"La frustraci¨®n se orientar¨¢ hacia el terrorismo islamista"
El ensayista y poeta Abdelwahab Meddeb naci¨® en T¨²nez y vive en Par¨ªs, donde ense?a literatura comparada. En su ¨²ltimo libro -La enfermedad del islam- hace la g¨¦nesis del integrismo y explica los procesos de exclusi¨®n occidental del islam. Si, como dir¨ªa Voltaire, es una enfermedad del esp¨ªritu mantener a un pueblo en el estado supersticioso que le convierte al fanatismo, la enfermedad del islam es el integrismo.
PREGUNTA. En su libro, se?ala el a?o 1979 como un a?o clave: la revoluci¨®n de Jomeini en Ir¨¢n y la invasi¨®n rusa de Afganist¨¢n. ?Se puede decir que desde aquel momento hay una guerra continuada por la hegemon¨ªa en Oriente Pr¨®ximo?
RESPUESTA. Yo ir¨ªa un poco m¨¢s atr¨¢s. A 1967: la derrota de Egipto y los pa¨ªses ¨¢rabes en la Guerra de los Seis D¨ªas. Esta derrota es el final del nacionalismo ¨¢rabe, que era una promesa muy extendida en la regi¨®n. Una promesa que preocupaba a Estados Unidos que ya en 1954 propici¨® el pacto de Bagdad para movilizar al islamismo contra el nacionalismo ¨¢rabe.
"Es peligroso presentar al islam como inasimilable por la norma que deriva de la civilizaci¨®n y la democracia"
P. Esos movimientos nacionalistas ¨¢rabes, de los que Nasser es el m¨¢s genuino representante, eran realmente modernizadores.
R. La historia s¨®lo registra su fracaso. La intenci¨®n modernizadora exist¨ªa, pero se dejaron llevar por el modelo sovi¨¦tico. ?C¨®mo es posible que pa¨ªses que tienen una historia com¨²n, un fondo religioso compartido, una continuidad geogr¨¢fica y una lengua com¨²n no hayan conseguido alguna forma de integraci¨®n nacional? El poder de compartir una lengua es extraordinario. Mis amigos europeos cuando viajan conmigo, un tunecino, por los pa¨ªses ¨¢rabes se sorprenden de lo f¨¢cilmente que me adapto en Marruecos, en Irak, en Siria, en Libia. El que me hizo comprender que quiz¨¢ el sue?o de la naci¨®n ¨¢rabe era superficial, fue Ernest Renan. Renan dice que finalmente una comunidad ling¨¹¨ªstica, una creencia religiosa, una historia compartida y una continuidad geogr¨¢fica no son suficientes para determinar una naci¨®n. Y pone el ejemplo de Suiza, la naci¨®n mejor constituida de Europa, que no tiene ninguna de estas coherencias. La naci¨®n es algo m¨¢s: es un deseo pol¨ªtico de estar juntos. Y esto es lo que ha faltado en el mundo ¨¢rabe.
P. Quiz¨¢ la idea de una naci¨®n ¨¢rabe era m¨¢s f¨¢cil de imaginar desde Occidente que desde el propio mundo ¨¢rabe, porque ¨¦ste, en realidad, es enormemente diverso.
R. Hace cincuenta a?os los norteamericanos ya utilizaban la religi¨®n contra el nacionalismo. La gran preocupaci¨®n era Egipto. La p¨¦rdida de peso del liderazgo egipcio despu¨¦s de la derrota de 1967 cambi¨® la escena: Arabia Saud¨ª irrumpi¨® con la plena bendici¨®n de Estados Unidos. Esta soluci¨®n ha hecho mucho da?o al islam. Arabia Saud¨ª ha dedicado muchos recursos a la propagaci¨®n de la fe, conduciendo la pr¨¢ctica del islam a los criterios m¨¢s estrictos y rigurosos propios del wahabismo. Frente al conservadurismo saud¨ª y su estrategia de alianza con Occidente, en 1979, Jomeini lanz¨® una verdadera revoluci¨®n, antioccidental y antiamericana. Y, dicho sea de paso, es curioso constatar que el antioccidentalismo en el mundo ¨¢rabe aparece en los a?os veinte, en el mismo momento que en Europa. Como el antioccidentalismo europeo, es un movimiento contra la democracia. Por aquellos a?os algunos te¨®logos empiezan a pensar que lo ¨²nico que interesa de Occidente es la tecnolog¨ªa. La fascinaci¨®n de las generaciones anteriores por el parlamentarismo y por la Ilustraci¨®n se desvanece.
P. Tecnolog¨ªa norteamericana y fundamentalismo religioso isl¨¢mico: es la receta del wahabismo saud¨ª.
R. S¨ª, con algunos matices. A mi entender, el peligro del islam no es el integrismo establecido, organizado, identificado, es el integrismo difuso en el seno de las masas ¨¢rabes. El wahabismo -y ah¨ª est¨¢ la diferencia- curiosamente no ha conocido el antioccidentalismo. Es un movimiento regresivo, la teolog¨ªa m¨¢s pobre que ha conocido el islam, guiado por la voluntad de reencontrar la pureza integral del monote¨ªsmo, que persigue todo aquello que la pueda perturbar. Por ejemplo, el islam vernacular, muy espec¨ªfico y distinto de un pa¨ªs al otro, que trae consigo valores tradicionales y reminiscencias paganas. El wahabismo se opone radicalmente a ello y donde ha podido ejercer el poder militar ha destruido el culto a los mediadores. Llegaron incluso a debatir si se deb¨ªa conservar la tumba del profeta, porque el profeta s¨®lo ser¨ªa un hombre y no cabe intermediario entre Dios y el hombre. Culto puro m¨¢s petrod¨®lares y tecnolog¨ªa norteamericana, ¨¦ste es el programa wahabita. Y con ¨¦l han ocupado el terreno cada vez que ha quedado vac¨ªo.
