Constructivismo y geometr¨ªa
No es normal que en un mismo centro de arte coincidan en sendas exposiciones un padre, aunque ya fallecido, y su hijo, el uno escultor y el otro pintor. Una situaci¨®n ilustrativa, en la medida en que permite reconocer los eventuales aires de familia, junto a las inevitables colisiones, los influjos y las resistencias.
En este caso de lo que se trata es, por un lado, de una amplia muestra de trabajos de Gonzalo Fonseca. Nacido en Montevideo en 1922 (y muerto en Italia en 1997), sus inicios le vinculan directamente a la influencia de Joaqu¨ªn Torres-Garc¨ªa y a su taller, en donde ingres¨® en 1942 y permaneci¨® hasta la muerte del hist¨®rico vanguardista en 1949. Sin embargo, sobre todo a partir de los a?os sesenta, su trayectoria discurrir¨ªa por caminos diversos, irreductibles a esas perspectivas: obsesionado por la piedra, la mayor parte de su obra consiste en una suerte de "arquitectura ficticia", en construcciones talladas y hasta excavadas en los materiales p¨¦treos en donde introduc¨ªa toda clase de elementos (puertas, pasadizos, figuras, signos), y cuya inspiraci¨®n m¨¢s inmediata no proced¨ªa tanto de la tradici¨®n de la vanguardia, cuanto de sus experiencias arqueol¨®gicas obtenidas en sus viajes en busca de edificaciones arcaicas de civilizaciones en donde a¨²n predominaban la magia y el mito.
FONSECA
Gonzalo Fonseca. Escultura, dibujo
Caio Fonseca. Pintura
IVAM. Centre Julio Gonz¨¢lez
Guillem de Castro, 118
Valencia
Hasta el 18 de mayo
No deja de ser curioso que tambi¨¦n Caio Fonseca (Nueva York, 1959) tratase en cierto momento de seguir las huellas de Torres-Garc¨ªa a trav¨¦s de las ense?anzas de Augusto Torres, su hijo, a lo largo de cinco a?os en Barcelona. En este caso, y tras una fase constructivista a la manera del maestro de su padre, los resultados son un conjunto de pinturas complejas llenas de "incidentes", de cuadros procesuales que toman como punto de partida convenciones geom¨¦tricas como la secci¨®n ¨¢urea, para despu¨¦s desarrollarse en forma de diversas capas y veladuras, hasta desembocar en una superficie densamente torturada y cubierta de signos que, como los de su padre, parecen a veces descubiertos por un arque¨®logo explorador de palimpsestos.
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