Obst¨¢culos en la Hoja de Ruta
Mientras los Gobiernos de Estados Unidos, Europa y Rusia, junto con la ONU, han vuelto a poner sobre la mesa la Hoja de Ruta hacia la paz en Oriente Pr¨®ximo, los espectadores de las cadenas ¨¢rabes de televisi¨®n por sat¨¦lite observan un cuadro muy diferente. En Al Yazira o la televisi¨®n de Abu Dhabi se suceden todos los d¨ªas dos historias yuxtapuestas. Por un lado, im¨¢genes de atentados suicidas en Palestina, seguidas de escenas de represi¨®n israel¨ª y entierros de "m¨¢rtires", ante la presencia de muchedumbres indignadas de j¨®venes barbudos y primeros planos de mujeres de luto y cubiertas con velos. Por otro, im¨¢genes de la hostilidad iraqu¨ª hacia las tropas estadounidenses, represalias armadas y, de nuevo, entierros en los que jeques tocados con turbante gritan lemas desafiantes contra EE UU y sus seguidores alaban a Al¨¢ el Todopoderoso, adem¨¢s de primeros planos de sangre en las calles.
El proceso actual quiere aprovechar la victoria estadounidense en Irak para lograr la paz en Tierra Santa, aunque la situaci¨®n es muy distinta a la de hace 12 a?os
En Washington y Tel Aviv opinan que Abu Mazen ser¨¢ un negociador m¨¢s flexible, pero ¨¦ste necesita contar tambi¨¦n con legitimidad interna, algo de lo que a¨²n carece
Bush se dispone a iniciar la campa?a para la reelecci¨®n, y sus prioridades est¨¢n entre las t¨¢cticas internas a corto plazo y las estrategias internacionales de largo alcance
Estas penosas im¨¢genes est¨¢n muy lejos del ciclo beneficioso que los estadounidenses pretend¨ªan poner en marcha en Oriente Pr¨®ximo como consecuencia de la Operaci¨®n Libertad para Irak. El derrocamiento de un tirano brutal en Irak deb¨ªa engendrar, poco a poco, prosperidad y democracia en toda la regi¨®n y facilitar la reanimaci¨®n del hundido proceso de paz palestino-israel¨ª de los a?os noventa, mediante el proceso denominado Hoja de Ruta. Dicho proceso deb¨ªa incluir tanto la restauraci¨®n de la democracia palestina como concesiones territoriales israel¨ªes, para desembocar en el reconocimiento mutuo de los dos Estados y el apaciguamiento de las tensiones pol¨ªticas y religiosas entre el Mediterr¨¢neo y el Golfo. El petr¨®leo ser¨ªa barato y circular¨ªa de forma segura hasta los mercados de Occidente y Asia, y los petrod¨®lares, la mano de obra ¨¢rabe y la tecnolog¨ªa israel¨ª se unir¨ªan para configurar una regi¨®n econ¨®mica nueva y m¨¢s fuerte.
Hasta cierto punto, este sue?o de un Oriente Pr¨®ximo reconciliado no es nuevo. El presidente Bush padre intent¨® hacerlo realidad despu¨¦s de otra guerra en la que las tropas norteamericanas derrotaron a Irak, la Operaci¨®n Tormenta del Desierto de 1991. Entonces, los ej¨¦rcitos de Sadam fueron expulsados de Kuwait tras una victoriosa campa?a de bombardeos, pero no hubo ning¨²n esfuerzo por deshacerse del amo de Bagdad. El presidente Bush hab¨ªa utilizado la amplia coalici¨®n de pa¨ªses que respaldaban a EE UU y participaron en las operaciones militares como instrumento para presionar a Arafat y Shamir. La demostraci¨®n de fuerza estadounidense oblig¨® a ambos a emprender el proceso de paz que culminar¨ªa en la Conferencia de Madrid y los Acuerdos de Oslo. No pod¨ªan resistirse: uno, pol¨ªticamente arruinado por su apoyo a Sadam, con una sociedad palestina exhausta por la primera Intifada (que hab¨ªa comenzado en diciembre de 1987), y el otro, sin autoridad para contraatacar a los Scud iraqu¨ªes que ca¨ªan sobre Tel Aviv y moralmente herido por los golpes que dicha Intifada hab¨ªa infligido a la imagen de Israel.
Dos finales de guerra
El proceso actual de la Hoja de Ruta tambi¨¦n quiere aprovechar la victoria estadounidense en Irak para lograr la paz en Tierra Santa, aunque la situaci¨®n es muy distinta a la de hace 12 a?os. Para empezar, el triunfo militar del presidente Bush hijo en Irak ha sido un triunfo en solitario, con escaso apoyo de una alianza occidental fragmentada y la opini¨®n p¨²blica rusa y europea, y con una hostilidad ambivalente por parte de la mayor¨ªa de los aliados que tiene Estados Unidos en el mundo ¨¢rabe y musulm¨¢n, mientras que se supone que la Hoja de Ruta debe ser resultado de un consenso mundial. En segundo lugar, si bien Bush padre estaba dispuesto a ejercer la misma presi¨®n sobre los palestinos que sobre los israel¨ªes, el hijo parece reacio -por no decir otra cosa- a perjudicar ning¨²n inter¨¦s de Sharon, y lo que ha hecho ha sido aplicar toda la presi¨®n a los palestinos. Arafat, al que Washington o Tel Aviv nunca han perdonado que lanzara una segunda Intifada en septiembre de 2000, de la que r¨¢pidamente se adue?aron Ham¨¢s y la Yihad isl¨¢mica con sus repugnantes atentados suicidas contra objetivos civiles israel¨ªes, ha quedado fuera de la escena.
