Un conmovedor animal humano
Arranca Un oso rojo de una combinaci¨®n de escenas que conforman una, veloz y de gran precisi¨®n, secuencia de choque, de recia violencia, que presagia el escueto y medular -duro y sin embargo inundado de ternura; a ratos brutal pero cobijado en la elegancia de lo indirecto y lo inexpl¨ªcito- desencadenamiento y despliegue de un poema de notable fuerza surreal, de los llamados de amor loco, escondido bajo un relato con forma gen¨¦rica de thriller, pero inundado de realidad, lleno de tipos reconocibles cualquier d¨ªa en cualquier esquina de cualquier arrabal hamp¨®n de cualquier gran ciudad del mundo. Y Buenos Aires se llena as¨ª de universo.
Es Un oso rojo la cr¨®nica de un idilio ilimitado, sin fronteras. Se asiste a ¨¦l a una traca de intensas y r¨¢pidas definiciones f¨ªsicas de personajes vivos, cre¨ªbles y que enlazan org¨¢nicamente con su paisaje urbano y con la abrupta ira que se cuece en sus atm¨®sferas, lo que da lugar a hallazgos esc¨¦nicos y de encuadre de primer rango, cuando, poco a poco, percibimos que bajo la aridez del suceso y del lado de documento que ¨¦ste suceso encubre, corre la sangre c¨¢lida, la delicadeza, la filigrana de un poema l¨ªrico y, como soporte de todo esto, el arriesgado, temerario dibujo de un hombre hecho de una pieza, un tipo tosco sobriamente y poderosamente compuesto por Julio Ch¨¢vez, que asume hasta el fondo el mandato del honor de la especie y proteje a su gente con la ley de esa selva en que le arroja la sucia sociedad en que sobrevive.
UN OSO ROJO
Direcci¨®n y gui¨®n: Adri¨¢n Caetano (del relato de Romina Lafranchini). Int¨¦rpretes: Julio Ch¨¢vez, Soledad Villamil, Luis Mach¨ªn, Agostina Lage, Enrique Liporace, Ren¨¦ Lav¨¢n. Argentina, 2002. G¨¦nero: drama. Duraci¨®n: 95 minutos.
El tiempo lento y herido por s¨²bitas aceleraciones; las escenas de la cantina y de la rinconada donde el hombre trabaja; el encuentro con su ex mujer y su hija; el t¨² a t¨² de este hombre roque?o con su mujer (otra vez la magn¨ªfica Soledad Villamil) y su hija (que la mirada-taladro de Agostina Lage convierte en eje secreto del relato); la maravillosa y turbadora escena del cacheo del padre por la polic¨ªa en una visi¨®n insostenible pero sostenida por la oscura mirada de la hija, todo esto y m¨¢s es cine importante, cine libre, cine adulto.
Es el dibujo a fondo de un animal humano de estremecedora autenticidad, en todo lo que tiene de insondable e inabarcable su condici¨®n de bestia solitaria, tierna y enamorada. Y que es captado por la c¨¢mara luminosa y limpia -situada a la distancia que pide la libertad del int¨¦rprete- de Adri¨¢n Caetano, que tambi¨¦n escribi¨® el hermoso gui¨®n de este nuevo salto adelante del cine argentino en su busca de verdad.
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