En el Sant Jordi y cargado de razones
El Bar?a, en casa y con un equipo construido para ganar finales, aspira al t¨ªtulo que ha rozado ocho veces
El Bar?a, con todo a favor: equipo, cancha, p¨²blico y predicciones. Nada nuevo. Ya ha sucedido muchas veces, hasta ocho. Y sin embargo, ni una sola se ha salido con la suya el equipo que m¨¢s ha permanecido en la elite del baloncesto europeo en las dos ¨²ltimas d¨¦cadas. Hoy, en la semifinal ante el CSKA de Mosc¨², inicia un nuevo asalto mientras que el Siena y el Benetton Treviso se disputan el otro puesto en la final. Es la octava presencia del Bar?a en la final a cuatro, todo un r¨¦cord, al que hay que a?adir la final de 1984, con el antiguo sistema de competici¨®n. Todo derrotas: cinco en finales y tres en semifinales. Un escarnio constante que ha dado pie a una leyenda negra.
Los antecedentes no han hecho mella. La expectaci¨®n es tal que, de haber sido posible, se hubieran llenado no uno sino cuatro palaus Sant Jordi. Los 16.000 abonos para las dos jornadas est¨¢n agotados hace d¨ªas y la reventa se ha puesto por las nubes: a raz¨®n de m¨¢s de mil euros. De la mano de Svetislav Pesic, el entrenador que ha relevado a un A¨ªto exitoso en retos de larga distancia. pero al que se le dio puerta por la oposici¨®n que ten¨ªa en el propio club y por su incapacidad para dar la ¨²ltima estocada en Europa. Pesic encarna todo lo contrario: el hombre con un don sobrenatural para culminar los partidos m¨¢s dif¨ªciles en condiciones extremas. Fue el caso de la Copa que gan¨® el Bar?a, cuando le remont¨® 17 puntos al Unicaja en semifinales, o el que se produjo en la reciente liguilla de clasificaci¨®n de la Euroliga cuando perd¨ªa ante el Olympiacos en el Palau por 66-75 a cuatro minutos para el final, pero salv¨® el pellejo endos¨¢ndole un demoledor 14-2.
Cuenta el Barcelona con el jugador m¨¢s determinante, hoy por hoy, en el baloncesto europeo, el serbio Bodiroga. Un salvonducto para la victoria como demostr¨® en la ¨²ltima final a cuatro con su anterior equipo, el Panathinaikos o con la selecci¨®n yugoslava en el Mundial. Y adem¨¢s de que ya contaba con Due?as, Navarro y Jasikevicius, contrat¨® a Fucka. Un pu?ado de jugadores con capacidad para decidir.
El CSKA tiene que ser, por las referencias de su entrenador, Ivkovic, y de sus jugadores -Holden, Alexander, Hatzivretas, Songaila, Khryapa, Pashutin...-, un rival de lo m¨¢s temible, feroz. Pero la confianza en las filas del Barcelona es casi ciega. Casi tanto como lo era en su primera final a cuatro, en 1989, cuando se top¨® con el entonces desconocido Jugopl¨¢stica. Si en la final de 1984 le dobleg¨® un s¨®lo hombre, el base del Banco Di Roma, Larry Wright, que anot¨® 24 puntos, cinco a?os despu¨¦s le perdi¨® el optimismo ingenuo con el que se estrell¨® ante un rival que volvi¨® a doblegarle en otras dos finales y que export¨® jugadores de lo mejorcito de los ¨²ltimos tiempos: Kukoc, Radja, Savic, adem¨¢s de Maljkovic en el banquillo. Aqu¨¦l Bar?a, muy potente, perdi¨® incluso en Zaragoza y luego, ya con Maljkovic de azulgrana, en Par¨ªs, donde tuvo la mala fortuna de tener lesionados a Norris y Jim¨¦nez. La maldici¨®n prosigui¨® con la final ante el Panathinaikos, en 1996, que habr¨ªa ganado si los ¨¢rbitros no se hubieran equivocado en la ¨²ltima acci¨®n al no dar por canasta una bandeja de Montero que Vrankovic tapon¨® de forma ilegal. Y, en Roma, nueva derrota. Han sido tantas cuando se rozaba ya el ¨¦xito que a Due?as, preguntado al respecto, se le ocurri¨® contestar: "Es como el ni?o que le pregunta a su pap¨¢ ?por qu¨¦ somos del Atl¨¦tico? Por mala suerte y por una serie de factores inexcrutables. Pero ahora no tenemos que pensar en ello, sino en ganar aqu¨ª, ante nuestra gente". Han sido demasiados maleficios para un equipo construido tantas veces con el objetivo de sentarse en el trono europeo. Este fin de semana, en el Sant Jordi, est¨¢ cargado de razones para lograrlo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.