Aunque es evidente que un dirigente pol¨ªtico fracasado tiene que acabar por desaparecer, a los palestinos no les queda ninguna figura de categor¨ªa, ni mucho menos carisma, en el momento de iniciar un proceso de negociaci¨®n definitivo. Ni siquiera les han hecho creer que van a tomar sus propias decisiones en la materia: les han arrinconado, y sin disimulos. En Washington y Tel Aviv opinan que Abu Mazen ser¨¢ un negociador m¨¢s flexible, pero para que un l¨ªder convenza a su pueblo de que debe hacer una serie de concesiones importantes en un proceso negociador necesita contar tambi¨¦n con legitimidad interna, y el nuevo primer ministro palestino carece a¨²n de ella.
En cambio, Washington, justo despu¨¦s de la ca¨ªda de Bagdad, presion¨® al presidente sirio, Bashar al Asad, con una mezcla de amenazas y sanciones econ¨®micas, porque los estadounidenses consideraban que el mayor obst¨¢culo para la paz era la acci¨®n de los movimientos islamistas armados, como Hezbol¨¢ en L¨ªbano y Ham¨¢s y la Yihad en Palestina. Sin el apoyo de Siria, dichos grupos pronto ser¨ªan ineficaces e inocuos. No hay duda de que semejantes m¨¦todos, con el empleo de la fuerza, van a debilitar la posici¨®n palestina y, seguramente, obligar al primer ministro designado, Abu Mazen, a hacer concesiones pol¨ªticas como la renuncia total a la violencia. No carece de l¨®gica. Ahora bien, como demuestran los ¨²ltimos atentados mortales en territorio israel¨ª, perpetrados por brit¨¢nicos convertidos al islamismo radical, la desesperaci¨®n pol¨ªtica sigue siendo un terreno f¨¦rtil para el terrorismo, y un terrorismo que siga resistiendo bastar¨¢ para arruinar todos los esfuerzos, mientras la gran mayor¨ªa de los palestinos no manifiesten su claro rechazo a la violencia. No lo van a hacer s¨®lo porque les golpeen en la cabeza hasta que cedan. Lo que necesitan es convencerse no s¨®lo de que el terrorismo es un callej¨®n sin salida, sino que la paz puede ofrecerles frutos pol¨ªticos, sociales y econ¨®micos. Claro que los ¨²ltimos 10 a?os son m¨¢s un lastre que un factor positivo. Asimismo hay que convencerles de que los mediadores de paz son honrados y que en Washington se condena con la misma intensidad la brutal reocupaci¨®n israel¨ª de los territorios palestinos durante la segunda Intifada, con su subsiguiente "eliminaci¨®n" selectiva de activistas palestinos y los "da?os colaterales" que suscitan un interminable c¨ªrculo vicioso de venganzas y ba?os de sangre.
?Puede hacerlo el Gobierno estadounidense actual? Ahora que el presidente Bush se dispone a comenzar pronto la campa?a para la reelecci¨®n, sus prioridades se dividen entre las t¨¢cticas internas a corto plazo y las estrategias internacionales de largo alcance. Por si interesa, hay que decir que en los c¨ªrculos republicanos existe la opini¨®n de que Bush padre perdi¨® la reelecci¨®n porque irrit¨® a los grupos estadounidenses proisrael¨ªes al haber obligado a Tel Aviv a hacer demasiadas concesiones dentro del proceso de paz. Aunque los analistas independientes suelen pensar, m¨¢s bien, que la victoria de Clinton en 1992 se debi¨® a la mala actuaci¨®n econ¨®mica del presidente, es l¨®gico pensar que el Gobierno no va a hacer gran cosa hoy en Oriente Pr¨®ximo si piensa que puede perjudicar las perspectivas republicanas para las elecciones de 2004. Parece poco realista creer que vaya a querer irritar al lobby proisrael¨ª, tan "incrustado" entre los dirigentes civiles neoconservadores del Pent¨¢gono.
El futuro pol¨ªtico de Bush
Por otro lado, se ha invertido tanto y se han arriesgado tantas vidas de j¨®venes soldados estadounidenses que Bush pondr¨¢ en peligro su futuro pol¨ªtico si no se logra alg¨²n avance significativo en el proceso para devolver a toda la regi¨®n la normalidad, frenar el terrorismo, tranquilizar a los responsables de la seguridad de Israel, denigrar a Arabia Saud¨ª, fomentar la democracia en Irak y garantizar el flujo constante de petr¨®leo barato de Oriente Pr¨®ximo a los dep¨®sitos de gasolina norteamericanos; un programa internacional verdaderamente ambicioso. La continuaci¨®n de los atentados suicidas en las calles de Tel Aviv, con el consiguiente punto muerto en Tierra Santa, bastar¨ªa para impedir el desarrollo de toda esta estrategia y precipitar una vergonzosa derrota electoral en 2004. Por lo tanto, la puesta en pr¨¢ctica de la Hoja de Ruta es un elemento fundamental tanto para los israel¨ªes y los palestinos como para los dirigentes estadounidenses. Pero no ser¨¢n suficientes el ruido y la furia de las armas: no se puede obtener nada duradero sin un proceso de negociaci¨®n que tenga en cuenta las reivindicaciones leg¨ªtimas de los palestinos, que reclaman un Estado; en Oriente Pr¨®ximo puede suceder que los perdedores moment¨¢neos sean, a largo plazo, un impedimento crucial para una paz duradera si no se les trata con dignidad.
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