El misterio est¨¢ en la trama
En la retrospectiva Jos¨¦ Hern¨¢ndez. Ejercicio de memoria, se exhiben unas doscientas obras, entre ¨®leos, dibujos y grabados, de este singular artista, nacido en T¨¢nger en 1944, pero residente en Madrid desde 1964. Gabriel Villalba, comisario de la muestra, ha seleccionado un conjunto muy completo de la trayectoria de Hern¨¢ndez, porque el primer cuadro est¨¢ fechado en 1961 y el ¨²ltimo en 2002, lo que supone abarcar m¨¢s de cuarenta a?os de su producci¨®n. Por otra parte, hay que se?alar que, adem¨¢s de lo ya apuntado sobre la cantidad y diversidad de la obra reunida, ¨¦sta refleja todos los muy variados campos en los que este artista se ha involucrado; en suma: que se trata de una revisi¨®n exhaustiva de todo lo que ha hecho hasta el presente.
JOS? HERN?NDEZ. EJERCICIO DE MEMORIA
Junta de Andaluc¨ªa y Fundaci¨®n Unicaja.
Palacio Episcopal de M¨¢laga
Hasta el 1 de junio
Aunque se podr¨ªa definir el estilo de Jos¨¦ Hern¨¢ndez como una especie de realismo fant¨¢stico, es dif¨ªcil encuadrarlo en cualquier corriente al uso, incluso ci?¨¦ndonos a los estrictos l¨ªmites del arte de nuestro pa¨ªs. Es cierto que quiz¨¢ pudiera establecerse una cierta sinton¨ªa con lo que significativamente han realizado algunos artistas malague?os, como Brinckmann o Peinado, pero a la postre ni estos referentes locales, ni los del, en parte, af¨ªn realismo fant¨¢stico vien¨¦s, nos sirven para explicar la singularidad de Jos¨¦ Hern¨¢ndez, que, por si fuera poco, una vez que madur¨® su peculiar mundo hacia 1964, no ha dejado de ahondar en ¨¦l sin permitirse la menor concesi¨®n o extrapolaci¨®n veleidosas. En cierta manera, habi¨¦ndose movido en el filo de la navaja de un virtuosismo tan radical e intransigente, lo estremecedor en el arte de Hern¨¢ndez no ha sido tanto la terror¨ªfica belleza de sus obsesivas im¨¢genes on¨ªricas, como su trama o tejido lineales, que se enhebran con una sutileza microsc¨®pica en el dibujo, de puro extremada, casi cortante. Junto a este dise?o de incisi¨®n apurada hasta lo lacerante, Hern¨¢ndez expresa y revela una disposici¨®n maniaca que recuerda esa inquietante tradici¨®n germ¨¢nica de un Alfred Kubin o la del holand¨¦s H¨¦rcules Seghers, cuyo poder de fascinaci¨®n tampoco procede de la extravagancia, m¨¢s o menos fant¨¢stica, de sus im¨¢genes, sino de su enloquecedora hilatura, donde adivinamos en cada min¨²sculo trazo un abismo.
Constante y rotunda esta peculiar caligraf¨ªa de Hern¨¢ndez, su retrospectiva actual aporta claves poco conocidas sobre su gestaci¨®n primitiva, pues nos muestra algunos cuadros muy interesantes de comienzos de los a?os sesenta, cuando el pintor a¨²n no hab¨ªa cumplido los veinte a?os, donde, so capa de una influencia de Dubuffet, Wols o Michaux, apreciamos toda su ulterior deriva. Es emocionante comprobar, no digo ya la absoluta coherencia, sino el calado de su actitud o gesto art¨ªsticos, que hacen casar el filo escalofriante de su dibujo m¨¢s temprano con el que ahora mismo practica, sin que en ning¨²n momento se haya desmochado la punta diamantina de su incisi¨®n. Por lo dem¨¢s, un pulso sostenido hasta este extremo durante tanto tiempo, ?c¨®mo no iba a resultar necesariamente singular y rotundo? ?C¨®mo as¨ª, en fin, Jos¨¦ Hern¨¢ndez no iba a ser inequ¨ªvocamente Jos¨¦ Hern¨¢ndez, incluso con cuatro d¨¦cadas de por medio?
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