Obsesi¨®n por la mujer objeto
La colecci¨®n de cine espa?ol de EL PA?S presenta 'Bilbao', de Bigas Luna
En su libro sobre Bigas Luna, Antonio Weinritcher dice que "Bilbao fue una pel¨ªcula extra?a de la que se dijo que no parec¨ªa espa?ola", algo que el propio Bigas confirm¨® en una entrevista con Lucas Soler: "Bilbao fue una pel¨ªcula rompedora para la ¨¦poca (1978), que no se parec¨ªa a nada de lo que se estaba haciendo entonces. Mis inquietudes art¨ªsticas me han llevado siempre a realizar un cine muy personal y a no integrarme en ninguna corriente".
Naturalmente, esta "originalidad" acarre¨® problemas con la censura, que castig¨® la pel¨ªcula clasific¨¢ndola S (es decir, con el estigma de que "pod¨ªa herir la susceptibilidad del espectador"), apart¨¢ndola por ello de los grandes circuitos. "Es la historia de la obsesi¨®n de un psic¨®pata por una prostituta del barrio chino de Barcelona, a la que secuestra", que llam¨® la atenci¨®n "por su clima claustrof¨®bico, su sordidez, la morbosidad y el erotismo de sus im¨¢genes". Bigas Luna ampli¨® esta descripci¨®n de Alberto S¨¢nchez: "Es el tema de la mujer objeto, el homenaje a la mujer objeto que al fin y al cabo acaba rebel¨¢ndose. En un principio pod¨ªa parecer un filme machista, pero todas las mujeres que la han visto han acabado defendi¨¦ndola. Hay un humor muy subterr¨¢neo y bastante sarc¨¢stico".
"Todas las mujeres que la han visto han acabado defendi¨¦ndola"
Respecto a esta presunta pol¨¦mica, P¨¦rez Perucha opin¨® en Contracampo que "Bilbao medita tanto sobre los obst¨¢culos del sexo femenino como sobre los l¨ªmites en donde se detiene su conocimiento", mientras que en la revista Triunfo se consider¨® que "en Bilbao no hay moralismos ni trascendencias, soluciones ni justificaci¨®n, lo que importa es la vida cotidiana de ese hombre obsesivamente enamorado de la puta llamada Bilbao y la manera entomol¨®gica en que es observado por Bigas Luna: la minuciosidad con que describe sus actos cotidianos contiene toda la trascendencia posible, todas las complejidades psicol¨®gicas o sociol¨®gicas que se le quieran encontrar. Pel¨ªcula de escasos medios y de escasas pretensiones, puede sorprender e incluso fascinar".
La escasez de medios fue, efectivamente, notable. Rodada en 16 mil¨ªmetros para, seg¨²n justificaron, parecerse a los filmes independientes norteamericanos de Andy Warhol o Jonas Mekas, tan de moda entonces, el rodaje se realiz¨® con equipo reducido y sin los permisos necesarios. El productor Pep¨®n Corominas se lo explic¨® as¨ª a Ram¨®n de Espa?a: "La t¨¢ctica era bastante sencilla. Consist¨ªa en aplicar esa picaresca tan nuestra y que tan buenos resultados suele dar. ?Que hab¨ªa que rodar en unos grandes almacenes? Bigas empezaba a hacerlo sin avisar, y mientras tanto, yo embarullaba de tal modo al jefe de planta que, cuando ¨¦ste nos dec¨ªa por fin que no nos daba el permiso, la secuencia ya estaba rodada".
El director italiano Marco Ferreri vio casualmente algunos fragmentos de la pel¨ªcula en un laboratorio de Madrid, y adquiri¨® de inmediato sus derechos para Italia y Francia, y hasta la recomend¨® vivamente a la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes, donde Bilbao comenz¨® una brillante carrera internacional como pel¨ªcula de culto, apoyada, entre otros, por Fassbinder y Berlanga. "Bilbao fue la tarjeta de llegada de Bigas Luna al mundo del cine (Tatuaje, su primer largo, hab¨ªa pasado desapercibido), de su imagen de marca, de su mundo de cosas, objetos, fetiches, im¨¢genes de doble sentido y de significaciones arriesgadas, nuevas, poco habituales para el castigado espectador espa?ol, que descubr¨ªa en esos a?os toda una gama de posibilidades que el cine ten¨ªa".
El reparto fue igualmente inusual. ?ngel Jov¨¦ (doblado por Mario Gas en la versi¨®n castellana) era un pintor amigo de Bigas Luna, mientras que Mar¨ªa Mart¨ªn (la esposa castradora) hab¨ªa sido una vamp del cine espa?ol de los cuarenta y cincuenta, y un mito para la familia de Bigas Luna: "Siempre se hablaba del t¨ªo Roberto, que se hab¨ªa ido a Suram¨¦rica con una secretaria que lo hab¨ªa arruinado, y result¨® que esa mujer era Mar¨ªa Mart¨ªn", y finalmente Isabel Pisano, la Bilbao, "a la saz¨®n viuda de Waldo de los R¨ªos", a la que Bigas hab¨ªa descubierto en unas fotos de Intervi¨². Cuenta Esteve Riambau que "los problemas con esta actriz surgieron a prop¨®sito de la c¨¦lebre escena en la que el protagonista le rasura el pubis". A Isabel Pisano se le advirti¨® de la secuencia y de que Bigas no aceptar¨ªa doble alguna, y la actriz se limit¨® a exigir que en ese momento s¨®lo estuvieran presentes el c¨¢mara y el director. "Tuve que explicarle", cont¨® Bigas, "que una buena parte del equipo, especialmente los el¨¦ctricos, hab¨ªan sido contratados por cuatro duros y que si hab¨ªan aceptado era porque sab¨ªan que exist¨ªa esta secuencia. Ella lo entendi¨® perfectamente y no puso ning¨²n problema".
Los cr¨ªticos saludaron la pel¨ªcula como el descubrimiento de un nuevo autor, seg¨²n recuerda el historiador Riambau, aunque hubo, al menos, una excepci¨®n, "la de Antonio Mart¨ªnez Tom¨¢s quien, desde su tribuna en La
Vanguardia, dijo que la pel¨ªcula, "adem¨¢s de morbosa, es desesperadamente mon¨®tona, oscura y aburrida. Bigas Luna me ha parecido, sencillamente, poco m¨¢s que un aficionado", quiz¨¢ sin percibir las intenciones del autor, que ¨¦ste desvel¨® a Fotogramas: "Hay dos planos en continua intersecci¨®n: una narraci¨®n casi on¨ªrica pero que se resquebraja a cada momento por intrusiones de lo cotidiano, de lo vulgar. Creo que est¨¢n de manifiesto las dos est¨¦ticas que ello comporta, aunque de un modo muy sutil".
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