Comedia tras la tragedia
DIOS SE HA IDO
Javier Garc¨ªa S¨¢nchez
Planeta. Barcelona, 2003
350 p¨¢ginas. 18 euros
En esta Dios se ha ido, Garc¨ªa S¨¢nchez ha iniciado un cambio en su manera de hacer que no ha terminado de definir bien. Me explico: ha dado un giro total a sus procedimientos expresivos, basados hasta hoy en la intensidad y la tragedia, para escribir una f¨¢bula c¨®mica, un libro que en principio se pretende sobre todo "divertido". Quiz¨¢ estaba cansado de tanta desgracia inerme y ha decidido tomarse las cosas menos en serio.
El narrador es un ya no tan
joven bibliotecario en una peque?a ciudad, aficionado al ajedrez, que tras vivir 25 a?os con su esposa y tener tres hijos con ella se ve abandonado al parecer de manera irremediable en un domicilio situado en una urbanizaci¨®n cuyos bloques, vecinos y man¨ªas describe con resentimiento, lo mismo que sucede con su dom¨¦stica, sus raros amigos, sus escasos ligues y en general el mundo que le rodea, sobre el que ejerce una cr¨ªtica bastante brutal, trufada de vez en cuando por juegos y met¨¢foras extra¨ªdas de su trabajo, lecturas, peque?os fracasos dom¨¦sticos y del ajedrez. En resumen, su texto -muy desordenado y sobre todo discursivo, que hasta muchas veces se vuelca en lo metanarrativo, dialogando con los lectores que se imagina- es a la vez cr¨ªtico, sarc¨¢stico y se pretende humor¨ªstico al centrarse en su propia persona siempre automaltratada para empezar. Pero todas las historias que se nos cuentan se presentan repletas de interrupciones, de meandros, de consideraciones que no conducen a parte alguna, de no ser a vaciarse en un largo lamento sobre el vac¨ªo, la inutilidad de su vida y una serie incesante de desenga?os e inutilidades. En suma, el texto es m¨¢s discursivo que narrativo, predominan las consideraciones sobre los hechos, se parte de una situaci¨®n que apenas evoluciona, y se desemboca al final en s¨ª misma, aunque haya momentos descriptivos y sat¨ªricos felices, sobre todo los de car¨¢cter er¨®tico.
Tras la cita de la frase de un ajedrecista a otro ("ah ?me tocaba mover a m¨ª?"), que s¨®lo se cierra al final del libro con la respuesta de su contrincante ("s¨ª, me temo que s¨ª") que es el que va a ganar la partida, toda la novela se reduce a negar su primera frase, esa de "el amor, a las novelas. El sexo, pagado", que es refutada sin parar, pues tampoco el protagonista sabr¨¢ nunca mover la pieza necesaria para seguir la partida. El libro se niega a s¨ª mismo sin parar porque para su protagonista y solitario narrador, Dios, esto es el amor, se le ha ido y es muy dif¨ªcil dado su talante que nada ni nadie pueda venir en su ayuda, y no cabe ayuda alguna, ni por parte de la autocr¨ªtica ni de la cr¨ªtica en general -son sus mejores momentos- por mucho humor que se le intente echar al asunto. La comedia no le sienta a Garc¨ªa S¨¢nchez tan bien como la tragedia, pues, al fin y al cabo, la mayor¨ªa de las historias son las mismas, y le va mejor lo serio, o al menos as¨ª lo creo, con perd¨®n.
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