Flaco servicio a Freud
A sus 43 a?os, el autor de esta biograf¨ªa (publicada originalmente en 1953, 1955 y 1957 en tres tomos, reducida a uno por L. Trilling y St. Marcus en 1961, y que reedita ahora en castellano en esta ¨²ltima versi¨®n Anagrama tras hacerlo por primera vez hace m¨¢s de tres d¨¦cadas) escrib¨ªa en abril de 1922 a Freud: "Si puedo llegar a conseguir una edici¨®n completa de sus obras a lo largo de mi vida, y dejar la revista (el International Journal of Psycho-Analysis) sobre una base adecuadamente organizada, sentir¨¦ que ha valido la pena vivir esta vida". Parece que no le bast¨® con ello y que para cumplir el definitivo sentido de su existencia hubo de dedicar a¨²n sus ¨²ltimos a?os (muri¨® en 1958) a la mayor gloria hagiogr¨¢fica del maestro.
VIDA Y OBRA DE SIGMUND FREUD
Ernest Jones
Traducci¨®n de Mario Carlisky
Anagrama. Barcelona, 2003
683 p¨¢ginas. 40 euros
Este libro es algo as¨ª como la biograf¨ªa "oficial" de Freud. Marc¨® ¨¦poca en tanto seg¨® las cr¨ªticas incipientes a su figura de las biograf¨ªas anteriores de Wittels y Puner y gener¨® una especie de consenso hagiogr¨¢fico sobre la personalidad de Freud en las biograf¨ªas posteriores, alguna de las cuales, a pesar de ello, la de Peter Gay (Paid¨®s, 1990) sobre todo, muestra mucha mejor calidad anal¨ªtica en general que la suya. Hasta que aparecen biograf¨ªas verdaderamente cr¨ªticas y objetivas, apoyadas tambi¨¦n en nuevos datos, la mejor de las cuales es sin duda la de Louis Breger (Vergara, 2001), hoy por hoy definitiva. De ah¨ª el escaso inter¨¦s de esta de Jones, a no ser como documento hist¨®rico.
Jones era un ejecutivo y bur¨®crata astuto, con intuici¨®n pol¨ªtica, con capacidad de organizaci¨®n y control, que aplic¨® a las primeras instituciones psicoanal¨ªticas: sociedades, editorial, revistas, standard edition de la obra del maestro. Fue el gran hierofante y manager de Freud en el mundo ingl¨¦s, lo que a su vez le dio poder y fama a ¨¦l mismo. Tras el abandono de Jung, ¨¦l fue el ¨²nico que pudo salvar al psicoan¨¢lisis del peligro de convertirse en un asunto exclusivamente de jud¨ªos. Un disc¨ªpulo, pues, muy conveniente y convenido. Hasta habr¨ªa hecho buena pareja marital con Anna Freud, ahondando los fervores ortodoxos compartidos, si hubiera tenido ¨¦xito ante ella con sus requiebros amorosos. Fue el art¨ªfice -"rom¨¢ntico", dice ¨¦l- del concili¨¢bulo secreto del anillo, al que, siempre de acuerdo con Freud, proporcion¨® sus tintes m¨¢s secretos y doctrinarios. Medio en broma, medio en serio, Freud le ofreci¨® en recompensa el puesto de "censor" en ¨¦l.
Freud le dijo en una ocasi¨®n a Marie Bonaparte, cuando ¨¦sta le comparaba con una mezcla de Pasteur y Kant: "Ser un gran descubridor no implica necesariamente ser un gran hombre". Jones se empe?a en esta biograf¨ªa en hacer de Freud lo que el propio Freud no parec¨ªa sentir de s¨ª mismo. Siempre sanciona los hechos legitim¨¢ndolos. ?Que Freud era machista? No, s¨®lo anticuado en su trato con las mujeres y en su ideal con respecto a ellas (una mujer dulce y femenina al servicio y comodidad del hombre como objeto sexual y ama de casa). ?Que Freud era arbitrario en su juicio sobre las personas? Es que, extra?amente, el maestro de las profundidades humanas era muy pobre conocedor de hombres.
?Que era arrogante? No, tenaz en sus convicciones. ?Que era obstinado y dogm¨¢tico en defensa de ¨¦stas y no aceptaba las de los dem¨¢s? Es que pose¨ªa una voluntad desusadamente vigorosa que se manifestaba en defensas negativas. ?Que fue implacable para salvaguardar a cualquier precio la ortodoxia? Es que nunca tuvo ninguna duda de cu¨¢l era el camino recto a seguir en cada caso, porque ello correspond¨ªa a una "actitud moral profundamente arraigada en su fondo natural y primitivo". ?Que manipul¨® datos cl¨ªnicos para acomodarlos a la teor¨ªa? Es que en los ¨²ltimos veinte a?os afloj¨® las riendas de su demonio especulativo, que le dotaba de la capacidad de elucubrar creadoramente y de "adivinar la verdad". ?Que la verdadera vocaci¨®n de Freud, en compensaci¨®n a una infancia miserable, parece que fue la fama por encima de todo, tambi¨¦n de la objetividad cient¨ªfica? No, su "primitiva ansia de dominio" se transform¨® completamente "en el deseo apasionado de descubrir los secretos de la vida humana, un deseo por momentos tan irresistible que traicioneramente buscaba, implorante, los atajos de la especulaci¨®n filos¨®fica". (Y los que hicieran falta).
Un flaco servicio, esta biograf¨ªa, al gran hombre y gran intelectual que a pesar de todo fue Freud. A pesar, sobre todo, del estereotipo que cre¨® ella.
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