Estreno en el museo Oteiza
Cientos de visitantes contemplaron el legado art¨ªstico del escultor en Alzuza el primer d¨ªa de apertura
Un sol brillante quiso acompa?ar ayer el primer d¨ªa en que el legado art¨ªstico de Jorge Oteiza comenz¨® a ser exhibido al p¨²blico en el interior del caj¨®n experimental creado para ¨¦l por su ¨ªntimo amigo el arquitecto Francisco S¨¢enz de Oiza. El museo de Alzuza abri¨® por primera vez sus puertas en la localidad navarra, en la que Oteiza y su esposa Itziar Carre?o compraron quirieron en 1977 por 250.000 pesetas el caser¨ªo Bernardinerena y las fincas colindantes en las que se ubica el complejo. Apenas viv¨ªan en el pueblo cuatro personas, entre ellas un pastor de ovejas cuya aska para el ganado convirti¨® a?os despu¨¦s el escultor en la fuente donde muchos alivian su sed mientras observan un formidable paisaje.
Ayer, 25 a?os despu¨¦s, varios cientos de personas, la primera de ellas un vecino de San Sebasti¨¢n, recorrieron el interior del laberinto de hormig¨®n ideado por S¨¢enz de Oiza para guardar la memoria del creador de Orio, un proyecto conjunto que recibi¨® las primeras alabanzas del p¨²blico, aunque tambi¨¦n los primeros reproches. Algunos poco art¨ªsticos pero l¨®gicos. Despu¨¦s de haber conducido desde lejos, bastantes visitantes buscaron infructuosamente un bar o cafeter¨ªa donde refrescarse. No lo hay ni el museo ni el pueblo. Tampoco pudieron llevarse ning¨²n recuerdo o publicaci¨®n del museo, porque carece de tienda comercial. Su curiosidad tuvo que conformarse con acercarse hasta la iglesia local, bajo uno de cuyos ¨¢rboles circundantes est¨¢n enterrados Oteiza e Itziar, directamente en la tierra, unidos para siempre con una doble cruz de bronce con sus nombres.
"El planteamiento muse¨ªstico es irreprochable, selecto, pero creo que el resultado es un tanto fr¨ªo y transmite poco de la esencia personal del Oteiza profundamente humano que todo tenemos en nuestra mente", coment¨® David Irastorza, donostiarra de 44 a?os que, junto a un amigo de la capital guipuzcoana recorr¨ªa a mediod¨ªa las salas del museo. La idea de distanciamiento de David contrastaba con la admiraci¨®n que la simbiosis entre escultura y arquitectura gener¨® en Arantxa Imirizaldu y Patricia Grossman, estudiantes de arquitectura. "El edificio creado por S¨¢enz de Oiza es puro Oteiza. Es como si hubiera integrado en los muros y los vanos todo el conflicto y la pelea que Oteiza mantuvo en el espacio y la materia. Deb¨ªan conocerse muy bien para conseguir una simbiosis tan perfecta", se?alaron ambas estudiantes.
Para la vitoriana Mar¨ªa Echano, 35 a?os, la sorpresa la constituy¨® la "falta de informaci¨®n". Mar¨ªa se define como "aficionada a las artes" y lament¨® que, salvo un peque?o folleto, el museo careciera de otros elementos informativos. "Me parece que han creado un espacio elitista. Est¨¢ muy bien que se reflejen en las salas complejos textos cosmog¨®nicos de Oteiza o que se deje al espectador la libertad de recorrerlo, pero muchos visitantes vamos a echar en falta explicaciones o apoyos did¨¢cticos que nos introduzcan en ese mundo".
Antonio Martos, granadino afincado en Pamplona, comentaba junto a sus dos hijos que, tras jugar de forma cotidiana junto a las numerosas copias a gran escala de Oteiza instaladas en espacios p¨²blicos de Pamplona, las piezas del museo, los originales, le parec¨ªan "una maquetita que apenas se ve en estas salas tan monumentales". Antonio, abogado de profesi¨®n, cree que la fuerza del edificio se come lo que contiene. [Durante los quince d¨ªas de campa?a electoral, la visita al museo (10 a 20 horas) es gratuita].
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