El director del Museo Oteiza destaca el mito del laberinto en su obra
Alberto Rosales (Londres, 1965) es el director del Museo Jorge Oteiza, que hoy abre sus puertas al p¨²blico. Estudi¨® Historia del Arte en las universidades de Deusto y Complutense de Madrid, donde se doctor¨® con la tesis Metaf¨ªsica de la escultura moderna, Jorge Oteiza.
Pregunta. ?Por qu¨¦ eligi¨® a Oteiza?
Respuesta. Descubr¨ª la obra de Oteiza en 1988, con ocasi¨®n de la antol¨®gica patrocinada por La Caixa en Madrid. Me impresion¨® tanto que trat¨¦ de explicarme esa impresi¨®n buscando bibliograf¨ªa, pero no encontr¨¦ nada que pudiera satisfacer mi curiosidad y decid¨ª que quiz¨¢ la tesis doctoral podr¨ªa ser el veh¨ªculo para responder a esa inquietud, fundamentada en la posibilidad de una est¨¦tica metaf¨ªsica en el arte contempor¨¢neo como culminaci¨®n del proceso laico de la modernidad.
"Las obras de Jorge necesitan ediciones cr¨ªticas y desde luego tambi¨¦n biling¨¹es"
P. ?Cu¨¢ndo le conoci¨® personalmente?
R. Tarde bastante tiempo en acercarme a la persona de Jorge. Sab¨ªa que era un hombre de un magnetismo poderoso y quer¨ªa estar lo suficientemente seguro de presentarme con suficiente dignidad ante ¨¦l. Finalmente, cuando pude acudir a su casa de Zarautz y tratarle aqu¨ª, en Alzuza, la verdad es que encontr¨¦ a un hombre cordial, generoso, de brillante ingenio y de una gentileza que me abrumaron. A partir de aquel momento la relaci¨®n fue continua, aunque no demasiado frecuente. No pretend¨ª abusar. Y todas y cada una de las entrevistas, las comidas, las sobremesas, fueron un placer que ahora recuerdo con especial nostalgia.
P. ?Qu¨¦ se puede ver ahora mismo en el Museo Oteiza?
R. Una selecci¨®n de varios cap¨ªtulos esenciales en su obra, figuraci¨®n, abstracci¨®n y serie culminante, las desocupaciones espaciales y de la esfera y una nutrida representaci¨®n del laboratorio de tizas, el tesoro de la colecci¨®n por su valor de testimonio experimental, as¨ª como dibujos.
P. ?El resto de los fondos se podr¨¢ ver m¨¢s tarde?
R. La colecci¨®n suma 4.000 esculturas, adem¨¢s de porcelanas, relieves en yeso, trabajos experimentales que, en cualquier caso ir¨¢n rotando, saliendo del almac¨¦n para sustituir a las piezas ahora presentes.
P. ?Predomina el continente de S¨¢enz de Oiza sobre el contenido de Oteiza?
R. El resultado es un di¨¢logo tenso en el espacio, pero sugestivo, entre escultura y arquitectura. Es un museo dise?ado espec¨ªficamente para la escultura de Oteiza y concebido para su escala exacta. Paredes, luz, color, perspectivas, todo favorece la exposici¨®n de las piezas.
P. Se ha buscado una desorientaci¨®n laber¨ªntica para que el espectador lo recorra libremente. ?Por qu¨¦?
R. Porque el esp¨ªritu del edificio es muy activo y participa de cierto arca¨ªsmo arquitect¨®nico. El laberinto era un mito muy querido por S¨¢enz de Oiza y Oteiza. La disposici¨®n de espacios incita al visitante a un recorrido permanente de constantes juegos de perspectiva visual. La escultura tampoco sigue un orden cronol¨®gico. Proponemos un di¨¢logo entre arquitectura y escultura en el que es muy importante la vivencia personal de la desorientaci¨®n, la confusi¨®n estudiada, para que se vaya encontrando el sentido de lo que se le ofrece. Podr¨ªamos hablar de un museo-trampa.
P. ?Qu¨¦ ofrecer¨¢ la casa-taller del artista, que se abrir¨¢ despu¨¦s del verano?
R. Jorge desarroll¨® una importante obra po¨¦tica y de reflexi¨®n art¨ªstica en su casa de Alzuza, un retiro que nunca lleg¨® a serlo. Queremos que evoque la intimidad del creador y la figura del Oteiza francotirador de la ciudad y la cultura.
P. El estudio del euskera fue un empe?o especial de Oteiza. ?C¨®mo se va a reflejar en la actividad del museo?
R. Los abundantes materiales escritos que poseemos se ir¨¢n publicando de forma generosa, pero rigurosa. Las obras de Jorge necesitan ediciones cr¨ªticas y desde luego tambi¨¦n ediciones biling¨¹es. La preocupaci¨®n del artista por la lengua vasca no ha tenido hasta el momento inaugural reflejo en su museo. Sin embargo, ser¨¢ prontamente atendida. En ning¨²n caso el museo puede ser infiel a su persona. Del mismo que las publicaciones tendr¨¢n una especial vocaci¨®n en este sentido, el museo tambi¨¦n lo tendr¨¢.
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