Hijos de la americanizaci¨®n
El integrismo es la enfermedad del islam, seg¨²n Meddeb. Pero no es un mal exclusivo de esta religi¨®n. Tambi¨¦n el cristianismo ha conocido la intolerancia y el fundamentalismo. La novedad es que el encuentro entre el wahabismo y la tecnolog¨ªa occidental ha dado lugar a una forma moderna de integrismo, que se expande difusamente entre los musulmanes del mundo y que alimenta grupos como Al Qaeda. Los terroristas del 11-S son, para Meddeb, "a la vez producto de una evoluci¨®n interna del islam e hijos de su ¨¦poca en un mundo metamorfoseado por la americanizaci¨®n".
Meddeb traza la genealog¨ªa del integrismo isl¨¢mico, desde la crisis de la ilustraci¨®n musulmana hasta la emergencia del wahabismo. El objetivo del wahabismo es "hacer olvidar el cuerpo, el objeto, el espacio y la belleza", y por la v¨ªa del desprecio de la tradici¨®n llegar a un islam despojado de sus connotaciones nacionales. Esta deshumanizaci¨®n del islam produce una amnesia generalizada. Y, al mismo tiempo, la alianza con la tecnolog¨ªa moderna le asegura los recursos necesarios para conseguir los petrod¨®lares sin necesidad de pensar y plantear un proyecto modernizador. El integrismo wahabita bloquea las posibilidades de desarrollo a partir del pensamiento isl¨¢mico.
LA ENFERMEDAD DEL ISLAM
Abdelwahab Meddeb
Traducci¨®n de Malika Embarek y Mar¨ªa Cord¨®n
Galaxia Gutenberg
Barcelona, 2003
280 p¨¢ginas. 17,90 euros
Adem¨¢s de una historia interior, la enfermedad del islam tiene tambi¨¦n causas o desencadenantes exteriores. Occidente no ha reconocido al islam como representante de una alteridad interior, es decir, como una componente m¨¢s de su proceso de civilizaci¨®n. El juda¨ªsmo y el cristianismo han coincidido siempre en el desprecio por la que era considerada una religi¨®n de parias. Y este desprecio ha dejado huella profunda en la conciencia isl¨¢mica. Al mismo tiempo, Occidente ha ejercido su hegemon¨ªa con impunidad, aplicando de modo hiriente una pol¨ªtica basada en el principio "dos pesos, dos medidas", con lo cual ha agudizado el resentimiento de una cultura que goz¨® de siglos de esplendor y dominaci¨®n y se ve ahora sometida y despreciada por una cultura occidental que viene del mismo ¨¢rbol, aunque no quiera reconocerlo. El integrismo es a la vez fruto de una evoluci¨®n interior e hijo de la ¨¦poca contempor¨¢nea. Occidente no ha dudado en utilizarlo cuando le ha sido ¨²til frente al panarabismo y al nacionalismo laico. Ahora se le vuelve en contra. Y Estados Unidos intenta imponer su orden en la regi¨®n.
La crisis actual nos pone, pues,ante una situaci¨®n extremadamente delicada. Si el ideologismo de la Administraci¨®n de Bush alimenta el juego extremo de los fundamentalismos, el choque de civilizaciones habr¨¢ sido una profec¨ªa prefiguradora, idea motriz de una pol¨ªtica que parece empe?ada en que tenga lugar. S¨®lo una pol¨ªtica de reconocimiento del mundo isl¨¢mico -de ruptura del ciclo xen¨®fobo de construcci¨®n del enemigo- puede ayudar a reconstruir los puentes y facilitar la salida del mundo isl¨¢mico de su retraso. Para ello hay una cuesti¨®n fundamental de confianza. Y la confianza siempre pasa por el mismo punto: Palestina. S¨®lo si los ¨¢rabes tienen la convicci¨®n de que se trata con la misma medida a israel¨ªes y palestinos se puede emprender un camino distinto al del c¨ªrculo dominaci¨®n-humillaci¨®n-rechazo-conflicto-dominaci¨®n en el que estamos metidos.
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