaci¨®n mutua para que las colisiones que necesariamente se han de producir no coloquen esta unidad de acci¨®n al borde del abismo. Hemos de convenir en un nuevo marco de relaciones que no ahogue las estrategias propias, sin que por ello se ponga en duda nuestra vocaci¨®n por establecer objetivos comunes y acciones conjuntas. Y debemos hacerlo sin las ret¨®ricas sindicales que enfr¨ªan a los propios y ahuyentan a extra?os. Dejando bien definidos los ejes sobre los que es necesario llegar a acuerdos program¨¢ticos y que para la UGT de Catalun?a son los siguientes: la actuaci¨®n en el marco de los movimientos sociales, el ¨¢mbito de relaciones con las administraciones p¨²blicas, la negociaci¨®n colectiva y el dise?o del modelo pol¨ªtico, econ¨®mico y social para nuestro pa¨ªs. Parece razonable, entonces, que los sindicatos definamos el contenido de las relaciones, as¨ª como los m¨¢rgenes de actuaci¨®n y las reglas de estilo, al menos sobre estos cuatro espacios.
Los procesos de movilizaci¨®n social que se iniciaron con el rechazo al Plan Hidrol¨®gico Nacional en Catalu?a y Arag¨®n, siguieron con los que motiv¨® el desastre ecol¨®gico y econ¨®mico que caus¨® el hundimiento del petrolero Prestige y que han culminado con la hist¨®rica respuesta popular contra la guerra en Irak han hecho emerger una nueva din¨¢mica de la que no podemos permanecer al margen. Desde luego, nuestro papel como motor de cambio social sigue siendo crucial, aunque la capacidad de autoorganizaci¨®n que ha demostrado la sociedad ha resultado ser notable. Es por esto por lo que los sindicatos debemos involucrarnos plenamente en estas nuevas f¨®rmulas de participaci¨®n, aportando todo nuestro bagaje y capacidad de acci¨®n, pero a la vez despertando todos nuestros recursos para incorporar sus nuevas habilidades para tejer propuestas, organizar la reivindicaci¨®n y sobre todo trabar la comunicaci¨®n a trav¨¦s de herramientas tan potentes como Internet. En este marco, los sindicatos debemos caminar junto a los movimientos como la plataforma Aturem la Guerra, aunque a ojos de algunos parezcan m¨¢s bien ef¨ªmeros y poco estables. Como debemos hacerlo tambi¨¦n en la definici¨®n del ¨¢mbito de relaci¨®n con las administraciones p¨²blicas. Aqu¨ª es fundamental que el di¨¢logo social deje de aparecer como un sistema de refrendo de las pol¨ªticas sociales y econ¨®micas del Gobierno de turno. Este modelo, heredado de los Pactos de la Moncloa, debe abrir paso a otro menos politizado que contribuya a normalizar de una vez por todas las relaciones con la Administraci¨®n p¨²blica, sin que ello suponga que para la opini¨®n p¨²blica los sindicatos rompemos con el Gobierno o por el contrario nos plegamos a sus decisiones.
Tan estrat¨¦gica es la unidad de acci¨®n en la llamada concertaci¨®n social como en la negociaci¨®n colectiva. Los sindicatos mayoritarios de Catalu?a debemos aunar esfuerzos en concretar de una vez por todas el marco catal¨¢n de relaciones laborales. Necesitamos encontrar en el proceso de negociaci¨®n el acomodo a las especificidades que afectan a los trabajadores de Catalu?a. El control de la inflaci¨®n en nuestro pa¨ªs con respecto a la del resto del Estado y su reflejo en el incremento salarial, la consolidaci¨®n de los mecanismos de inserci¨®n laboral a la medida de las necesidades de los trabajadores en paro, la lucha contra la elevad¨ªsima tasa de accidentalidad laboral, la conciliaci¨®n de la vida profesional y la personal, la incorporaci¨®n plena de las mujeres al mercado de trabajo, conseguir id¨¦ntico reconocimiento salarial tambi¨¦n para j¨®venes y mujeres, la precariedad en los contratos, el incremento del salario m¨ªnimo interprofesional, la apuesta por la formaci¨®n y por la producci¨®n con marca de calidad y respeto ambiental son los elementos principales sobre los que debiera existir consenso.
Finalmente, el cuarto eje sobre el que debe pivotar la acci¨®n unitaria debe vertebrarse en torno a la definici¨®n de nuestro modelo social, econ¨®mico y pol¨ªtico de Catalu?a. En este aspecto, la apertura del debate sobre la reforma del Estatut o la aprobaci¨®n de uno nuevo han puesto a nuestro alcance la oportunidad de intervenir m¨¢s all¨¢ del ¨¢mbito sindical tradicional. Debemos implicarnos a fondo en este debate para asegurar que los esquemas que cada formaci¨®n pol¨ªtica se esfuerza en trasladar a la opini¨®n p¨²blica adquieran el trasfondo social que esperan los ciudadanos. Tan necesario es conseguir m¨¢s y mejores cotas de autogobierno como garantizar que el nuevo Estatut responde a las demandas de bienestar social. Debe impregnarse de realidad cotidiana y garantizar los mecanismos b¨¢sicos para hacer frente a la Catalu?a del futuro, la que construiremos desde los valores de la libertad, la solidaridad y la justicia social. En estos cuatro ¨¢mbitos es necesario que confluyamos, sin por ello perder la autonom¨ªa.
Josep Maria ?lvarez es secretario general de UGT en Catalu?a.
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