P. ?Y el papel de la revoluci¨®n iran¨ª?
R. Jomeini engendr¨® el esp¨ªritu revolucionario. Los fen¨®menos hace tiempo que son globales. En los a?os sesenta, los universitarios eran izquierdistas, tambi¨¦n en el mundo ¨¢rabe. A principios de los setenta se suscit¨® el islam pol¨ªtico para contrarrestar este fen¨®meno, en Egipto como en T¨²nez. De pronto se vio que se jugaba con fuego: el contagio pod¨ªa ser mortal. Sadat lo pag¨® con su vida. Cuando Jomeini alcanz¨® el poder, estos movimientos se sintieron espoleados. EE UU hab¨ªa jugado la carta islamista contra el izquierdismo y ahora se encontraba con la radicalizaci¨®n. ?EE UU es un jugador de ajedrez que calcula las siguientes jugadas o act¨²a golpe a golpe? Con el dinero saud¨ª y con tecnolog¨ªa norteamericana se hundi¨® al imperio sovi¨¦tico en Afganist¨¢n, pero del mismo movimiento sali¨® su desgracia. Bin Laden est¨¢ convencido de haber hundido un imperio, el sovi¨¦tico, y ahora piensa que puede abatir otro, el estadounidense.
P. En la zona hay dos problemas clave: la sucesi¨®n en Arabia Saud¨ª y el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª.
R. Es curiosa la inversi¨®n de la percepci¨®n de los conflictos en Occidente y en el mundo ¨¢rabe. En 1990, en Europa no hab¨ªa apenas duda de la legitimidad de la guerra del Golfo: era la respuesta a una violaci¨®n de fronteras establecidas. En el mundo ¨¢rabe, en cambio, fue percibida como la comprobaci¨®n de que existen dos pesos y dos medidas. A Israel, que ocupa territorios de manera ileg¨ªtima, no se le obliga a cumplir y a los dem¨¢s s¨ª. En cierto modo, ahora se han vuelto a invertir las cosas: en Occidente la oposici¨®n a la guerra es muy grande y en el mundo ¨¢rabe las pasiones son menos fuertes que entonces.
P. Siempre se vaticina que el mundo ¨¢rabe estallar¨¢, pero nunca ocurre.
R. Porque hay indignaci¨®n y frustraci¨®n, pero falta energ¨ªa pol¨ªtica. Muchos pa¨ªses han cultivado la indiferencia, la ausencia total de conciencia pol¨ªtica.
P. En este contexto, ?por qu¨¦ la actual guerra contra Irak?
R. Responde a una reflexi¨®n iniciada por el actual grupo dirigente de EE UU antes de que llegara al poder: ?c¨®mo hacer que la hegemon¨ªa norteamericana dure el mayor tiempo posible? En la estrategia dise?ada figuraba la invasi¨®n de Irak para reforzar la hegemon¨ªa local del aliado m¨¢s seguro: Israel. Nada que ver con las razones oficiales de la guerra.
P. El 11-S les dio el pretexto.
R. El 11-S fue el acelerador. El Gobierno estadounidense se convirti¨® de pragm¨¢tico en ideol¨®gico. La actuaci¨®n de Estados Unidos obedece a un concepto y quiere que la realidad se someta a ¨¦l. Es una vieja estrategia: se llama decisionismo, teorizado por Carl Schmitt. Es la decisi¨®n la que funda la norma. Es un juego peligroso, porque el islam es presentado como inasimilable por la norma que deriva de la civilizaci¨®n y de la democracia. En esta encrucijada se produce el enfrentamiento entre los neoconservadores judeocristianos y los islamistas.
P. ?Y cu¨¢l deber¨ªa ser el camino alternativo?
R. Hay que reestablecer la confianza entre el islam y Occidente. Y para ello hay que resolver el conflicto ¨¢rabe-israel¨ª. Mientras esto no ocurra, ninguna idea de justicia que venga de Occidente ser¨¢ cre¨ªble. Y el 11-S en vez de imponer esta evidencia ha tenido el efecto contrario: la consagraci¨®n del punto de vista de Sharon en la Casa Blanca.
P. Y entonces, ?qu¨¦ espera para despu¨¦s de esta guerra?
R. Pronto veremos c¨®mo los estadounidenses se desinteresan de la gesti¨®n de Irak, m¨¢s complicada de lo previsto. Se har¨¢ un esfuerzo para salvar las apariencias. Habr¨¢ un gobierno aliado que facilitar¨¢ la tarea del protectorado norteamericano, como en Kuwait, como en los Emiratos, como en Arabia. Las zonas petrol¨ªferas ser¨¢n militarmente protegidas. Y la relaci¨®n de fuerzas en la regi¨®n muy favorable a Israel quedar¨¢ consolidada por decenios. Entramos en la ¨¦poca de la soberan¨ªa limitada y de la creaci¨®n de nuevos protectorados adaptados a una mundializaci¨®n entregada a la decisi¨®n estadounidense. En un contexto tan frustrante no veo que el sentimiento de rechazo puede ser orientado hacia otra direcci¨®n que el terrorismo islamista, que encontrar¨¢ en el intervencionismo norteamericano su argumento decisivo.
![Abdelwahab Meddeb (T¨²nez, 1946)](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/RME6MNFAKVB5VYAQVGSCPT565A.jpg?auth=bb6ce2f48a9d3f18b88ceac0dbb4ca67a74497b04560425b4ed5ab746fa4879d&width=414)
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